Marcha del 10 de mayo en la CDMX: una década de madres que reclaman justicia
Guadalupe Fernández marcha cada Día de las madres desde hace 10 años, exige justicia por la desaparición de su hijo. Lo mismo hicieron cientos de mujeres en la décima edición anual de la Marcha por la Dignidad Nacional.
Guadalupe Fernández marcha cada Día de las madres desde hace 10 años, exige justicia por la desaparición de su hijo. Lo mismo hicieron cientos de mujeres en la décima edición anual de la Marcha por la Dignidad Nacional.
No fue la primera ni la segunda vez. Guadalupe Fernández lleva 10 años marchando cada Día de las Madres. Lo hace para exigir a las autoridades que se haga justicia por la desaparición de su hijo. José Antonio Robledo Fernández desapareció el 25 de enero del 2009 en Monclova, Coahuila. Se trasladó a aquel municipio para trabajar en el Proyecto Fénix, con el cual la empresa Altos Hornos de México (AHMSA) expandiría sus instalaciones.
José Antonio es ingeniero civil y consideró que ese proyecto era una buena oportunidad para crecer en lo profesional y en lo económico. Dejó la Ciudad de México, a su familia y a su pareja con la que tenía planes de casarse.
Aquel 25 de enero, el joven sostenía una llamada telefónica con su novia cuando se dirigía a un negocio de autopartes. De pronto tres o cuatro personas —no se sabe el número exacto de quienes participaron en su desaparición— increparon a José Antonio. Lo bajaron de su camioneta y se lo llevaron. Guadalupe lo busca desde entonces.
Este 10 de mayo se realizó en la Ciudad de México la décima edición anual de la Marcha por la Dignidad Nacional. Cientos de mujeres, entre ellas Guadalupe, afectadas por la desaparición de sus hijos y familiares exigieron a las autoridades que se haga justicia por cada una de las 79,000 víctimas que la Comisión Nacional de Búsqueda ha registrado, así como por los casos de asesinatos en que las autoridades apenas han investigado.
Para Guadalupe, han sido 10 años de marchas, de presionar a agentes de investigación, de viajar de un estado a otro, de realizar búsquedas en fosas clandestinas, de desgaste físico y mental. Pero la travesía ha dado frutos. Hace un mes consiguió que un juez dictara una sentencia contra tres personas por la desaparición de su José Antonio.
“Mi hijo no sabía lo que estaba sucediendo en Coahuila ni yo como mamá, no sabíamos que en el norte del país, y sobre todo en ese estado, estaban viviendo Los Zetas y que con la complicidad de las autoridades hacían todos sus latrocinios”, explica Guadalupe.
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Los anteriores fueron años difíciles para ella, sobre todo porque vive en la Ciudad de México y cada vez que viajaba a Coahuila para pedir a la fiscalía local que investigara el caso de su hijo, la petición era rechazada. Después llevó el asunto a la antigua Procuraduría General de la República (PGR), que trabajó con lentitud pero al final obtuvo sentencias contra tres implicados en la desaparición del joven.
Al mismo tiempo que buscaba justicia ante las distintas autoridades, Guadalupe creó el grupo Fuerzas Unidos por Nuestros Desaparecidos en Coahuila y en México (Fundec-Fundem), que participa año con año a la Marcha por la Dignidad Nacional.
Guadalupe reconoce que la búsqueda de justicia le ha significado mucho desgaste. Pero sigue marchando porque todavía no sabe dónde está José Antonio y también lo hace para apoyar a sus compañeras. “Este 10 de mayo es de mucho dolor, pero mis compañeras, la gente que está en mi misma condición, sufrimos lo mismo y tratamos de abrazarnos, darnos esperanzas unas a otras”.
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“Nos han quitado parte de nuestra vida”
En la memoria de Ana Luisa Romo sigue vivo el recuerdo del último 10 de mayo que pasó con su hijo, Noé Antonio Méndez Romo. Fue en el 2010 y el joven, de apenas 18 años, le dio 300 pesos de regalo para que se comprara lo que quisiera.
Un mes después, la tranquilidad de la familia Romo se interrumpió. El 28 de junio, Noé aprovechó su día de descanso para ir a ver a su novia y a las 21:27 horas le envió un mensaje a su mamá avisándole que ya iba hacia su casa.
A las 22:30 horas, Ana Luisa intentaba comunicarse con su hijo, pero el celular la mandaba a buzón. Y a las 23:15 horas, la novia del joven comenzó a recibir amenazas telefónicas para que dejaran de tratar de contactar a Noé.
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“Ahí es cuando sentí el golpe, era un presentimiento de que algo estaba pasando. Esa noche no pude dormir, cuando dieron las cinco de la mañana salí a buscarlo a todos los hospitales y a la policía municipal, eso hice toda la semana, pero en ningún lugar lo encontré”.
