Paternidades trans: revolucionando a las familias mexicanas
Cuando Alex decidió gestar a su hija recibió muchas críticas en foros de hombres trans por reproducir los roles de género, pero él lo vio como una manera de cumplir su sueño.
Adrián* es un hombre trans de 32 años que nunca pensó ser padre, pero desde hace tres años adoptó a las hijas de su pareja y su forma de ver la paternidad cambió, ahora hasta le gustaría tener otro bebé. Lo que hace dudar a Adrián es que si su novia se volviera a embarazar podría ser de alto riesgo, como pasó con Kevina* la hija más pequeña.
En contraste, Alex, hombre trans de 43 años, siempre quiso tener hijas e hijos. Cumplió su sueño cuando nació Kalyani hace diez años del vientre de su entonces esposa y cuando él mismo parió, acompañado de una nueva pareja, a Victoria, su segunda hija, quien acaba de cumplir tres años.
Estas son algunas de las múltiples formas de paternar de los hombres trans: adoptando, gestando ellos mismos o acompañando a sus parejas a gestar. Sin embargo, no hay datos oficiales en México sobre cuántos hombres trans están ejerciendo la paternidad. La información disponible proviene del estudio “La situación de acceso a derechos de las personas trans en México: problemáticas y propuestas”, de la embajada de Estados Unidos en México, la cual indica que 11% de las personas trans encuestadas tienen hijas e hijos; 2.9% son hombres trans y 7.6%, mujeres trans.
En México, 19 de las 32 entidades federativas reconocen legalmente la identidad de género autopercibida, por lo que una persona trans puede pedir la corrección en su acta de nacimiento e identificaciones oficiales de acuerdo con la identidad de género con la que se identifique. Sin embargo, aún hay poca información sociodemográfica sobre las personas trans en el país, dice el informe de la embajada estadounidense.
Enfrentando la discriminación
Cuando Alex y su actual pareja, Fernanda, acordaron tener un bebé sabían que en ese momento de sus vidas lo mejor era que él se embarazara, puesto que Fernanda viajaba cada fin de semana siete horas desde los Altos de Jalisco a la Ciudad de México para estudiar. Fue entonces que acudieron a una clínica de reproducción asistida, allí Alex recuerda un diálogo que lo molestó:
—Oye, pues ahora que ya vamos a realizar la inseminación, pues quítate la barba y ponte una batita de embarazada —, recuerda que le dijo alguien del personal médico.
—Ni al caso […] yo sigo siendo su papá, o sea, simplemente me voy a encargar de la labor de (parto), pero no significa que voy a cambiar mi función dentro de la familia, ni mi función social— respondió Alex.
Aunque sabe que muchos de esos actos de discriminación se deben al desconocimiento, Alex y Fernanda decidieron cambiar de clínica, donde pudieron continuar con el proceso de inseminación artificial y después de nueve meses, traer al mundo a Victoria en la ciudad donde viven.
El trato poco ético en el sector salud es constante en la vida de los hombres trans, no sólo al momento de gestar.
Para Jason Jafet Flores Ramírez, quien colabora con la Red de Familias Trans y en Casa Frida Refugio LGBTIQ, en la Ciudad de México, en el ámbito de la salud sexual y reproductiva se tienen grandes retos. Jason ha conocido a hombres trans con embarazos no deseados, debido a que no se les informó que a pesar de llevar un tratamiento hormonal (hay personas trans que toman hormonas para adaptar sus características corporales al género con el cual se identifican) siguen siendo fértiles.
También a aquellos que deciden gestar y llevan un tratamiento hormonal, —apunta Jason— se les tiene que dar a conocer que la testosterona atrofia el útero, evita la generación de mucosa para que se implante el óvulo fecundado y causa algo similar al ovario poliquístico, por lo tanto, pueden tener embarazos ectópicos (fuera del útero) y lo recomendable es que se deje de tomar hormonas seis meses antes de intentar embarazarse. Además, después del parto se debe revisar que no hayan quedado restos de placenta.
