¿Cómo nos arreglamos?
Archipiélago Reportera cultural egresada de la ENEP Aragón. Colaboradora en Canal Once desde 2001, así como de Horizonte 107.9, revista Mujeres/Publimetro, México.com, Ibero 90.9 y Cinegarage, entre otros. Durante este tiempo se ha dedicado a contar esas historias que encuentra a su andar. X: @campechita
¿Cómo nos arreglamos?
La iniciativa convoca a estudiantes y cadetes para que formularan propuestas que incentiven una mejor comunicación, relación entre ciudadanos, sin importar si portan o no uniforme. Imagen: Captura de pantalla.

Ponerse en los zapatos, botas o tacones de les otres.

En 2021, la cinta Una película de policías –escrita por David Gaytán y Alonso Ruizpalacios– se estrenó en Berlinale, obtuvo el Oso de Plata por contribución artística sobresaliente en edición para Yibrán Asuad y se presentó en San Sebastián, Chicago, Zurich, Melbourne, Lima, Morelia y Ambulante, entre otros encuentros cinematográficos.

Sin importar el país, el trabajo de la actriz Mónica del Carmen y el actor Raúl Briones, de la mano de los oficiales María Teresa Hernández y José de Jesús Rodríguez, fueron clave para lograr transmitir ese sistema disfuncional entre ciudadanos y policías.

Con situaciones comunes, tales como acudir a un llamado en el que más que a la policía se requiere a un médico, la terrible corrupción a la que se enfrentan los elementos jóvenes y no tanto al grado de provocar bajas o la pérdida total de la vocación de servicio, ya que, por ejemplo, al ser policía vial en Viaducto les significa una cuota tan alta con los altos mandos que no les queda de otra, deben multar sin ton ni son, mientras rezan la típica: “joven, ¿cómo nos arreglamos? porque esa infracción es de corralón”.

Serie de acciones y reacciones que, desde el primer encuentro de la productora y activista Alexandra Zapata con los jóvenes policías que comparten sus testimonios en pantalla, les llevaron a acariciar la posibilidad de otras iniciativas en las que la decepción ante la institución y la falta de confianza hacia las autoridades fueran el punto de partida hacía otras conversaciones.

Es así que surge Ideatón. ¿Cómo nos arreglamos?, una iniciativa de la campaña de impacto de Una película de policías que convocó a estudiantes y cadetes de entre 18 y 30 años para que formularan propuestas que incentiven una mejor comunicación, relación entre ciudadanos, sin importar si portan o no uniforme. En total recibieron 60 proyectos que fueron analizados por periodistas, exoficiales, policías e investigadores, quienes observaron la intención de establecer puentes de empatía, no el clásico policías y ladrones, ya que como solemos decir no todo es negro o blanco, reflexionemos: ¿cuántas veces nosotres mismes hemos propiciado el moche? O lo hemos aceptado para zafarnos rápido de un trámite engorroso, sí, también somos parte del problema y ahí pusieron el dedo los participantes.

El intercambio de ideas fue durante un fin de semana y cinco equipos resultaron ganadores, obtuvieron un premio de 68 mil pesos, pero no solo eso, ya que la intención es presentarlos ante los tres órdenes de gobierno para presentar dichas propuestas e implementarlas. Dentro de los requisitos para hacer posible dichas proposiciones destacaba su bajo costo, ya que los organizadores son conscientes de que el factor presupuesto representa el primer “pero” para implementarlos.

De los ganadores destaca el equipo Centro de Capacitación Contínua C3, quienes plantearon un Campamento de policías para personas no policías. Por su parte, el equipo Ajusco hizo algunos arreglos al Programa C5 y el equipo Bilaterales lanzaron Una idea bilateral, la cual busca cortar de tajo esa imagen de desconfianza a partir del acercamiento a las infancias, para conocer dichas propuestas la invitación es que visiten el canal de YouTube de No Ficción. Y para ver Una película de policías, denle play en Netflix.

Al final, antes de desacreditar o mirar con desdén el Ideatón vale la pena asumir nuestra responsabilidad ciudadana y, entonces, es posible que ahora sí nos pongamos en el uniforme de les otres y desde la solidaridad comencemos a generar un cambio. Ojo, no se trata de eximir a las autoridades de sus obligaciones, pero sí de exigir con el ejemplo.

En este caso, menos mal que la realidad superó a la ficción.

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