Flee: dentro del documental sobre un chico de Kabul que encuentra la felicidad, los gatos y un esposo en Dinamarca
'En Afganistán, él no podía ser abiertamente homosexual'… Amin y su esposo Kasper en Flee. Foto: Final Cut for Real

Cuando el cineasta danés Jonas Poher Rasmussen tenía 15 años, un refugiado afgano se mudó a su pequeño pueblo. Circularon rumores sobre la forma en que el chico, Amin, llegó a ese lugar.

Algunos dijeron que llegó caminando desde Kabul, otros dijeron que fue testigo de la matanza de toda su familia. Rasmussen se convirtió en amigo y confidente del recién llegado -Amin incluso le reveló que era homosexual cuando eran adolescentes- y su vínculo perduró hasta la edad adulta. Cuando ambos sufrieron malas rupturas a los 20 años, por ejemplo, Rasmussen se quedó con Amin; ahora se refieren a ese periodo como “el verano del desamor”. Sin embargo, todavía no sabía la verdad sobre cómo llegó su amigo a Dinamarca, así que hizo lo que cualquier documentalista haría: propuso hacer un filme sobre él. Amin se negó a revelar su identidad en la pantalla, pero ¿y si el filme era de animación?

El resultado es Flee, que intercala escenas de Rasmussen entrevistando a su amigo, dramatizaciones del peligroso viaje de Amin hacia Copenhague a través de Moscú, e interludios actuales que lo muestran buscando casa con su novio, en los que el concepto de establecerse presenta desafíos únicos para una persona que ha pasado su vida huyendo. Aparte de los fragmentos ocasionales de imágenes de archivo -como las calles de Kabul marcadas por la guerra o las olas turbulentas que se ven desde un barco que contrabandea personas a través del Báltico-, todos los fotogramas del documental son animados, la mayoría de ellos con un estilo sencillo y directamente realista que coincide con la narración de Amin.

“Fundamentalmente, todo surgió de su testimonio”, comenta el director de 40 años. Hablamos por videollamada justo antes de Navidad, al final de un año que comenzó con Flee (cuya producción ejecutiva está a cargo de Riz Ahmed y la estrella de Juego de Tronos Nikolaj Coster-Waldau), que ganó el Gran Premio del Jurado en la sección de documentales de Sundance.

“Tenía que ser un estilo de animación que respaldara lo que contaba Amin. También tenía que representar con autenticidad las calles de Kabul y Moscú en la década de 1980, en lugar de ser estilizada o fantasiosa”.

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La alegría de A-ha… Amin de niño.

Cuando Amin de niño juguetea con los vestidos de su hermana o baila alegremente al son de A-ha, el ambiente es brillante y alegre. En los momentos de trauma, la animación se vuelve como una pesadilla: aparecen rostros sin rasgos, los alrededores se vuelven irregulares y abstractos. “De nuevo, eso surgió de la voz. Cuando Amin comenzó a hablar del trauma, lo hizo de forma más lenta e incoherente. Sabía que teníamos que ver eso reflejado en la animación. Ya no se trata de la realidad, sino de la emoción que hay en su interior, la ira y el miedo”.

Flee ofrece atisbos desgarradores de la experiencia de los refugiados, sin embargo, en algunos puntos el documental es juguetón y divertido. El joven Amin, un devoto admirador de Jean-Claude Van Damme, se imagina a su ídolo guiñándole el ojo en medio de una escena de lucha de Bloodsport. Después, cuando Amin es aplastado junto a un hombre mayor sexy mientras los traficantes de personas lo llevan en una furgoneta, la banda sonora (Joyride de Roxette) parece expresar sus deseos tabúes.

El disimulo parcial de la animación le proporciona a Amin, que se esconde detrás de un nombre ficticio y un rostro animado, una forma de contar su historia en su totalidad por primera vez. “Él no quería que la gente sintiera lástima por él, ni que lo vieran únicamente como un refugiado”, explica Rasmussen. Sin embargo, resulta imposible no darse cuenta de que Amin no es la única persona cuya apariencia fue modificada en la pantalla. El cineasta que hoy habla conmigo no se parece en nada al que aparece en la entrevista con su amigo en Flee. “Ah, mi no-rubio”, dice avergonzado, señalando su cabello oscuro y su barba. “Quería crear un contraste entre Amin y yo para que la gente no se confundiera“. También refleja la naturaleza poco fiable de la historia, en la que los rumores y las artimañas se van desvelando poco a poco para revelar la verdad. “Lo que vemos en la pantalla no siempre coincide con el mundo real”.