“Se tiene que trabajar muchísimo, desde de que vamos (los hombres trans) a endocrinología o cuando toca hacer un chequeo ginecológico […] La verdad es que son muy pocos los especialistas que están listos para recibir a población trans, hay mucho mito”, dice el activista y terapeuta.
De acuerdo con la Encuesta sobre Discriminación por Motivos de Orientación Sexual e Identidad de Género (ENDOSIG) 2018, un 32.1% de los hombres trans participantes sintió discriminación en los servicios de salud por su orientación sexual o identidad de género.
La calle y el transporte público son los lugares donde los hombres trans han sentido una mayor discriminación durante los últimos 12 meses, solo después de la iglesia, señala la ENDOSIG.
En los tres años que llevan siendo familia, Adrián y Kevina han pasado por situaciones discriminatorias en la vía pública. Kevina recuerda que cuando estaba rapada fueron a una tienda y la señora le dijo niño, mientras que a Adrián le dijo niña.
“No entiendo por qué la gente no entiende, no es nada difícil entender: cada quien es quien quiere, como quiere, punto […]. Se me hace muy grosero que la gente no intente entender, claro que cada quien piensa lo que quiera, pero para mí no tienes que decir que es trans o lo que sea, tienes que decir que es un hombre y ya“, opina Kevina, de 11 años.
Retos de las paternidades trans
Quizás por experiencias como la que cuenta Kevina, para Adrián el principal reto que tienen como familia diversa son las “etiquetas” que se le ponen a las personas.
“Entiendo la parte de la lucha, de la visibilidad, porque si no hubieran sido visibles no podríamos tener acceso a esas cosas, pero si no tuviéramos esas etiquetas desde un inicio tendríamos acceso a esas cosas (reconocimiento del género en el que se perciben o identifican). Al final del día soy un hombre, yo no uso la palabra trans, sabemos que somos diversos, pero preferimos no hacerlo (público) por esta idea de que no tendríamos por qué andarlo diciendo“, refiere.
Por su parte, Alex menciona que si bien su círculo más cercano está conformado por personas deconstruidas (que se cuestionan los roles y estereotipos que hay sobre hombres y mujeres), eso es un privilegio, porque fuera de esos espacios la cosa cambia.
“Hay mucha ignorancia, hay mucha falta de empatía, cuesta trabajo, pero […] a mi hija yo no le quise tapar el sol con un dedo, siempre le he dicho que salió de la panza de su papá y no tiene problema con decirlo ahorita, más adelante ya en la escuela no sé cómo le vaya a ir”, dice.
Muchas veces la discriminación hacia las paternidades trans inicia desde las instituciones, con la falta de cifras oficiales respecto a las personas trans.
Luz María Galindo Vilchis, investigadora de la Facultad de Estudios Superiores Aragón de la UNAM, explica que el Estado no ve importantes a los grupos que piensa son minorías.
“Se considera que es muy poquita la población, aparentemente, pero yo creo que tiene que ver con toda la discriminación que se vive en la sociedad y además en el Estado […] yo te diría, si no hay investigación de las familias lesbomaternales u homoparentales, menos de las familias trans”, dice la especialista.
Esta situación, señala Luz Vilchis, afecta porque generalmente para el desarrollo de política pública se pide la estadística y cuando no hay estadística no hay programas. El estudio de la embajada estadounidense menciona: “en cuestiones sociodemográficas es difícil exponer cifras exactas (de las personas trans) porque son personas englobadas dentro de la comunidad LGBTI y no se les toma en cuenta en los conteos, censos, proyecciones de población ni en las encuestas nacionales sobre discriminación”.
