Esas risas
Ítaca

Es jefe de información en Imagen Noticias con Yuriria Sierra en Imagen Televisión. Ha colaborado en Nexos, Proyecto 40 y Dónde Ir.  IG y TW: @alanulisesniniz

Esas risas
Foto: Pixabay

Lo hicimos en varias ocasiones: lunes por la noche, juntos para cenar en una cantina de la colonia Roma.

Hablábamos y reíamos, reíamos mucho, nos daban la una o dos de la mañana hasta que finalmente nos despedíamos. La mañana siguiente era de quejas: no debimos, nunca más. Lo disfrutábamos mucho, tres amigos que se juntaban para reírse de sí, con pocos como con ellos me río de mí.

A ella la conocí por trabajo, pero de pronto ese lazo cruzó a otros terrenos y nos hicimos amigos. Antes de que esto sucediera, se había casado, pero ese matrimonio duró apenas unos días, se divorció porque reconoció que no fue la decisión correcta. Pocas personas tan valientes. Años más tarde, cuando ya teníamos una amistad cercana, renunció a su trabajo, quería explorar otros horizontes, se fue a España a estudiar. Sin embargo, terminar su curso no fue razón para regresar a México. Han pasado varios años, hace unos días nos reencontramos, vino a pasar las fiestas con su familia. La última vez que nos vimos, fue en 2018, aunque pasó aquí la Navidad previa a la pandemia, su visita coincidió con un contagio de influenza que me tiró a la cama por varios días y no pude verla. Este lunes nos volvimos a abrazar. Fue uno de esos momentos que parecen cortos, pero que en realidad están llenos de emoción.

Una de las primeras cosas que me dijo, más que el reclamo, la entendí como conclusión de lo vivido en los últimos dos años: “ya vengan a visitarme”, dijo y continúo: “ya vengan, porque hoy más que nunca sabemos que la vida se pasa pronto…”

Hace un año, me despertaba para acudir a la guardia de la redacción del noticiario. Era viernes, llevaba varios meses sin ver a mis papás, a mi familia, convivía mínimamente con el mundo. No quería enfermarme y no quería ser la causa del contagio de nadie. Nunca me hice fan de las reuniones por Zoom. Deseaba, para la siguiente Navidad sentir un abrazo como ese que le di a mi amiga. Después de sujetarme a lo que pude para sobrevivir en soledad el confinamiento, ahora me alisto para visitar a mis padres, mi hermana y mis sobrinos. Ya todos estamos vacunados. Tendré esa Navidad que hace un año me hizo tanta falta.

Y sí, como dice C., la vida se pasa rápido, y pocas veces nos detenemos a valorar el instante. Espero que tengamos todos la oportunidad de abrazarnos y sujetar todo aquello que da sentido a nuestra existencia: esa familia, esos amigos, esas noches y esas tantas risas.

Síguenos en

Google News
Flipboard