La falla modular de Trump: eso no es un escritorio, Donald, es una mesita para cenar frente a tu TV
La mesita desde donde Donald Trump concedió la victoria a Joe Biden en la elecciones. Foto: Patrick Semansky/AP

Jonathan Jones/The Guardian

¿Es que ya Donald Trump diseñó la concesión de la presidencia? ¿Está su elección de mobiliario traicionando su admisión subconsciente de la derrota? Cuando el presidente saliente de Estados Unidos pronunció un discurso esta semana diciendo que se iría si el colegio electoral da su voto por Joe Biden, sus palabras fueron menos impactantes que el escritorio en el que eligió sentarse. Era diminuto. Envió una señal clara. Y esa señal fue “soy un perdedor”.

Las bromas sobre el tamaño reducido del escritorio de Trump (una fotografía, tomada desde abajo, captura sus piernas que apenas caben debajo) eran gratuitas. Así que no. ¿Quieres ver el escritorio de un gobernante real? El escritorio Resolute en la Oficina Oval es la encarnación de uno: una enorme fortaleza de un espacio de trabajo, como un portaaviones con patas, luciendo el águila estadounidense en el corazón de sus profundas tallas victorianas. Sus maderas son de origen británico: provienen de un velero de la Royal Navy, HMS Resolute, que una vez desafió las gélidas aguas del Polo Norte. Y en una adición final de machismo defensivo, Franklin D. Roosevelt tenía el frente amurallado para que nadie pudiera ver sus aparatos ortopédicos y descubrir que era un discapacitado.

La aparición de Trump detrás de este pecio, un diminuto trozo de restos flotantes, demuestra por qué Roosevelt y otros presidentes siempre han optado por atrincherarse detrás del grandioso Resolute. Les da volumen. Eso en lo que se apoyaba Trump ni siquiera era en un escritorio. Era una mesa cualquiera. No cumple con todos los criterios de diseño necesarios para un escritorio. Ni siquiera es una mesa de escritor, que puede resultar acogedor, pero al menos tiene cajones de aspecto importante. Tampoco podía calificar como un secreter. De hecho, no tiene nada para poder almacenar cosas. ¿Ya vació entonces Trump todo lo que guardaba?

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Asiento del poder… Barack Obama usa el escritorio Resolute para quitarse el peso. Fotografía: Pete Souza / The White House

Este mobiliario, una mesa auxiliar de estilo federal de principios del siglo XIX a la que se ha adherido torpemente el escudo presidencial, no estaba en la Oficina Oval, sino en la sala de recepción diplomática, que es mucho menos imponente y a la que se puede entrar directamente desde los jardines. En 1963, Jackie Kennedy hizo que decoraran este salón con papel tapiz que representaba lugares famosos de Estados Unidos y lo equipó con muebles antiguos de estilo federal. Ese fue un momento de visión y clase. La pequeña mesa de Trump pudo haber sido diseñada originalmente para jugar a las cartas, o como algo para que creciera una planta encima.

Entonces, ¿qué significa que se haya sentado detrás de un mueble quizá elegante, pero que no está diseñado para trabajar? Es claro: se debe a que su autoridad está menguando. Los escritorios enormes demuestran energía. Un escritorio equipado con compartimentos, con espacio para desplegar gráficos y planes de batalla, puede sugerir que está controlando asuntos distantes o planeando guerras. Winston Churchill fue fotografiado a menudo en un amplio escritorio con papeles bien ordenados. Incluso el idealista Jimmy Carter conocía el simbolismo de un escritorio con una gran carga de trabajo. En una foto muy popular lo vemos sentado detrás de un ejemplar muy pulido del tamaño de una cama doble. Tiene diversas áreas, incluso una fila de libros, que se mantienen en su lugar por figuras de madera de los padres fundadores de EU. Si los pusieran en la mesa de Trump se colapsaría.

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El expresidente Jimmy Carter en su escritorio en su despacho privado. Foto: U.S. National Archives and Records Administration/Wikimedia Commons

Por supuesto, es posible que Churchill y Carter estuvieran en medio de un trabajo muy importante cuando los fotógrafos los captaron en sus escritorios. Pero las estaciones de trabajo se han utilizado para simbolizar el esfuerzo desde el Renacimiento. Un comerciante alemán, interpretado por Hans Holbein a principios del siglo XVI, está junto a él con una carta en la mano, rodeado de correo urgente, cuentas, sellos y tinta. El mensaje es claro: apenas tiene tiempo para todas estas sesiones de retratos.

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Winston Churchill en su imponente escritorio durante la Segunda Guerra Mundial. Foto: War Office official photographer, Horton/Wikimedia Commons.

No es grandeza lo que proyecta tanto un escritorio como ajetreo. Y Trump no ha parecido muy ocupado últimamente. Lo han captado jugando golf, tuiteando su incredulidad real o fingida ante los resultados de las elecciones… no parece tan ocupado con grandes asuntos de Estado. Esta mesita, que pretende ser un escritorio, es una confesión de holgazanería. Lejos de ordenar asuntos urgentes en la histórica Oficina Oval, Trump se pone en cuclillas en este pequeño mueble donde podría comer una comida ligera mientras ve la televisión. Quizás la siguiente etapa sea una bandeja desplegable en su regazo.

Es la mesa de un jubilado, un escritorio para cenas televisivas. Este es Trump abandonando gradualmente la pretensión de que dirige un vasto país y, en cambio, se instala en una vida más relajada. Como sus muebles, está menguando ante nuestros ojos.

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