Jason Flores coincide en la importancia de tener indicadores sobre la población de la diversidad sexual. “Si tú no conoces cuánta población trans tienes, en qué condiciones está tu población, ¿cómo vas a ser política pública que atienda realmente? […] Por ejemplo, yo cómo me acerco al Gobierno de la Ciudad de México y le digo: ‘necesitas tener ginecólogues especializades en tus clínicas […] para atender a hombres trans’, ¿cómo le exijo eso con números?, ¿cómo le digo? ‘tienes tantos hombres trans en Ciudad de México que necesitan atención ginecológica’”.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) 2017, el 71.2% de las personas participantes consideran que se respeta poco o nada los derechos de las personas trans.
Deconstruyendo las familias
Desde el punto de vista de Luz Vilchis, ante la invisibilización del Estado, las familias con integrantes trans están generando sus propios grupos para acompañar los procesos de transición de sus hijas, hijos e hijes.
“Hay diferentes grupos, porque se está trabajando en diferentes niveles, y hay un grupo que se llama de transacompañamiento, donde hay familiares que les acompañan en el proceso, porque no es sencillo, pero son familias que están interesadas”, explica la académica.
Mientras que Jason señala: “las organizaciones que trabajamos por familias ya traemos, no solo la visión del individuo trans, sino de lo trans como una familia […] tanto la familia de origen como a las familias que formamos, porque también las familias que estamos formando las personas trans, sobre todo de mi generación, no se parece nada a las familias cis género (personas que se identifican con el género asignado al nacer)”.
El tema de la deconstrucción también tendría que interesar a los hombres trans. Alex Reyes recuerda que cuando decidió gestar a su hija Victoria, a los 40 años, recibió muchas críticas en foros exclusivamente trans masculinos, esto, por hacer algo considerado muy femenino después de su transición (cambio de género), donde incluso se quitó los senos.
“Entonces, eso es un súper reto: deconstruirnos, porque creo que yo no perdí ni por un momento mi identidad, mi género, por haber gestado […] yo lo veía simplemente como es un órgano que tengo y no sé, si tuviera un riñón extra y estoy padeciendo insuficiencia renal, pues lo voy a tomar, lo necesito, no tengo que considerar nada”, dice el padre de Kalyani y Victoria.
Santiago Merlo, activista trans de Argentina, asegura en su artículo “Paternidades trans: Desde dónde venimos y hacia dónde vamos. Reivindicaciones y Horizontes“, que “otras masculinidades y paternidades son posibles, nada es tan lejano ni inmodificable. Si, como personas trans, pudimos cambiar nuestro destino aparentemente prefijado y crear otro rumbo, soltando expectativas, vos también podés cambiar tus prácticas que nos excluyen”.
Para cambiar la forma en que se ejerce la paternidad hay dos cosas de las que Adrián habla: el amor y la formación. Para él, ser padre es:
“Como algo vivencial, pero como que lo asocio un poco más a esta parte formativa […] yo que soy profesor, desde las artes marciales, como que ahí puedes moldear un poquito la parte de los valores […], pero ya cuando son un poco más directos y viven contigo es como toda una labor para formarlos, pues no sé, como en amor”, asegura el papá de Kevina.
Y el amor se nota cuando Kevina dice que al principio Adrián le parecía raro, porque era muy amable y le daba té, chocolates o le compraba aretes, porque su propio padre biológico no era así.
Para Alex ser padre es algo muy natural, muy normal. “Yo soy el papá, hago las cosas que hacen los papás […] yo me encargo de mi niña normalmente por las tardes, lavo toda la ropa de la familia. Ha sido bastante común, digo, fuera del asunto de la gestación”.
* No son los nombres reales de las personas, para fines de este texto pidieron ser llamadas así.
Para los hombres cis o trans que quieran explorar nuevas formas de paternidad, la Red de Familias Trans realizará un taller para todos aquellos que estén adoptado la figura paterna en la vida de las infancias y adolescencias LGBTTTIQ+, no importa si son tíos, abuelos o padrinos, el objetivo es que quieran ser un buen ejemplo de masculinidad, que quiera reflexionar sus paternidades.