Como no recibió apoyo de las autoridades locales en los primeros siete años de la desaparición, Ana Luisa decidió integrarse al colectivo Voz que Clama Justicia por Personas Desaparecidas. Con el grupo marchó este 10 de mayo en la Ciudad de México, es la tercera vez que lo hace este año.
“La primera vez que fui al ministerio público en (el municipio de) Gómez Palacio, un judicial me preguntó: ‘¿Trae una fotografía?’, y cuando se la mostré me la arrebató y me dijo: ‘Su hijo tiene cara de malo, se lo llevaron a trabajar’. Ese fue otro golpe muy fuerte”, cuenta Ana Luisa.
Luego de todas estas experiencias, la madre de la víctima decidió llevar su lucha a la calle. Este lunes, junto con cientos de mujeres y hombres que también reclamaban, Ana Luisa caminó con una fotografía de su hijo en la mano. “Hoy no hay nada que festejar, nos han quitado parte de nuestra vida, estamos aquí para exigir que nos devuelvan a nuestros familiares“.
“Quisiera que fuera una pesadilla”
Cada 10 de mayo, Ivonne Maribel Rascón se sorprende por la cantidad de chihuahuenses que participan en la Marcha por la Dignidad Nacional. Su hijo, Jorge Iván Parra Rascón, desapareció el 18 de agosto del 2012 y desde ese momento calcula que se ha triplicado la cantidad de víctimas en Chihuahua. De diciembre de 2018 a septiembre de 2020, la entidad fue la décima con mayor número de desapariciones reportadas por las autoridades.
El 10 de mayo, Ivonne llegó muy temprano al Ángel de la Independencia en la Ciudad de México junto con integrantes del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres (CEDEHM), organización que le ha brindado acompañamiento ante la inacción de las autoridades de Chihuahua.
“Desgraciadamente en el estado de Chihuahua son muy pocos los elementos policiacos, por lo mismo, muchos no quieren entrar a desempeñar el papel de autoridad, y los que hay no actúan por temor a los grupos criminales”, detalla.
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Ya son ocho años desde que inició la búsqueda de Jorge, quien fue secuestrado por un grupo armado a unas calles de su casa, justo cuando regresaba de ver a su novia. Hasta ahora son pocas las pistas sobre su paradero. La investigación realizada por la fiscalía de Chihuahua, en colaboración con la madre de la víctima, apunta a que personas cercanas a Jorge pudieron haber participado en el delito, pero solo es una hipótesis que no ha sido corroborada en ocho años.
La vida de Ivonne cambió a raíz de la desaparición de su hijo. El 10 de mayo lo recuerda como una fecha especial en la que se reunía con Jorge para salir a comer. Ahora ese día lo ocupa para salir a marchar y exigir justicia. “Yo desde el 18 de agosto del 2012 no tengo nada que celebrar y mi corazón está triste, esta es nuestra horrible realidad y quisiéramos que fuera una pesadilla”.
“Es el primer 10 de mayo sin mi mamá”
A diferencia de las personas que llevan años exigiendo justicia, Josué Moctezuma Monrroy y su hermana Minely apenas se sumaron este recorrido. El de este lunes fue el primer 10 de mayo que no festejaron. Fue la primera ocasión que ambos salieron a protestar por el asesinato de su madre, Verónica Monroy Valdez, registrado el pasado 8 de febrero en Tecámac, Estado de México.
“Hoy no puedo festejar a mi mamá porque la mataron”, se lee en el cartel que Minely carga en la manifestación, mientras su hermano Josué sostiene una foto de su madre.
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Si bien a Verónica la asesinaron hace apenas tres meses, en cuanto a la impartición de justicia su caso tiene mucha similitud con crímenes ocurridos hace años: las autoridades se niegan a investigar o lo hacen muy lento. Y los familiares de las víctimas tienen que ejercer presión para que no haya un carpetazo al expediente.
“Exigimos a las autoridades que las investigaciones se lleven a cabo por la vía adecuada y exigimos justicia para que la muerte de mi mamá no quede impune”, reclama Josué.
Tanto él como Minely cuestionan que la Fiscalía General del Estado de México tipificó como homicidio el asesinato de su madre, consideran que pudo haber sido un feminicidio perpetrado por gente cercana a ella.
Josué relata que el 8 de febrero, luego de que su mamá no contestó varios mensajes y tampoco le abrió la puerta a una vecina, él y su hermana se movilizaron su casa y ahí la encontraron muerta.
“Es muy triste, este es el primer 10 de mayo que no está con nosotros mi mamá, a lo mejor las celebraciones no eran tan grandes, pero las hacíamos con mucho gusto, definitivamente a raíz de esto va a haber un gran cambio, va a haber tristeza y dolor”, dice Josué.
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