Familias de migrantes desaparecidos batallan para obtener justicia en México
Los migrantes centroamericanos son parte de los 99 mil personas desaparecidas y no localizadas que hay en México actualmente
Los migrantes centroamericanos son parte de los 99 mil personas desaparecidas y no localizadas que hay en México actualmente
Enfundado en una bandera de Honduras y con una gorra blanca para protegerse de los intensos rayos del sol, Obed Carrasco marchó este 10 de mayo en la Ciudad de México para exigir justicia por la desaparición de su hermano, Aarón Eleazar Carrasco Turcios.
Aarón, originario de Honduras, salió de su país por la falta de oportunidades laborales porque la empresa de seguridad privada donde trabajaba no le pagaba puntualmente. Su sueño era ir a Miami, Estados Unidos, para vivir con otro de sus hermanos y empezar a formar su patrimonio. El joven salió de su país a los 22 años y logró llegar hasta Nuevo Laredo, Tamaulipas, donde desapareció el 26 de abril del 2012.
Debido a que no tenía suficiente dinero para pagarle a un pollero que lo ayudara a cruzar a Estados Unidos, Aarón se quedó a vivir 15 días en Nuevo Laredo. En esa ciudad trabajaba en un taller mecánico y rentó un cuarto desde el que podía llamar por teléfono a su familia en Honduras, pero aquel 26 de abril no se comunicó.
Obed recuerda que esperaron la llamada de su hermano varios días y como ésta no llegaba, decidieron marcar al lugar donde Aarón rentaba un cuarto. Un hombre que se hizo llamar Romero Romero contestó el teléfono y aseguró que no sabía dónde estaba el joven. “Yo no sé nada, él se fue y yo no tengo nada que ver, nosotros somos inocentes“, decía.
La familia de Aarón dice que, por desconocimiento de los procesos legales y la dificultad de viajar a México, en todos estos años no se denunció la desaparición del joven. Fue hasta el pasado 9 de mayo cuando Obed pudo ver cara a cara a una autoridad mexicana, la titular de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB), Karla Quintana, para explicarle lo que había sucedido.
Obed también aprovechó para dejar una muestra de su sangre a la CNB, con el objetivo de que esta dependencia busque a Aarón entre los 52 mil cadáveres que están en calidad de desconocidos en los servicios médicos forenses del país.
“Con tanto tiempo de búsqueda, uno se aferra que aunque sea si está muerto uno lo que quiere es darle una sepultura digna a su familiar, dejar de vivir con esa incertidumbre de no saber dónde está”, expresa Obed.
Las dificultades que ha enfrentado la familia de Aarón para encontrarlo son las mismas experimentan cientos de familias de migrantes desaparecidos. Si bien México no tiene un registro de cuántas personas extranjeras han desaparecido —la CNB solo reporta 57 casos en su base de datos—, organizaciones sociales y familiares de víctimas estiman que podría haber miles de víctimas no reconocidas.
México carga con un largo historia de migrantes desaparecidos y asesinados en su tránsito hacia Estados Unidos. Uno de los casos más conocidos es la matanza de San Fernando, en Tamaulipas, ocurrida hace 12 años. Aunque aún no hay ninguna persona sentenciada, autoridades apuntan a que el grupo criminal Los Zetas secuestró y asesinó a 72 migrantes en el norte del país.
Y aunque ya ha pasado más de una década de ese caso, las masacres contra la población migrante se siguen repitiendo en México. Una muestra es que, en enero de 2021, el Ejército encontró un vehículo con 19 cuerpos calcinados en Camargo, Tamaulipas, de los cuales 16 eran de personas originarias de Guatemala.
Obed opina que la desaparición y el asesinato de migrantes tiene una causa: el endurecimiento de las políticas para frenar el paso a los Estados Unidos, una estrategia que ha llevado a los migrantes a buscar rutas alternativas, aunque en estas se vuelvan más vulnerables a ser víctimas del crimen organizado o de abusos de las mismas autoridades.
