Estadounidenses desaparecidos en México, en espera de justicia Estadounidenses desaparecidos en México, en espera de justicia
La impunidad ha alcanzado a mas de 500 estadounidenses que han desaparecido en México.

Los hermanos Víctor y Luis Felipe Aguayo viajaron de Estados Unidos a México para intentar salvar la vida de su papá, pero en lugar de eso fueron víctimas del delito de desaparición y su paradero es desconocido para su familia.

El papá de los hermanos Aguayo Osorio estaba de vacaciones en su pueblo natal, Villa de Ramos, San Luis Potosí, cuando el 15 de mayo de 2021 sufrió un infarto. En cuanto se enteraron, Víctor, de 48 años, y Luis Felipe, de 28 años, tomaron su camioneta y salieron desde Houston, Texas, para ir por su padre y regresar con él a los Estados Unidos, país al que había migrado desde que tenía 30 años y donde ya había tenido una operación de corazón.

La noche del 15 de mayo ambos mantuvieron el contacto con su familia. En su última llamada informaron que estaban en la frontera para cruzar Tamaulipas, luego Nuevo León, y por fin llegar a San Luis Potosí, con el objetivo de trasladar a su papá de nuevo a los Estados Unidos con sus médicos de cabecera.

Horas más tarde, en la madrugada del 16 de noviembre, ni Víctor ni Luis Felipe respondían las llamadas telefónicas o los mensajes. Su papá ya había fallecido a las 05:00 horas y su familia los buscaba para compartir la noticia, sin obetener respuesta.

“Ahorita estamos viviendo en un infierno”, dice Rosa María Aguayo, hermana de Víctor y Luis Felipe. “Despertamos y decimos hoy tiene que suceder algo bueno, pero se hace de noche y no pasa nada. Ya van a ser dos años sin tener información y las pistas que hemos conseguido el gobierno se ha encargado de pisotearlas y desaparecerlas”.

Víctor y Luis Felipe, quienes ya tenían la nacionalidad estadounidense y trabajaban en los ramos de la agricultura y la construcción, son parte de las 564 personas de ese país que se encuentran desaparecidas en México. Aunque se trata de ciudadanos extranjeros, sus casos permanecen impunes, como el de los más de 100 mil mexicanos que han sido víctima del mismo delito.

Esta semana se cumple un mes del secuestro de cuatro estadounidenses en Matamoros, Tamaulipas. Las víctimas fueron encontradas —dos de ellas sin vida— luego de que el gobierno de Estados Unidos exigió a México su búsqueda. 

Pero la suerte no ha sido la misma para los hermanos Aguayo ni para otros estadounidenses desaparecidos. De hecho, los datos muestran que solo una de cada dos personas con esta nacionalidad son encontradas. Del resto aún no se sabe su paradero.

“Yo creo que todas las personas tienen derecho a ser buscadas. Es muy frustrante ver que por presión de un gobierno en México encuentran a algunas personas en solo dos días, mientras mis hermanos siguen desaparecidos”, critica Rosa María.

El último rastro de Víctor y Luis Felipe se tuvo en Tamaulipas, el estado donde hay más estadounidenses desaparecidos. Ahí se han registrado 177 casos y los municipios de Nuevo Laredo, Matamoros y Reynosa concentran el 85%.

Este es un problema que se extiende prácticamente a todo el país, ya que en 29 de los 32 estados de la República se ha registrado al menos una desaparición de ciudadanos estadounidenses.

La fiscalías estatales no responden a denuncias de estadounidenses desaparecidos

En los casos de estadounidenses desaparecidos las fiscalías que investigan el caso se echan la responsabilidad la una a la otra, los agentes del ministerio público dejan de atender a las familias después de meses y las autoridades de Estados Unidos señalan que no pueden participar en las indagatorias porque el delito ocurrió en México.

Este patrón fue descrito por dos familias que buscan a sus seres queridos. Rosa María dice que primero buscó a la Fiscalía de Tamaulipas por la desaparición de sus hermanos, de ahí la mandaron a la Fiscalía de Nuevo León y luego a la Fiscalía de San Luis Potosí. Lo mismo ocurrió con las comisiones estatales de búsqueda de personas desaparecidas.

Las fiscalías se deslindaron porque Rosa María les explicó que esta sería la ruta que sus hermanos seguirían para llegar a San Luis Potosí para ver a su papá. Al cabo de unos meses de levantar el reporte, ningún ministerio público respondía llamadas ni mensajes de WhatsApp.

“Se nos fueron cerrando todas las instituciones”, lamenta Rosa María, quien también dice que el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) solo le compartió una fotografía del vehículo de sus hermanos cruzando la frontera hacia México y ya no se metieron más al caso porque no estaba en su jurisdicción.

Para Rosa María ha sido complicado seguir de cerca la investigación que realizan las autoridades debido a que ella también vive en Houston, Texas, y en su trabajo no le permiten salir del país en muchas ocasiones.

Una situación similar vivió Magdalena Lira Córdoba, quien busca a su medio hermano José de Jesús Gómez Córdoba, desaparecido el 3 de enero de 2021. Él viajaba desde Dallas, Texas, a Guadalajara, Jalisco, para celebrar el cumpleaños de su mamá.

José de Jesús, de 40 años, dejó de responder los mensajes de su familia luego de que cruzó la frontera de México y entró por Tamaulipas. Su objetivo era cruzar ese estado, luego Nuevo León y de ahí trasladarse a la capital de Jalisco. Solía seguir el mismo trayecto cada tres meses.

“Si no confiaba en las autoridades, ahora sé que no estamos en buenas manos. Realmente no sé qué se necesite para que nos hagan caso”, señala Magdalena, quien reside en Guadalajara. Comparte que un día después de que su hermano dejó de responder mensajes y llamadas fue a la Fiscalía de Jalisco a interponer una denuncia por desaparición, pero de ahí la mandaron a la Fiscalía de Tamaulipas.

En Tamaulipas por fin pudo levantar una denuncia y le asignaron a un agente del ministerio público que en los primeros cuatro meses le respondía mensajes y le contestaba las llamadas. Después de eso ya no obtuvo respuesta.

Otra hermana de José de Jesús que vivía con él en Estados Unidos fue a reportar su desaparición ante el FBI, pero, de nuevo, esta institución solo entregó una fotografía del vehículo que la víctima utilizó para cruzar la frontera con México y no hizo más.

Magdalena admite que, ante los riesgos de viajar a Tamaulipas para participar en las labores de búsqueda y la falta de respuesta de las autoridades, han dejado de insistir en la localización de José de Jesús, quien se dedicaba a comprar viviendas viejas para modernizarlas y luego rentarlas o venderlas.

“Mi hermano el más chico y yo dijimos: pues nos vamos (a Tamaulipas). Luego lo hablamos y, se oye feo, pero pensamos: ¿qué tal si nos vamos y también nos pasa algo?”, dice Magdalena.

Aun con todo lo que han vivido, Magdalena y Rosa María siguen pendiente de cualquier información que las autoridades les puedan proporcionar sobre sus hermanos, víctimas de la crisis de desaparición de personas que hay en México.

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