Los científicos que ven el futuro y anticipan la pérdida de manglar Los científicos que ven el futuro y anticipan la pérdida de manglar
Portada: Causa Natura Media

La ciencia en Baja California Sur sobre manglares ha pasado de cuantificar las pérdidas del presente y el pasado a predecir los riesgos futuros. Una metodología que anticipa qué bosques de manglar son más vulnerables a la actividad humana, con la intención de revertir la tendencia de desaparición en el noroeste de México y a nivel global.

El 50 % de los bosques de manglar en el mundo están en riesgo de colapsar para el 2050, de acuerdo con la primera evaluación mundial de manglares para la Lista Roja de Ecosistemas (LRE) de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

La LRE evalúa y monitorea la “salud” de los ecosistemas globales, las amenazas que enfrentan estos entornos y las formas de reducir los riesgos y la pérdida de biodiversidad. En la evaluación de la UICN, la mayoría de los manglares mexicanos se encuentran vulnerables.

En México, la única herramienta oficial que existe para evaluar los bosques de manglar es el Sistema de Monitoreo de Manglares de México que indica que Baja California Sur tiene una disminución constante de superficie de manglar desde el 2010 y que la región Pacífico Norte, de la que forma parte, ha perdido 6300 hectáreas de manglar entre 2015 y 2020, que equivalen a la superficie de casi 9000 canchas de fútbol del Estadio Azteca.

Con la idea de ir más allá de cuantificar las pérdidas, Valentina Platzgummer, investigadora en el Centro para Biodiversidad Marina y la Conservación (CBMC) junto a Fabio Favoretto, experto en Ciencia Marina y Octavio Aburto, científico, buzo y fotógrafo, desarrollaron una herramienta para identificar cuáles son los bosques de manglar susceptibles a disminuir a causa de la actividad humana y así anticiparse al riesgo y prevenirlo.

“La ciencia es muy buena en cuantificar las pérdidas, pero podemos ser más proactivos como comunidad científica y proporcionar herramientas que ayuden a conocer el estado de salud de los ecosistemas, a priorizar las intervenciones basadas en el nivel de riesgo y que fomenten políticas que prevean la anticipación”, consideró Platzgummer.

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Playa y parches de manglar en El Comitán, una comunidad al noroeste de México. Foto: Eduardo León-Solórzano / Centro para la Biodiversidad Marina y la Conservación A. C.

IAM: evalúa el riesgo para la toma de decisiones

El primer acercamiento a los bosques de manglar mexicanos fue en las playas de Bahía Banderas, ubicadas entre los estados de Jalisco y Nayarit. Platzgummer conoció la zona y atestiguó cómo la construcción de hoteles desaparecía uno a uno los parches de manglar y la vida que albergan. Veía como un pajarito era sustituido por un camastro y los parches de manglar por clubes de playa de los hoteles.

“En ese momento yo ya tenía clara la relación que existe entre la productividad pesquera y los manglares como hábitat de crianza de especies de peces de importancia comercial gracias a los estudios del científico Aburto”, explicó Platzgummer.

El interés personal por hacer algo que redujera los impactos a los bosques de manglar a nivel global la llevó a desarrollar, junto a Favoretto y Aburto, una manera de evaluar el riesgo de pérdida de manglar en su tesis de maestría.

De entre más de 3 mil variables concluyeron que la forma más sencilla de calcular el riesgo era a través de un catálogo que considera la distancia de las amenazas antrópicas, entendidas como aquellas que son producidas por la actividad humana, como carreteras, viviendas, hoteles, proyectos de acuacultura, entre otros, con respecto al parche de manglar en un horizonte temporal de 10 años. A este cálculo le denominaron Índice de Amenaza de Manglares (IAM). Entre más lejos esté la amenaza, menor es el riesgo de pérdida del manglar.

“No solo la reducción de área traduce el impacto de las actividades antropogénicas en el manglar, pero era la medida más sencilla que teníamos de averiguar, a simple vista, si habían impactos o no”, dijo Platzgummer.

Para validar la efectividad del IAM se calculó el riesgo de pérdida en 2010 para los parches de manglares en 130 celdas de un kilómetro cuadrado escogidas aleatoriamente a nivel global: el 78% de los manglares analizados tenía un alto riesgo de perderse.

Posteriormente se comparó con los manglares que, efectivamente, se perdieron en 2020, y resultó que el 98% del 78% que estaba en alto riesgo, perdió cobertura.

También se calculó el riesgo de pérdida para todos los manglares del mundo en el mismo periodo y obtuvieron resultados similares a los de Sinaloa, por lo que Platzgummer señaló que es una herramienta que funciona a nivel regional y global.