En el caso del presidente, Andrés Manuel López Obrador, el endurecimiento contra las personas extranjeras se ha reflejado a través del despliegue de la Guardia Nacional para contener el flujo migratorio desde hace tres años.
“Las autoridades deben entender que los migrantes no pueden ser criminalizados, tienen que respetar sus derechos. Les pedimos a las autoridades que hagan leyes en favor del migrante, no leyes suicidas”, indica Obed.
Difícil acceso a la justicia por migrantes desaparecidos
Desde el 1 de mayo, familiares de 47 personas centroamericanas desaparecidas llegaron a México para exigir justicia por sus seres queridos. Acompañados por la organización Movimiento Migrante Mesoamericano, los extranjeros vistaron Chiapas, Tabasco, Veracruz y la Ciudad de México para reunirse con funcionarios estatales y federales.
Cada familia compartió su historia particular, aunque coincidentes en varios aspectos, por ejemplo, que sus seres queridos migraron de Guatemala, Honduras y El Salvador por falta de oportunidades laborales y económicas. Después está la impunidad, ya que los extranjeros siguen desaparecidos y las autoridades no les han dado respuesta de su paradero, en algunos casos incluso dos décadas después de haberse registrado la desaparición.
“Los que vinieron son los que recibieron una última llamada en México, ellos dicen que sus familiares desaparecieron en México, pero no pueden venir a buscarlos porque tienen cerrada la frontera”, dice Talía Vázquez, directora del Movimiento Migrante Mesoamericano, organización que cada año tramita permisos para que los familiares de extranjeros desaparecidos entren a nuestro país para participar en la marcha del 10 de mayo por el Día de la Madre.
“Nosotros creemos que la gran mayoría de los migrantes desaparecidos están en cárceles, las redes de trata o fueron secuestrados por el crimen organizado, esto es lo que concluimos luego de las entrevistas que hacemos a los familiares”, insiste Talía.
Esto son solo hipótesis de los familiares de víctimas y las organizaciones que los acompañan, pero nada está definido. Mayra Mejía cuenta que su hermano Juan Carlos salió de Honduras el 19 de abril del 2007 porque la fábrica de Pepsi donde trabajaba le daba empleo solo de manera esporádica.
Tres semanas después de que Juan Carlos salió de Honduras, el 14 de mayo, se enteraron de que el Río Bravo se lo había llevado a la altura de Piedras Negras, Coahuila.
Fue un amigo de Juan Carlos, quien también iba rumbo a Estados Unidos, el que llamó a Mayra para explicarle lo que había sucedido. Según la única versión que tiene la familia, el nivel del Río Bravo creció mientras el migrante hondureño atravesaba a los Estados Unidos y la fuerza del agua lo arrastró.
Mayra reportó la desaparición de Juan Carlos ante la embajada de México en Honduras, pero las autoridades no le dieron respuesta del paradero de su hermano.
“Nosotros hemos puesto la denuncia, nos hemos hecho las pruebas de ADN, pero al día de hoy las autoridades solo nos dan largas, no estamos teniendo mucha ayuda”, refiere Mayra.
Después de la marcha del 10 de mayo en la Ciudad de México, las familias centroamericanas que estuvieron en nuestro país con ayuda del Movimiento Migrante Mesoamericano volverán a Honduras, Guatemala y El Salvador. La Fundación por la Justicia y el Estado Democrático de Derecho es otra asociación civil que les ayuda a realizar la búsqueda de sus seres queridos.
Sin embargo, la mayor parte de las 47 familias solo puede venir a nuestro país una vez al año. Los días que están aquí tratan de hablar con autoridades para dar seguimiento a sus casos, pero casi siempre la respuesta es negativa.
“Nos dicen que han mandado oficios, que han a ido a hospitales, que han ido de un lado a otro, pero en realidad no buscan”, concluye Mayra.