Me separé de mi esposo en buenos términos, pero ahora me siento fuera de control
Foto: Poncho/Getty Images

El verano pasado me separé de mi esposo. Tenemos tres hijos pequeños que viven conmigo, pero ven a su padre con regularidad. La relación es cordial y él nos apoya económicamente. Sin embargo, la separación dejó en evidencia la distancia que siempre existió entre nosotros en nuestra relación de una década.

Mi esposo es muy trabajador, pero emocionalmente distante y a veces no ve mis necesidades ni las de los niños. Llevábamos nueve años viviendo en el extranjero, en un entorno muy rural, construyendo una casa –y yo educaba a los niños en casa–. Desde la separación, me siento cada vez más deprimida y me reprocho a mí misma las decisiones que tomé y las que acepté.

Durante nuestra relación, no dejé de intentar convencer a mi esposo de que debíamos mudarnos a una ciudad, pero él se obstinaba con que no nos lo podíamos permitir. Eso duró varios años, y él insistió en hacer las renovaciones personalmente. Al final me rendí, me mudé a la ciudad e inscribí a los niños (uno de ellos creo que tiene necesidades educativas especiales) en las escuelas.

Mi esposo dice que quiere volver a mudarse con nosotros en algún momento, para mantener la familia unida. Lo que yo quiero es tiempo y espacio para establecerme en esta nueva etapa, para apoyar a mis hijos en todos los grandes cambios y prepararme para regresar al trabajo. Él está muy enfocado en mantener la familia y el matrimonio juntos. Solo me pregunto si estoy cometiendo un gran error. Dudo de cada decisión, tengo pensamientos intrusivos y me siento fuera de control. Quiero ser una madre fuerte y estable, pero me siento perdida y me pregunto cómo pude terminar así.

Lo primero es lo primero: cuando tengas esos pensamientos oscuros, por favor contacta a los Samaritanos de tu país. Sin embargo, retomando la carta, preguntas si cometiste un error, pero no sobre qué. ¿Separarte de tu esposo o posiblemente dejar que regrese a tu vida?

En tu carta original, mucho más extensa, me contaste sobre tu infancia traumática y tu padre emocionalmente distante; la ausencia de vida sexual con tu esposo; tus coqueteos con otro hombre solo para “sentir algo” de nuevo.

Sin embargo, has progresado muchísimo en estos últimos meses y tienes un plan para la siguiente etapa (sea cual sea). Te mudaste a la ciudad para estar en contacto con la gente, tienes a tus hijos en una escuela y estás cubriendo más de sus necesidades –y, con suerte, las tuyas–.

Contacté al psicoterapeuta de parejas Murray Blacket, quien señaló: “Una difícil y prolongada remodelación de la casa en un lugar remoto en un país diferente no parece un proyecto muy conectado emocionalmente. ¿Compartías ese sueño?“.

Me pregunto si tenías la esperanza de que si seguías intentándolo conseguirías algo de calidez de parte de tu esposo, pero esto parece haber ocurrido a expensas de tu salud mental. Es el momento de pensar en tus necesidades.

Blacket cree que tomaste algunas “decisiones importantes y determinantes, de las cuales ninguna debe haber sido fácil de hacer o alcanzar. También parece que no has sido feliz en ninguna etapa del camino”. ¿Dirías que esto es cierto?

Creo que sabes qué es lo que quieres, pero no confías en ti misma. El hecho de que tu esposo quiera mantener a la familia unida es un objetivo admirable, pero creo que ambos deben decidir, y ponerse de acuerdo, sobre lo que realmente significa un matrimonio, y creo que este es el meollo de sus problemas, porque parecen tener necesidades y expectativas muy diferentes.

Los insto a que reciban terapia (juntos, si es posible) y a que no tomen ninguna decisión –incluida la de si tu esposo debe mudarse a casa– hasta que sepan lo que quieren. Es evidente que te sientes muy infeliz y debes escuchar esos sentimientos, aunque parezcan desafiar la lógica.

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