#3AñosDeGobierno | A llenar el vacío
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Es jefe de información en Imagen Noticias con Yuriria Sierra en Imagen Televisión. Ha colaborado en Nexos, Proyecto 40 y Dónde Ir.  IG y TW: @alanulisesniniz

#3AñosDeGobierno | A llenar el vacío
El informe se llevó a cabo en el Zócalo de la Ciudad de México. Foto: Gobierno de México.

El presidente llegó al escenario en el que se siente más a gusto: rodeado de gente, su gente; un espacio donde la única reacción posible es el aplauso. Habló por más de una hora, habló de culpables, los de siempre, y no del futuro, sino en futuro: lo que quiere hacer, lo que planea, el cómo imagina que entregará al país, pero no habló, en ningún momento, del presente, ese que se entiende a partir de la crítica. Nada para él está mal, no se ha equivocado.

Me da la impresión de que a veces el presidente luce como ese médico que da perfecto en el diagnóstico, pero que no le atina a las dosis del tratamiento, podrá saber cuál es el medicamento adecuado, pero se excede o receta cantidades mínimas. Incluso opositores han señalado que Andrés Manuel López Obrador entiende cuáles son las grietas en la estructura del país, pero también ellos y hasta quienes han sido parte de su movimiento reconocen que las decisiones que se han tomado no han sido las correctas. Por algo se fue Carlos Urzúa de la Secretaría de Hacienda, por algo también se han tenido que ir otros, como Arturo Herrera. 

El presidente sigue demostrando que se preparó muchos años para estar en campaña, pero que la presidencia lo tomó por sorpresa, porque aquel político que escuchamos la noche del 1 de julio de 2018 dista muchísimo del comportamiento que ha tenido despachando en Palacio Nacional. El presidente es un personaje complicado, porque cuando se lanza contra la prensa algunos lo entienden como censura, sin embargo, los personajes que analizan cada uno de sus movimientos, siguen estando ahí, en sus espacios. 

El presidente López Obrador quiso regresar al Zócalo para recibir aplausos, para estar con la gente que lo llevó al Ejecutivo, que lo apoya incondicionalmente, porque ahí alimenta su narrativa y, entre los aplausos y las porras, calla a los críticos. Si se trata de decir si lo ha hecho bien o mal, podríamos dar una lista de tantas cosas que han fallado; pero en lo personal, el manejo de la pandemia fue el punto de quiebre para entender que más que un proyecto de Nación a López Obrador lo impulsa un proyecto personal, venganza o rencor ya es un calificativo melodramático, pero la falta de empatía que ha demostrado y que resulta evidente con los números de contagios y mexicanos fallecidos por la pandemia, con las víctimas del colapso de la Línea 12 a las que nunca visitó, con los miles de niños y adultos enfermos que suplican por medicamentos. Darle la espalda a la salud es un acto imperdonable, porque la enfermedad nos recuerda lo vulnerable que somos todos, pero nos subraya la desigualdad con la que vivimos.

El del miércoles, ese evento musical y que congregó, por voluntad o no, a miles de mexicanos en el Zócalo, fue absolutamente innecesario: al día siguiente amanecimos con los mismos problemas, pero él seguramente con la sonrisa que da el saber que a su base no la tiró ni una pandemia, que la política del eterno conflicto le funciona; porque si él se mira al espejo que le proveé un reflejo a modo, del otro lado, el opositor, solo hay vacío y a llenarlo es a lo que tenemos que apostar.

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