Desde México, piden la paz para Colombia al ritmo de batucada
Decenas de colombianos se congregaron en el Monumento a la Revolución de la Ciudad de México en solidaridad con sus paisanos, ante la represión policial del Paro Nacional.
Decenas de colombianos se congregaron en el Monumento a la Revolución de la Ciudad de México en solidaridad con sus paisanos, ante la represión policial del Paro Nacional.
Existe la expresión “tambores de guerra” para alertar de un conflicto inminente. Pero el sábado 5 de mayo, cerca de las 3 y media de la tarde, los del grupo de batucada colombiano Aainjaa repicaban por la paz.
Al paso de cumbia, samba y otros ritmos afrobrasileños, el colectivo acompañó a las decenas de colombianos en la Ciudad de México que se congregaron en el Monumento a la Revolución en solidaridad con el Paro Nacional de Colombia.
Este movimiento social de protesta comenzó el 28 de abril en el país, a raíz de una propuesta de reforma tributaria que presentó el gobierno de Iván Duque. Lograron que se retirara el proyecto y que dimitiera su artífice, el ya exministro de Hacienda y Crédito Pública Alberto Carrasquilla.
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Pero 12 días después, el paro sigue vivo en las calles de Colombia y de las de las ciudades donde hay comunidades de connacionales por el mundo, como en México: “Estemos donde estemos, patria es patria”, gritaban el sábado.
Bajo la sombra que proyectaba el mausoleo, los congregados saltaban y gritaban al paso que marcaban los tambores de la batucada. Un asistente los acompañaba con un güiro. Cuando se hacía el silencio, entre ritmo y ritmo, aprovechaban para entonar las reivindicaciones del Paro Nacional, empezando porque se acabe la represión policial de las protestas.
SOS Colombia
“SOS Colombia”, “Que caiga el terrorista gobierno uribista”, “Nos están matando”, se leía en las pancartas que traían los asistentes, algunos ondeando la bandera nacional, otros con la playera de la selección nacional o con una tradicional bolsa Wayuu cruzada en el pecho.
Existe un baile de cifras sobre los muertos en las protestas. La Fiscalía de Colombia tiene registradas 27 mientras que la organización civil colombiana Temblores, 47, de las cuales, 39 son presuntamente a manos de la fuerza pública. Hasta 7 de mayo, había 548 desaparecidos.
Amnistía Internacional publicó un video con evidencias audiovisuales de policías lanzando gases lacrimógenos a corta distancia y cañones de agua; usando armas letales contras los manifestantes y vehículos blindados disparando balas indiscriminadamente.
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Según explicó a La-Lista una de los miembros de la directiva de Temblores, Emilia Márquez, la violencia policial que se vive estos días es inédita en Colombia. Y el principal señalado como responsable es el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad).
Organizaciones como la Unión Europea o la Organización de las Naciones Unidas, así como colombianos de renombre, como la cantante Shakira, condenaron la respuesta del gobierno de Iván Duque para aplacar las protestas.
“Mi prima me habla a las 12 de la noche diciéndome que están disparando a cuadras de su casa”, explica Joana Parrada, una joven de 23 años que se considera una privilegiada porque pudo venirse a México a estudiar su doctorado. Le tiembla la voz.
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“En Colombia es casi imposible porque es muy caro”, asegura la bogotana, sobre los estudios de su grado. “En una universidad pública, la matrícula está alrededor de 10 salarios mínimos. Es la más barata y las becas, son muy escasas”.
Uno de las reivindicaciones del Comité de Paro Nacional, la organización formada por sindicatos y centrales obreras que lidera las protestas estos días, es que haya educación pública gratuita.
Se le unen el rechazo a un proyecto de ley de salud, que integrantes del sector critican por intentar privatizar la sanidad pública; renta básica de por lo menos un salario mínimo legal mensual, en un contexto en el que la pobreza supera el 42% de la población, o subsidios a las micro, pequeñas y medianas empresas, entre otras.
Joana asegura que su mamá tiene un restaurante en Bogotá y que no han recibido apoyos de ningún gobierno para compensar el cierre obligatorio de la pandemia.
Proceso de diálogo
El presidente Iván Duque ha condenado los actos vandálicos que se viven en las diferentes ciudades del país estos días.
La capital, Bogotá, se despertó el 5 de mayo con el 40% del transporte público destruido, según informó su alcaldesa, Claudia López. En distintas ciudades hay bloqueos por retenes y barricadas que, de acuerdo con medios nacionales e internacionales, están causando desabasto de alimentos, combustible, oxígeno y están retrasando el proceso de vacunación contra el Covid-19.
El mandatario aseguró que el “vandalismo extremo y el terrorismo urbano” están financiados por mafias del narcotráfico, como sostiene la fiscalía.
El viernes, la policía y la fiscalía capturaron a alias ‘Lerma’, presunto cabecilla del frente urbano del grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN), según el ministro de Defensa, Diego Molano. La captura fue en uno de los epicentros de la violencia estos días, la ciudad de Cali. A él le atribuyen atentados contra los agentes públicos y “de generar caos”, según Molano.
Duque pidió investigar y sancionar los delitos cometidos estos días contra ciudadanos y servidores públicos. En un video publicado en sus redes el 6 de mayo, expresó su solidaridad con las víctimas.
Fue después del primer encuentro que tuvo con representantes de diferentes sectores de la sociedad, en el proceso de diálogo que abrió para encontrar una salida a la crisis. El sábado se reunió con unos 50 jóvenes.
“Logramos que por primera vez desde el inicio del paro, el presidente rechazara públicamente los excesos de la fuerza pública documentados en varias ciudades”, tuiteó Fernando Posada, un politólogo de la Universidad de los Andes que asistió al encuentro. Duque no ha condenado públicamente la represión policial.
Los jóvenes han sido la cara visible de las protestas a pesar de que el descontento es generalizado. En el Monumento a la Revolución había connacionales de todas las edades. “Los que hemos tenido que salir de Colombia, tenemos una expectativa ancestral de que Colombia cambie, de que haya paz”, explica Leopoldo Noboa, un señor de mediana edad.
El término paz estos días no solo se refiere al fin de la violencia en las calles. También, a los acuerdos de 2016 para acabar con la guerra contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP).
“El proceso de paz no cambió la economía, pero habíamos dado unos pasos hacia la paz. Ahorita Duque y (el expresidente Álvaro) Uribe, que es el que maneja, lo están tumbando todo”, explica Noboa.
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La falta de implementación de los puntos del Acuerdo de Paz llevó a que el país registrara una cifra récord de asesinatos de líderes sociales y defensores de los derechos humanos en 2020, con 310.
La congregación del sábado en la capital mexicana la convocaron diferentes colectivos, como Me Muevo por Colombia. Algunos asistentes que llevan 10 años en México aseguraron que nunca habían logrado juntar a tanta gente de la comunidad de colombianos. Otros se sorprendían de ver en su país lo que hemos visto en países como Chile, Puerto Rico o Estados Unidos.
No solo les unían las reivindicaciones, también la tristeza y la impotencia de ver en la distancia lo que está sucediendo en Colombia.