Criar no significa obediencia, hay opciones menos frustrantes de hacerlo
Al educar a tus hijas o hijos, no busques la obediencia; es preferible fomentar una “educación más amable y menos directiva” para obtener buenos resultados.
Al educar a tus hijas o hijos, no busques la obediencia; es preferible fomentar una “educación más amable y menos directiva” para obtener buenos resultados.
Antes de ser mamá o papá, imaginamos que nuestros hijos e hijas van a ser “los más educados y obedientes que jamás haya conocido alguien”. Pero, una vez que la maternidad y la paternidad se vuelven realidad, vemos cómo nuestro pequeño de tres años de edad no nos hace caso.
Sin embargo, en la crianza no debemos buscar la obediencia. Si eres de los padres que constantemente intenta que su hija o hijo siga las órdenes al pie de la letra, haz un alto y opta por una educación más amable y menos directiva, propone Diana Rodríguez, psicoterapeuta de Elige ser feliz. Desarrollo humano.
Con frecuencia, la psicoterapeuta escucha decir a los padres de familia algunas de las siguientes expresiones o “reclamos” sobre que sus hijos no obedecen:
- Mi hijo no me hace caso cuando le digo que guarde sus juguetes.
- Mi niña no se pone la pijama cuando es hora de dormir.
- A mi pequeño no le gusta lavarse los dientes.
- Mis hijas nunca recogen sus platos después de cenar.
Cuando las niñas y niños desobedecen, lo más importante es mantener la calma. “Si nos sentimos desafiados o burlados, nos puede dar mucha rabia y podemos actuar equivocadamente”, de acuerdo con UNICEF.
¡Respira profundo!
Para la psicóloga Rodríguez, hay que tomar en cuenta que los niños no piensan igual que los adultos y evitar que solo obedezcan: “yo les preguntaría a los papás y mamás ¿qué tan dispuestos están en fomentar una crianza acorde a las necesidades de la etapa de desarrollo de su hijo y, en lugar de dar órdenes, aprender a dar instrucciones a través del juego?”.
Los niños pequeños necesitan espacios donde se sientan libres de expresar sus alcances creativos y las exigencias irán creciendo de acuerdo con su edad y madurez. Un pequeño estará cambiando constantemente sus focos de atención y sus impulsos se puedan llegar a desbordar y ¡es normal!
Entonces, hay que optar por una disciplina menos directiva y más enriquecedora, la cual se puede lograr a través del juego.
“Jugar es una excelente estrategia para el establecimiento de reglas en casa”.
– Diana Rodríguez, psicoterapeuta de Elige ser feliz
Alternativas más amigables de crianza
Entre los tres y cinco años de edad, niñas y niños están en condiciones de incorporar hábitos de higiene, de orden, de convivencia social, etcétera.
Adquirir esos hábitos requiere un esfuerzo, pues “sin estímulo no hay motivación para el esfuerzo, y el mejor estímulo para los niños es la atención de los adultos que los quieren y los cuidan. Debemos asegurarnos de que reciban atención por lo que hacen bien y no por lo que hacen mal”, señala UNICEF.
A continuación, la psicóloga Diana Rodríguez te propone algunas estrategias para lograr que tus hijos te hagan caso de una forma menos directiva y más amable. “Hay que recordar que alguna vez fuimos niños y que el juego formó parte muy importante para hacer las cosas”, dice.
- En lugar de decir “ponte la pijama”, di a tu pequeña o pequeño: “hoy podemos irnos saltando como conejos a ponernos la pijama porque ya es hora de dormir”. Dependiendo de la edad de tu hija o hijo, puedes adecuar la instrucción para darle al niño un aprendizaje más integral y que no solo sea seguir la orden, sino ampliar su campo de entendimiento.
- En lugar de decir “levanta tus juguetes” opta por preguntar: “¿ya terminaste de jugar? ¿A dónde van los juguetes? ¿Necesitas que te ayude a guardarlos?” Podemos cantar describiendo dónde va cada cosa y ver cómo responde el pequeño. Si no puede guardar sus juguetes solo, hay que ofrecerle apoyo.
- En lugar de gritarle “deja de llorar”, la experta sugiere darle un abrazo y decirle: “te voy a abrazar hasta que dejes de llorar y después me dices qué pasa”. Si no acepta el abrazo, el adulto puede continuar con sus actividades y estar pendiente por si el infante necesita desahogarse, pero hay que intervenir cuando intente hacerse daño o lastimar a otros.
- En lugar de decir “deja de gritar”, puedes dirigirte a él o ella, sin gritar, y decirle: “sé que estás feliz (o enojado), pero no es necesario gritar. Dime, ¿qué necesitas?”.
Este artículo se publicó originalmente en Baby Creysi. Consúltalo aquí.