8M | Nosotras somos ellas
Rosa flaminga

Psicoterapeuta feminista, lesbiana tropical, me especializo en los avatares de la vida lésbica para resistir la discriminación y violencia sin que estas me sean ajenas, pues son parte del día a día.

8M | Nosotras somos ellas
5 de marzo, 2022. Dos mujeres se abrazan durante la reinaguración de la Glorieta de las mujeres que luchan. Foto: Alexa Herrera/La-Lista

Ella:

Está escapando de una guerra.

Navegó a la deriva en una balsa endeble para salir de su país.

Atravesó un desierto.

Fue desplazada para construir la vía del Tren Maya.

Escapó de casa con solo la ropa puesta para llegar a un refugio.

Ya no nada en los cenotes llenos de estiércol de las granjas de cerdos.

Es el primer feminicidio o el último del año.

Escribió los textos que ahora leemos para entender la lucha de las mujeres.

Trabaja limpiando casas en el fraccionamiento que encapsuló a su pueblo.

No logró escapar y su madre avisa que ya encontraron a su hija muerta.

Narra las historia de otras mujeres a través de fotos, dibujos, películas.

Es una de miles de desaparecidas.

Tiene 13 años y es la “muchacha” cuidadora de otros niños.

Es sanadora, ayuda al buen nacer, vivir y morir.

Ya no puede ir a la playa porque los hoteles cerraron el paso.

No le permiten interrumpir un embarazo, pero puede alquilar su vientre.

Murió atropellada por un conductor imprudente.

Fue amenazada para que deje de escribir noticias.

Fue internada a un centro de conversión para que le quiten lo lesbiana.

Cuenta la historias de las abuelas a los niños del pueblo.

No sabe leer, pero sabe sacar cuentas para poder vender en el mercado.

Tiene un expediente de investigación por asistir a una marcha feminista.

Se suicido después de décadas de violencia.

Tiene 12 años y espera un hijo de su violador.

Desea estudiar ciencia, tecnología, artes u oficios en escuelas sin agresores sexuales.

Murió en el parto por negligencia médica.

Enfrentó a un millar de universitarios integrantes de una red de trafico sexual que difunde datos personales e íntimos de jóvenes universitarias yucatecas.

Desea un trabajo remunerado, pero no hay guardería para su criatura.

Escucha tu historia cada vez que necesitas contarla.

Denunció a su agresor y él sigue libre.

Tiene tatuajes y su cabellera es un penacho rebelde.

Se prostituye desde que su abuelo la vendió a otro viejo por unos pesos.

Ya no tiene despensa, se le acabó el gas y espera poder trabajar mañana.

Tiene doctorado y sabe tres idiomas, pero lleva varios años sin encontrar trabajo.

Fue encarcelada, torturada y violada por policías.

Tiene gafas, bastones, ruedas, muletas, artilugios mecánicos o electrónicos.

Aprende, piensa, recuerda, se mueve, escucha, mira, habla o siente diferente.

Apuntó la placas del auto de un viejo extranjero que se llevaba por fuerza a una niña maya.

Hace circo, maroma y teatro para combatir la violencia.

Viene a casa cuando nos rompen la corazona.

Está recibiendo su última dosis de quimioterapia y no sabe si le autorizan el medicamento a tiempo para salvarle la vida.

No siempre es joven, ni sana, ni blanca, ni alta, ni delgada, ni bella, también es fea, vieja, niña, enferma, morena, negra, robusta, pobre.

Ella/elle/él es y siempre ha sido ella/elle/él aunque no lo supiéramos ver.

No es solo hetera, también es lesbiana, bisexuala, asexuala.

Con ellas reivindicamos el 7 de marzo como día de la visibilidad lésbica por los lesbicidios perpetrados en Latinoamérica.

Con ellas, las presentes y las que no pueden acompañarnos, nos manifestamos cada 8 de marzo, uno de los días en que recordamos que nosotras somos cada una ellas.

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