Una vez hecho el cálculo del riesgo, Fabio Favoretto, experto en ciencia de datos, creó un plugin o extensión que se agrega al QGIS, un software libre para el manejo y visualización de información geográfica, para hacer la herramienta accesible a todo público, de manera que sea útil para la toma de decisiones.

“Es una herramienta que permite calcular de manera sencilla las distancias y a partir de esas distancias, crear un índice relativo a la zona que estás analizando, que te devuelve valores entre 0 y 1. Los valores más altos (de 0.7 a 1) indican parches de manglar que tienen un mayor riesgo de pérdida, por su mayor proximidad a las amenazas antrópicas alrededor”, indicó Platzgummer y agregó que la idea es que la herramienta final se pueda utilizar desde el móvil, como app, para que políticos, grupos ciudadanos y cualquier tipo de usuario pueda usarla de manera sencilla, sin tener que entender de sistemas geoespaciales.

Hay otras formas de medir el riesgo, que utilizan metodologías diferentes y que implican procesos muy largos y complejos. Aunque Platzgummer reconoce que son valiosas, se vuelven poco prácticas para la toma de decisiones y para frenar el impacto provocado por la actividad humana.

La científica comentó que otros índices se centran en evaluar el pasado o las condiciones actuales de los manglares, por lo que proyectar a futuro y anticipar la pérdida es lo que caracteriza al IAM. “Estamos conscientes de que el tema es más complejo, y aunque esta medida simplifica muchísimo la realidad, ayuda a tomar decisiones urgentes y rápidas, y se puede aplicar anualmente, lo que ayuda a incidir en las políticas de planificación”, señaló.

Platzgummer también aclaró que el IAM no garantiza que se va a perder extensión de un manglar inevitablemente, sino que indica la probabilidad de que esto suceda.

Este tipo de análisis ya se aplica por ejemplo para los impactos del cambio climático, donde por ejemplo, se menciona que hay un mayor riesgo ante huracanes y eventos climáticos extremos, lo cual no indica que necesariamente habrán huracanes cada año sino que es más probable que aumenten en frecuencia e intensidad.

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Sesión de planeación comunitaria convocada por CMBC a la que asistieron personas interesadas en conservar los manglares de El Comitán. Foto: Benigno Guerrero

Crear comunidad para conservar manglares

La ciudad de La Paz es la capital del estado de Baja California Sur, al noroeste de México. Alberga 17 comunidades de manglar, de las cuales 16 se encuentran bajo presión por el crecimiento urbano de la ciudad.

Para evaluar el riesgo, en mayo de 2024, el CBMC aplicó el IAM a 16 de los manglares de la Bahía de La Paz, considerados más cercanos a la urbanización, y obtuvo que el 51 % están bajo la categoría de “alto riesgo”; el 7.84 % en riesgo medio-alto; el 23.53 % en riesgo medio; y el 17.65 % en bajo riesgo de pérdida.

Los factores de presión resultaron similares en todos los puntos: desarrollo urbano y cambio de uso de suelo vinculado a la expansión urbana.

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Mapa del riesgo de pérdida de manglares en la Bahía de La Paz. Fuente: CBMC

De los resultados que obtuvieron, notaron que el bosque de manglar de El Conchalito presentó un riesgo de perdida relativamente bajo a pesar de su cercanía a la mancha urbana. Esto se lo atribuyen a las acciones de restauración pasiva que realizan Las Guardianas de El Conchalito, un grupo de 14 mujeres que desde 2015 se organizaron para proteger este ecosistema a través de vigilancia, delimitación con rocas e impedir el acceso de vehículos al manglar y letreros para educar a los usuarios.

“La restauración pasiva que hicieron en El Conchalito se reflejó en un índice de riesgo más bajo en el manglar, a pesar de su cercanía a la mancha urbana. Esto se debe a que las piedras disminuyen el impacto del acceso de carros. En este caso el IAM nos dice cómo esa medida de restauración pasiva sí funciona a la hora de bajar el riesgo de pérdida, porque aumenta la distancia entre el impacto antropogénico (los caminos) del manglar”, señaló Platzgummer.

Por otra parte, el bosque de manglar de El Comitán arrojó el riesgo más alto en toda la bahía y por lo tanto se determinó que era prioritario atenderlo. El equipo del CBMC, inspirado en el ejemplo de Las Guardianas, impulsó en marzo de 2024 el proyecto Futuro desde las Raíces que tiene por objetivo ampliar la conservación de manglares a través de la participación ciudadana y acercar la ciencia a la población.

“Desde hace varios años el CBMC ha impulsado la diplomacia científica, lo cual significa que la ciencia no se quede sólo en un nivel académico, sino que se ponga a disposición de la sociedad en general”, comentó Marisol Plascencia, directora de la organización.