También confiesa un motivo más personal. “No quería que la audiencia cuestionara de dónde vengo. En mi propia familia hay antecedentes de refugiados. Mi abuela materna nació en Copenhague, pero sus padres, que eran judíos, huyeron de Rusia durante los pogromos. Solicitaron asilo en este país, pero se lo negaron, y después se mudaron a Berlín. Al ser judía, mi abuela se tenía que levantar todos los días en las clases con una estrella amarilla en el pecho. Después de eso, tuvieron que huir de nuevo, a Inglaterra y luego a Estados Unidos”.

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Escenas de clubes nocturnos… Amin experimentando nuevas libertades en Flee. Foto: Final Cut for Real

Rasmussen insiste en que él no se sintió como un forastero durante su infancia en Dinamarca, aunque había un detalle que lo diferenciaba. “Todos mis amigos eran rubios“, cuenta. “A los 11 o 12 años, yo también quería ser rubio. Y ahora tenía la oportunidad”. Se muestra tímido y aniñado: un niño que hizo realidad su deseo.

Flee fue un documental muy emotivo durante su realización. “Había escuchado los rumores sobre el pasado de Amin, así que suponía que iba a ser desgarradora”, dice. “Me sorprendió más lo mucho que le seguía afectando todo aquello. No era capaz de conectar su pasado y su presente, por lo que no se sentía una persona completa“. La parte más traumática para Rasmussen fue rebuscar entre las imágenes del Afganistán de los años 80 para encontrar las imágenes adecuadas del horror. “Esas fueron unas semanas difíciles”, comenta. “Necesité muchos descansos. Pero teníamos que mostrar que permanecer en Kabul no era una opción. El niño que ves tirado en un charco de sangre representa a Amin si se hubiera quedado”.

En el filme anterior de Rasmussen, el documental live-action What He Did, utilizó un tipo de marco diferente para abordar los horribles acontecimientos. Ese documental contaba la historia de Jens Michael Schau, que asesinó brutalmente a su pareja, el novelista Christian Kampmann. En ese caso, el ensayo y la representación de una nueva obra de teatro sobre el asesinato proporcionaron un lente a través del cual se puede explorar la historia en dos niveles de realidad, del mismo modo en que lo hace la animación en Flee.

Ambos documentales tratan sobre hombres homosexuales marginados, Schau admite que se sentía “inferior” en los círculos literarios de su pareja, mientras que Amin se describe a sí mismo como “avergonzado y apenado” por ser un refugiado. Los documentales también incluyen escenas ambientadas en bares homosexuales. “Definitivamente, me atraen las historias de los forasteros, para ver cómo la gente marginada se enfrenta a la sociedad“, comenta Rasmussen. Y a continuación sonríe: “No me atraen las escenas de bares homosexuales. Es una coincidencia que tenga dos de ellas seguidas”. ¿La animación y la obra de teatro dentro del documental son formas de mantener estos temas a una distancia analítica? Todo lo contrario, argumenta.

“Cuando abordas historias del pasado, siempre resulta difícil hacer que se sientan actuales de nuevo. El montaje de la obra en What He Did proporciona una estructura natural. Lo mismo ocurre con la animación en Flee. Hace que todo parezca que está ocurriendo en este momento delante de nuestros ojos”.

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‘Me atraen las historias de los forasteros’… el cineasta Jonas Poher Rasmussen. Foto: TT News Agency/Alamy

Y así es. Habrá millones de personas más que se verán desplazadas como Amin en los próximos años y décadas, no solo por la guerra sino también por la emergencia climática. “Espero que le dé un rostro humano a estas historias”, comenta. “Cuando Amin llegó a Dinamarca, la retórica en torno a los refugiados no era tan mala. En los últimos 20 años, se ha convertido en algo cada vez más tóxico. Quiero que el documental muestre que ser un refugiado no es una identidad, es una circunstancia que le puede ocurrir a cualquiera. Sí, Amin es un refugiado, pero es mucho más que eso. Es un académico, un dueño de una casa, un esposo”.

¿Cómo está ahora? “Está muy bien. Lleva toda la vida viajando y, de repente, se tuvo que quedar en casa como todo el mundo durante los últimos años. Pero lo ha disfrutado. Me envía fotos de los gatos y de las flores que hay en el jardín”.

¿Siente Rasmussen que por fin comprendió a Amin después de realizar Flee? “No creo que uno pueda llegar al fondo de una persona viva”, responde. “Todos somos obras en proceso. Sí lo entiendo mucho mejor, y comprendo lo que supone para alguien perder su hogar y no ser plenamente quien es. En Afganistán, él no podía ser abiertamente homosexual. En Dinamarca, no podía ser honesto sobre su pasado. Toda su vida tuvo que ocultar partes de sí mismo. Flee en realidad es la historia de un hombre que intenta encontrar un lugar donde pueda ser quien es”

Flee se estrena el 11 de febrero.

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