¿Cómo sí?
opinión

Actor egresado de CasAzul Artes Escénicas Argos y de la British American Drama Academy. Con una trayectoria de más de 20 años ha participado en cine (Nosotros Los Nobles, Placa de Acero), teatro (Esto No Es Hedda Gabler, La Pieza Que Falta) y televisión (Diablero, Soldados o Zombies). Espectador asiduo, gusta de los videojuegos, los animales y la gastronomía.

X: @quetzallicortes

¿Cómo sí?
'Somos aquello que les genera suficiente rechazo como para manifestarse abiertamente ante todas y cada una de las denuncias, opiniones e ideas antirracistas'. Foto: Pixabay

¿Cómo podemos combatir el racismo que hay en los medios audiovisuales y el teatro?

Pregunto porque en dos años que lleva el movimiento Poder Prieto, y a pesar de que tanto como movimiento, como de manera personal, hemos buscado el diálogo, pocas son las ocasiones en las que existe esta apertura.

En cambio sobran las publicaciones que provocan, normalmente a partir de alguna denuncia, en las que las y los compañeros creadores, con una incontrolable necesidad, expresan que eso “no”, que “así no son las formas”, que “el artista debe tener la libertad de hacer y decir lo que quiera”, que “el mercado es así porque premia al talento”, que “uno puede hacer con su dinero lo que quiera”, que “la lucha antirracista es una moda”, que nosotros lo que queremos es que nos den trabajos gratis.

No faltan las clásicas: “son unos resentidos”, “generación de cristal”, “de todo se quejan”, “se hacen las víctimas”, o las “igualitarias”: “yo no veo colores”, “eso es racismo a la inversa”, “ya te contraté una vez”, “hagan sus propias producciones”, “sean congruentes y no trabajen en esos proyectos”.

Un crisol de negativas. Un homenaje a la inacción. Un largo etcétera que llega hasta el; “ustedes son los racistas”, “están enfermos, tomen terapia”, “yo no estoy de acuerdo con que se llamen Poder Prieto” y “sean empáticos”.

Con tristeza, veo que la empatía está reservada solo para “ustedes”, para cuando hacemos “sentir mal” a uno de los suyos. Y digo “ustedes” no porque antes de esta carta me haya considerado ajeno a este medio, sino porque son ustedes los que nos han colocado en la posición de “los otros”, “los indeseables”, “los tenoches” (porque ni siquiera merecemos ser individuos). Esa masa de personas que piensan lo mismo.

Somos de los que hablan mal, de los que están hartos, esos 4 morenxs en las fiestas a quienes les dan la vuelta. Somos esos a los que les hacen “jetas”, pero sobre todo, aquello que les genera suficiente rechazo como para manifestarse abiertamente ante todas y cada una de las denuncias, opiniones e ideas antirracistas, con la autocomplacencia de que están defendiendo “el bien mayor”, “El Mercado”, “la libertad artística”, “la correcta manera de atacar el racismo”… 

¿Cuál? ¿Cómo sí? ¿Cuándo van a llegar sus propuestas? ¿Cuándo y cómo?, ¿Después de 5 siglos de opresión histórica, “nosotros” vamos a ser merecedores de empatía?

Esa cosa que hemos prostituido tanto que usamos solo como una herramienta para que el público conecte con nuestros personajes, nuestras ficciones, para que nos reconozcan, nos den premios, nos digan “¡Que buen actor (directora, escritor, etc…) eres!” y… ¿ya? ¡Qué enorme capacidad tenemos para empatizar con el alma humana!… y no hacer nada con ello.

¿De verdad no te das cuenta de que dices “a mi me discriminan por ser blancx” mientras este mismo año fuiste él o la estelar en una serie internacional?

¿De verdad te crees tan especial como para no ser influenciadx por 500 años de mensajes subliminales que nos han dicho que lo blanco es mejor?

¿Crees que eso no afecta en la “casualidad” de que tu elenco no tenga una persona morena?

¿De verdad el mercado ahora sí se va a autorregular y es más importante que las personas?

¿De verdad la libertad artística es más importante que los derechos humanos?

Quiero aprovechar el espacio para ofrecer una sincera disculpa a todxs y cada unx de lxs compañerxs que se han sentido atacados en medio de este despertar (que no es ni exclusivo ni de nuestro movimiento ni de nuestro país).

Mi deseo (utópico, lo sé), es lograr hacer cambios sin herir los sentimientos de nadie. Nada fácil, y nos vamos a equivocar, sobre todo cuando se evalúa desde la mirada prejuiciosa, que está esperando la respuesta correcta sin involucrarse en ella.

Nosotros no somos políticos, somos artistas y no necesitamos demostrar que “el otro” está en el error absoluto o que “yo tengo la verdad absoluta”. Pongamos un ejemplo a este país tan polarizado y pongámonos de acuerdo en qué hacer, ¡pero hagamos algo!

¿Cómo sí?, ¡Nos urge!, ¿Qué necesitas?, ¿Cómo te ayudamos? te escucho. Pero la lucha no te va a esperar. Y a nivel personal, no voy a dar un “gramo” más de empatía a quien no la tiene, a quien niega que el racismo existe, o quien se esfuerza activamente por mantener este sistema racista sin hacer nada en su contra mientras clama “esas no son las formas”.

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