A raíz del caso de Las Guardianas, Magali Ramírez, coordinadora del monitoreo ecológico en el CBMC, identificó que era importante la participación de la comunidad para el éxito de la conservación de un manglar. Por eso convocaron a una reunión pública con las personas interesadas en colaborar en la conservación de El Comitán.

“Uno de los objetivos principales es el co-diseño de una estrategia de conservación anticipada por los vecinos y los usuarios de la playa y el manglar de El Comitán. Después de dos sesiones de talleres participativos con los vecinos se crearon tres ejes de acción principales: la estrategia de restauración pasiva a través de las piedras; la gestión de residuos; y la educación ambiental”, explicó Platzgummer.

A la primera reunión acudió Alejandra Chávez, que vive en El Comitán desde 1998, bióloga e integrante del Centro de Asesoría para la Sustentabilidad Ambiental, una asociación dedicada a la conservación ambiental.

El Comitán es su “patio trasero”. Acude a caminar, a pasear a sus perros, a ver las estrellas, o para reunirse con la familia y amistades. Es un espacio para despejar su mente y para apreciar la naturaleza.

“Cuando llegué a La Paz, prácticamente llegué a vivir a esta colonia. Me enamoré del desierto, del contraste del desierto con el mar, la zona costera, un apego fuertísimo, porque además es mi área de estudio”, dijo Chávez.

Durante las reuniones, Chávez ha aportado de manera voluntaria sus conocimientos como bióloga para definir los sitios de conservación; mapear los caminos que deberían quedar habilitados para el tránsito de autos que no pongan en riesgo al manglar; pintar y colocar letreros y limpiar la playa. En estas actividades también colaboran otras iniciativas con las que hacen sinergias como la plataforma Es Mi Playa, Mi Barrio y Mar Libre.

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Alejandra Chávez y jóvenes voluntarios en una actividad de colocación de letreros en El Comitán. Foto: Daniela Reyes

En Semana Santa, la playa recibe a cientos de familias sudcalifornianas que acuden a acampar, como es tradición en Baja California Sur.

También hay una colonia vecina que está integrada en un gran número por residentes extranjeros, principalmente jubilados y provenientes de los Estados Unidos y Canadá que ocupan las residencias una temporada del año. El manglar además colinda con el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR), por lo que es un epicentro de visitas y residencia de personas científicas. En general, Plascencia señala que es una comunidad particular y receptiva.

“La mayoría de quienes acuden a las reuniones son vecinos y reflejan la composición social del barrio de El Comitán, una zona donde también hay mucha gentrificación y muchos vecinos flotantes. En el primer taller hubo choques culturales, pero en el proceso se superaron gracias a que el objetivo común es cuidar el manglar y la playa, la zona común que usan. Por otro lado, ha sido un reto involucrar a los usuarios de playa. La idea es que haya un balance entre vecinos y usuarios en las reuniones, para que sea un escenario más representativo de la realidad”, señaló Platzgummer.

En el caso de El Comitán las principales amenazas son la construcción de casas y calles cada vez más cerca del manglar. El riesgo de pérdida aumenta debido a que se compacta el suelo y esto impide que las raíces de la flora crezcan.

“Antes no eran tan frecuentes los vehículos todo terreno en la playa y el mangle, pero se han intensificado fuertemente en los últimos diez años. También ha aumentado la visita de las playas y la población de la colonia. Incluso, la colonia quiere expandirse y están lotificando e invadiendo la zona de inundación. Por eso los parches de manglar se han reducido y están en peligro todas esas áreas. Espero que logremos frenar el desarrollo desorganizado y masivo que se nos viene encima”, indicó Chávez.

Además, de acuerdo con Plascencia, el riesgo no es sólo hacia el manglar, sino hacia quienes construyen, ya que es una zona inundable que arriesga el patrimonio de quien edifica.

Para evitar que se agrave el riesgo del manglar en El Comitán se requieren dos cosas: reducir los caminos y evitar que se construya cada vez más adentro del estero. Precisamente, los vecinos encendieron las alarmas por la posible lotificación de terrenos allí.

Los expertos esperan que la falta de acceso de carros al salitral descompacte el suelo y que, con las lluvias e inundaciones, puedan reducirse las amenazas antrópicas y que El Comitán obtenga un mejor resultado en el IAM aproximadamente en uno o dos años.

“Es muy importante usar ese índice sobre todo a la hora de planificar. Hay que identificar muy bien cuáles son las zonas clave que hay que dejar en paz. Si ya el riesgo de pérdida es muy alto, por qué subirlo con más construcciones. Claramente hay que hacer una estimación de coste y oportunidad. El manglar te está dando peces, está limpiando la bahía y te está protegiendo contra el huracán, ¿lo vas a sacrificar por un proyecto turístico o inmobiliario?”, señaló Platzgummer.

