¿Te sientes abrumado por los eventos mundiales? Trátate como lo harías con un amigo
'Durante dos años hemos tenido que reajustar constantemente nuestras vidas y nuestras mentes para adaptarnos a una "nueva normalidad" siempre cambiante'. Foto: We Are/Getty Images

Podemos sobrevivir a casi todo si sabemos que tiene un final.

Las dificultades que parecen prolongarse ilimitadamente en la distancia son más duras. La incertidumbre interminable puede mermar la resiliencia.

Para algunos, los angustiantes acontecimientos de Ucrania –sumados a las devastadoras inundaciones en Australia y a un alarmante nuevo informe internacional sobre el cambio climático– pueden poner a prueba un sistema nervioso ya sobrecargado por la actual inestabilidad de una pandemia mundial.

Si parece que es mucho para procesar, es porque así es. Sentirse abrumado por los acontecimientos actuales –grandes o pequeños– es una reacción natural a la época traumática que estamos viviendo.

Durante dos años hemos tenido que reajustar constantemente nuestras vidas y mentes para adaptarnos a una “nueva normalidad” siempre cambiante. Este prolongado estado de hipervigilancia puede ser agotador.

Si sientes que tu cabeza está aturdida y que incluso las tareas más sencillas se han convertido en un reto, debes saber que no eres el único.

Incluso es posible que estés lidiando con lo que los investigadores de Harvard denominaron “cerebro pandémico“, un fenómeno observado en algunas personas después del confinamiento, en el que la neuroinflamación provocada por el estrés puede causar fatiga, pérdida de concentración y otros cambios de humor.

No me avergüenza admitir que yo también lo he sentido. Me canso con mayor frecuencia que antes, pierdo la concentración con mayor facilidad y a veces me falta motivación.

Como demuestran los contactos con los servicios de apoyo de Beyond Blue durante los dos últimos años, son pocos los que no se han visto afectados por los retos a los que nos hemos enfrentado, pero, por supuesto, algunos han luchado más que otros.

Las personas que viven en la pobreza, las personas que tienen un trabajo y una vivienda inseguros, la población aborigen y los isleños del Estrecho de Torres, las personas LGBTIQ+, los propietarios de pequeñas empresas, los jóvenes, las personas procedentes de entornos culturales y lingüísticos diversos, y las personas que viven con discapacidades o con enfermedades mentales preexistentes han soportado una carga psicológica desproporcionada.

A medida que avanzamos a través de un mundo que parece notablemente diferente al de “antes del Covid-19”, cualquier estrés adicional, ya sea en nuestra vida personal o en el mundo en general, se puede sentir como un gran peso a soportar.

A nivel sistémico, es hora de actuar. Se han realizado múltiples revisiones sobre cómo debe cambiar el sistema. Tenemos las recomendaciones, así que empecemos y apliquémoslas.

A nivel individual, existen cosas que todos podemos hacer para alcanzar nuestra mejor salud mental posible, manejar nuestra sensación de agobio y apoyar a los demás.

En primer lugar, es importante reconocer la diferencia entre una reacción natural a acontecimientos como las inundaciones, la guerra o la pandemia, y aquello que requiere más atención. Si tu sensación de angustia y agobio es intrusiva y continua, pide apoyo a la primera señal de dificultad. Esto puede evitar que las cosas empeoren.

El efecto total de los acontecimientos traumáticos puede tardar en manifestarse, así que vigila tu estado de ánimo en las semanas y meses siguientes y no esperes a que la situación empeore para buscar ayuda, cuanto antes mejor.

Limitar el consumo de noticias y redes sociales y obtener información únicamente de fuentes fiables también puede constituir un factor de protección. Nuestros cerebros tienen un sesgo natural hacia la negatividad –un mecanismo primario de supervivencia que escanea el entorno en busca de amenazas–, por lo que estamos predispuestos a concentrarnos en lo malo mientras filtramos lo bueno.

Esto significa que cuanto más tiempo pasamos consumiendo noticias negativas, peor nos sentimos. Limitar tu exposición a las noticias negativas y desactivar las notificaciones no significa que no te importe el sufrimiento de las personas. De hecho, el hecho de alejarse de las pantallas para hacer algo reparador, como pasar tiempo en la naturaleza, hablar con un amigo o jugar con una mascota, puede ser un acto fundamental de autorreposición que te dé la energía necesaria para estar al servicio de los demás.

Si te encuentras en posición de ofrecer ayuda, unirte a la red de voluntarios de tu comunidad o hacer una donación para las labores humanitarias te puede hacer sentir más esperanzado y aliviar la sensación de impotencia.

Los fundamentos básicos de una buena salud mental pueden parecer sencillos, incluso trillados, sin embargo, están basados en evidencia, funcionan y son más importantes que nunca cuando el mundo parece abrumador: intenta comer bien, dormir lo suficiente, mantener una rutina, mantenerte conectado con los demás, mover tu cuerpo de una manera que te resulte nutritiva, limitar el consumo de alcohol y practicar la respiración profunda o la meditación para calmar tu sistema nervioso.

La autocompasión también es esencial. No te castigues si no eres tan productivo como antes. Trátate de la misma manera en que tratarías a un amigo, sé amable, paciente e indulgente y reconoce que estás dando lo mejor de ti en circunstancias difíciles.

Son tiempos excepcionales y es mucho para procesar, pero puede resultar reconfortante recordar que lo que estás sintiendo es una experiencia compartida por muchos. Acércate a las personas en las que confías y cuéntales cómo te sientes, es muy probable que ellos también lo estén sintiendo.

Georgie Harman es la directora ejecutiva de Beyond Blue.

Si conoces a alguien que requiere apoyo emocional, orientación o recibir un tratamiento adecuado, llama a la línea se nacional de la Secretaría de Salud 800 911 2000.

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