La tragedia que debe impulsar esfuerzos para detener el tráfico de personas de Vietnam
Las redes criminales son dependientes del caos del Covid y del Brexit. Ahora más que nunca se necesita la concentración y cooperación internacional para prevenir más tragedias.
Las redes criminales son dependientes del caos del Covid y del Brexit. Ahora más que nunca se necesita la concentración y cooperación internacional para prevenir más tragedias.
Por Mimi Vu, Dorothea Czarnecki y Nadia Sebtaoui
Los juicios en el Reino Unido de los conductores y organizadores de transporte involucrados en la tragedia del camión de Essex en la que 39 vietnamitas fallecieron terminaron en admisiones de culpa y condenas. Vietnam también condenó a los agentes que coordinaron los viajes de las víctimas al Reino Unido y los sentenció a prisión.
Aunque estos son desarrollos positivos para alcanzar alguna medida de justicia para las víctimas, ellos no harán nada para detener el contrabando ni tráfico de migrantes vietnamitas al Reino Unido. Ningún sistema de justicia ha llegado a las mentes maestras ni a los que sacan provecho de este crimen horrible: los grupos de crimen organizado.
Ya fue un año de Essex, y la pandemia de Covid hizo al mundo un lugar muy diferente. Los viajes aéreos internacionales se interrumpieron y no regresarán a lo normal en el futuro cercano. Vietnam es uno de los pocos sitios brillantes del mundo: eliminaron rápidamente la propagación del virus y registraron un poco más de 1,400 casos y 35 muertes. En consecuencia, su resultado económico es prometedor. La manufactura crece, con compañías multinacionales que diversifican su cadena de suministro a Vietnam, lo que significa miles de trabajos nuevos.
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Aún así todavía hay vietnamitas jóvenes que tratan de ir al Reino Unido y a Europa. Los reclutadores ponen mensajes diarios en redes sociales que promocionan trabajos manuales en países como Polonia, Rumania, Hungría, Finlandia y Eslovaquia, con la promesa de una vida de prosperidad relativa. Muchos vietnamitas responden, interesados en ser los primeros en partir tan pronto que abran las fronteras internacionales. Si el riesgo de una muerte anónima en la parte trasera de un camión, el Covid-19 y condenas criminales no pueden detener el contrabando ni el tráfico de vietnamitas al Reino Unido, ¿entonces qué puede?
Primero tenemos que enfocarnos en las causas que hacen que la gente se embarque en este viaje peligroso. Impulsados por el deseo de oportunidades económicas y sociales que creen que son inalcanzables en sus hogares en las provincias del centro de Vietnam, la gente está dispuesta a pagar 30,000 libra o más a los contrabandistas para una “ruta segura” hacia el Reino Unido. Las campañas de concientización no son suficientes para desmentir el mito de una olla con oro al final del arcoíris. Las campañas tienen que acompañarse con programas para proveer oportunidades para una mejor vida en Vietnam, como entrenamientos vocacionales y colocaciones de empleos.
Al mismo tiempo, el tráfico no puede ser considerado un problema de solo el Reino Unido o Vietnam. El negocio es increíblemente lucrativo, e incluye vida salvaje, drogas y piratería, y lo dirigen grupos vietnamitas de crimen organizado basados en países con grandes comunidades en diáspora como Polonia, la República Checa, Alemania y Francia. No es coincidencia que las rutas de contrabando pasen por estos países, y los migrantes vietnamitas seguido se convierten en víctimas de explotación en su camino al Reino Unido. Los perpetradores pueden ser de origen vietnamita, pero son ciudadanos europeos cometiendo crímenes en tierra europea.
Una de las mayores deficiencias en las respuestas del Reino Unido y de la Unión Europea al contrabando y crimen organizado vietnamita es la falta de experiencia y recursos para trabajar con víctimas y comunidades en diáspora. Un buen primer paso en 2020 fue el apoyo de oficiales vietnamitas a la policía de Escocia, aportan experiencia en lingüística y cultura muy necesaria. Esta cooperación a través de fronteras tiene que ampliarse para incluir a países de tránsito de la Unión Europea y una estrategia a largo plazo y un presupuesto para confrontar los niveles más altos del tráfico y del contrabando vietnamita.
La triste realidad es que los migrantes vietnamitas en el camión solo se consideran víctimas porque murieron, trágicamente y muy públicamente. De otra forma, ellos se considerarían inmigrantes ilegales sin contemplar como los explotaron o victimizaron antes de llegar a Essex. Para avanzar, tenemos que reconocer a las víctimas sin importar dónde están en su camino y cambiar nuestras soluciones y respuestas para alcanzar al siempre cambiante negocio de tráfico y contrabando de personas transnacional. Las redes criminales ahora dependen del caos del Covid, del Brexit y de la recesión económica para alejar la atención de ellos, pero los gobiernos, ONGs, el sector privado y las fuerzas policiales deben mantenerse concentrados y coordinados. Siempre viene otra tragedia de Essex.