Desde abril de 2024 la organización comunitaria empezó con intervenciones en El Comitán. Este espacio ha recibido mayor atención de parte de otras instituciones como el Fondo para la Protección de los Recursos Marinos (Fonmar) y del departamento de Zona Federal Marítimo Terrestre del Ayuntamiento de La Paz, quienes recientemente han hecho limpiezas en la zona y han colocado letreros, palapas y botes de basura.

En una siguiente etapa del proyecto Futuro desde las Raíces, el CBMC junto a las organizaciones y personas voluntarias realizarán la colocación de piedras para delimitar el área y restringir el acceso de autos en ciertas áreas. Para eso, Plascencia hizo un llamado a que las autoridades les apoyen facilitando permisos y colocando más señalética.

Las reuniones de planeación que iniciaron en abril con diez personas, actualmente asciende a 50 colaboradores. Entre ellos un grupo de jóvenes voluntarios que entrenan béisbol 5, una versión urbana del béisbol clásico, quienes por invitación de su entrenador Héctor Contreras, se sumaron a las actividades. Él ha sido un personaje clave para involucrar a las nuevas generaciones en estos procesos comunitarios.

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Los jóvenes voluntarios de béisbol 5 en El Comitán reciben de su entrenador consejos para cuidar el ecosistema. Foto: Daniela Reyes

Contreras siempre ha vivido en El Centenario, un barrio colindante con El Comitán, por lo que siempre ha recurrido a este último como espacio recreativo. Como entrenador, se ha empeñado en involucrar a su grupo, de alrededor de 25 jóvenes de 15 a 18 años, en el ordenamiento del área de manglar como parte de su formación y retribución social. De esa manera les inculca la importancia de la playa como espacio público y espera que sean ellos quienes más adelante lideren actividades de conservación en estos ecosistemas.

“Quiero fomentar no solamente la parte física, sino también la parte social y comunitaria. Quiero que se sientan parte de este lugar y que ayuden. Involucrarse en la conservación del manglar tiene un impacto en sus vidas. Aquí es casa de todos y debería de ser cuidada por todos”, afirmó Contreras.

Al final, el proyecto pretende que sea la comunidad la que, con la ayuda del CBMC, haga su estrategia de conservación y la ponga en práctica. Posteriormente buscarán que se replique a nivel estatal, priorizando los manglares de acuerdo a los resultados del IAM, señaló Magali Ramírez.

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Ortomosaico de los manglares de El Comitán resultado del monitoreo de cobertura de manglar a través de drones a cargo de Benigno Guerrero. Foto: CBMC

El futuro del IAM

Los ecosistemas de carbono azul, entre ellos los manglares, mitigan el impacto del cambio climático. Por eso, conservarlos saludables ofrecerá mejor protección contra el aumento del nivel del mar y contra los impactos, tierra adentro, de fenómenos hidrometeorológicos como los huracanes ante los cuales Baja California Sur es altamente vulnerable, de acuerdo con el Atlas Nacional de Vulnerabilidad al Cambio Climático (ANVCC).

Lo ideal para Platzgummer es que, en un futuro, el IAM se vincule como una herramienta legal a nivel de agendas en diferentes países y sea un criterio para impulsar políticas internacionales y locales que anticipen el riesgo de pérdida de manglar y las responsabilidades por aumento del riesgo de pérdida.

Una de las políticas más importantes sería determinar cuáles son las distancias entre las amenazas antropogénicas con respecto al manglar y, a partir de eso, hacer una planeación para minimizar el riesgo de pérdida.

“¿Por qué no evaluamos el riesgo de pérdida de un ecosistema y, sobre la base de eso, planificamos para minimizarlo? Así nos aseguramos que lo que queda de ecosistemas sanos e íntegros, y los servicios ecosistémicos, se mantengan y no los deterioramos más”, sugirió Platzgummer.

Al tener una planeación, también se pueden determinar responsabilidades civiles y penales por no cumplirla, ya que actualmente no hay ninguna herramienta legal que ayude a vincular la responsabilidad sobre la pérdida de manglar.

“Hay que prever una responsabilidad en los decisores políticos que permiten o no ciertas acciones que aumentan el riesgo. También hay una responsabilidad civil y penal cuando pasa una catástrofe y no se respetaron los criterios que conlleva el hecho de que esa zona tenga, por ejemplo, riesgo sísmico”, comentó Platzgummer, y añadió que si se crean leyes que protegen el manglar, se detecta un riesgo de pérdida y aún así se hacen construcciones, se podría establecer una responsabilidad.

*Este reportaje fue seleccionado por la beca de Mongabay Latam para contar historias de océanos.

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