8M | Ni una más
Caleidoscopio

Es licenciada en Ciencias de la Educación, cuenta con la maestría en Terapia Integral Familiar, colabora en varios programas de radio en México y Estados Unidos, así como en el periódico El Imparcial. Da conferencias y cursos, es autora de los libros Atrévete a brillar y Levántate, sacúdete y vuela. Twitter: @deniseramosm

8M | Ni una más
Foto: Alexa Herrera / La-Lista

Teníamos 18 años, había una fiesta de cumpleaños de un compañero del lugar donde trabajaba una de mis amigas. Fuimos tres amigas y ahí estábamos conviviendo y bailando muy a gusto cuando noté la ausencia de una de ellas. Fui a buscarla y la encontré en el baño pegada a la pared forcejeando con un compañero de trabajo que la quería tocar y besar a la fuerza. Él la soltó al verme. Yo la tomé de la mano y juntas nos fuimos de la fiesta.

Tenía 35 años, recibí un correo de un empresario conocido que quería que le llevara a su oficina mi catálogo de cursos de capacitación, pues me quería explicar lo que él necesitaba para su empresa. Me citó a las 6:00 pm. Yo llegué puntual al edificio vestida formal y le pregunté al guardia por la oficina del licenciado X, el guardia me dijo que era en el segundo piso. Yo subí y cuando llegué vi que el escritorio de la secretaría estaba solo. Todo el segundo piso estaba solo. El empresario salió de su oficina y me pidió que me sentara. Él, en lugar de sentarse detrás de su escritorio se sentó en la silla junto a mí. Yo me empecé a sentir incómoda, pero pensé que quería ver el catálogo junto conmigo.

Yo abrí el folder que traía y empecé a hablar de mis cursos, pero él se me quedaba viendo fijamente sin poner atención a lo que decía. De pronto me interrumpió y me dijo: no me interesan tus cursos, me interesa conocerte más y ya sabes a lo que me refiero. Le respondí que no estaba interesada, me levanté de la silla y me fui caminando rápido directo al elevador, él se quedó sentado. Esperé un ratito al elevador, se abrió la puerta y entré. Cuando se iba cerrando la puerta del elevador él la detuvo, entró e intentó besarme, pero mi cabeza se estrelló fuertemente contra la pared del elevador y se hizo ruido muy fuerte. Él se asustó con el ruido y, como la puerta todavía no se había cerrado por completo, se salió.

Sentí mucho coraje e impotencia, pero me quedé callada. No quería meterme en problemas.

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Así como yo me quedé callada, miles de mujeres se han quedado calladas por miedo al rechazo social, a las represalias y también porque la mayoría de estos delitos se quedan impunes.

Este 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, esta fecha se utiliza para reivindicar la lucha por la igualdad de derechos para las mujeres. Este día, las mujeres salimos a marchar para protestar por los altos índices de feminicidios y violencia sexual, y porque a pesar de las denuncias la gran mayoría de estos delitos quedan sin castigo.

Estas marchas feministas son un grito desesperado por todas las mujeres que ya no están con nosotros porque no se pudieron defender, por muchas mujeres que han sido violadas, por todas las que hemos sido víctimas de acoso sexual, por todas las mujeres que son víctimas de violencia física y verbal. Esta marcha es por ti, por mí, por mis hermanas, por mis hijas, por mis amigas, por todas, porque queremos que nos respeten, en el trabajo, en la calle, en la casa, queremos dejar de tener miedo cuando nos subimos a un taxi. Ni una más.

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