Biden libera 7 mil millones de dólares en fondos afganos congelados para repartirlos entre las familias del 11-S y en ayudas
Unos trabajadores cuentan billetes de varias divisas en la sede del Da Afghanistan Bank en Kabul, Afganistán. Foto: Bloomberg/Getty Images

El viernes, Joe Biden firmó una orden ejecutiva para liberar 7 mil millones de dólares de las reservas afganas congeladas, que serán repartidos entre los esfuerzos humanitarios para el pueblo afgano y las víctimas estadounidenses del terrorismo, incluidos los familiares del 11 de septiembre de 2001.

En una medida muy inusual, el intrincado plan está diseñado para hacer frente a un sinfín de cuellos de botella jurídicos derivados de los ataques terroristas de 2001 y el caótico final de la guerra de 20 años en Afganistán, que desencadenó una crisis humanitaria y política, informa el New York Times.

Sin embargo, los críticos advirtieron que la medida podría llevar al sistema bancario afgano, que ya se encuentra en dificultades, al borde del colapso sistémico, y agravar una crisis humanitaria que ha dejado a millones de personas expuestas a la hambruna y a casi todo el país -el 98%- con escasez de alimentos.

“Estamos hablando de avanzar hacia un colapso total del sistema bancario“, dijo al New York Times el Dr. Shah Mohammad Mehrabi, miembro veterano de la junta del banco y profesor de economía en el Montgomery College de Maryland. “Creo que se trata de un punto de vista limitado”.

La escasez de dinero en efectivo ya provocó la imposición de límites semanales estrictos respecto a la cantidad que la gente puede retirar de sus ahorros, agravando la crisis económica a medida que aumenta la inflación.

En agosto, los talibanes tomaron el control y colapsó el antiguo gobierno, dejando atrás poco más de 7 mil millones de dólares en activos del banco central depositados en el banco de la Reserva Federal de Estados Unidos en Nueva York. Cuando los altos funcionarios afganos, entre ellos el presidente y el gobernador del banco central, huyeron del país, la Reserva Federal congeló la cuenta ya que se desconocía quién tenía autorización legal para acceder a los fondos.

Los talibanes tomaron el control del banco central -conocido como Da Afghanistan Bank- e inmediatamente reclamaron el derecho sobre el dinero, sin embargo, en virtud de las permanentes sanciones antiterroristas, es ilegal realizar transacciones financieras con la organización. Además, Estados Unidos no reconoce a los talibanes como el gobierno legítimo de Afganistán.

Mientras el gobierno de Biden reflexionaba sobre lo que debía hacer con los fondos, un grupo de familiares de las víctimas de los atentados del 11 de septiembre del 2001, que hace años ganó una sentencia en rebeldía contra los talibanes y Al Qaeda, intentó confiscar los activos del banco afgano. En un caso conocido como Havlish, los demandantes convencieron a un juez para que enviara a un jefe de policía estadounidense a notificar a la Reserva Federal una “orden de ejecución” para confiscar el dinero afgano.

El gobierno de Biden intervino en el proceso, y se espera que indique al tribunal que se deben atender las demandas de las víctimas por la mitad del dinero (algunos otros grupos de víctimas también solicitaron una parte). Si el juez acepta, Biden procurará destinar el resto del dinero a una especie de fideicomiso que se destinará a la compra de alimentos y a otros tipos de ayuda humanitaria en Afganistán, manteniéndolo lejos de las manos de los talibanes.

Es probable que el proceso sea largo y complicado, ya que los defensores y algunas víctimas del 11 de septiembre de 2001 sostienen que se debería destinar la totalidad de los activos afganos a la ayuda para el pueblo afgano, que se enfrenta a dificultades cada vez mayores.

El dinero -que incluye divisas, bonos y oro- procede en su mayor parte de fondos de divisas que se acumularon durante las dos últimas décadas, cuando fluyó la ayuda occidental a Afganistán.

Pero también incluye los ahorros de los afganos comunes, que ahora se enfrentan a la creciente violencia y la hambruna ante la caída vertiginosa de la economía y el estado de derecho.

“Las víctimas del 11 de septiembre merecen justicia, pero no del pueblo afgano, que a su vez se convirtió en un peón atrapado en medio de la ‘guerra contra el terrorismo‘ dirigida por Estados Unidos y un régimen talibán opresivo”, señaló Adam Weinstein, investigador del Instituto Quincy, que también sirvió como marine estadounidense en Afganistán.

“La idea de que, de la noche a la mañana, las reservas del banco central pasaron de pertenecer al pueblo afgano a convertirse en propiedad transferible de Estados Unidos no es más que colonial“.

En otra señal de la desesperada situación humanitaria en Afganistán, la Organización Mundial de la Salud señaló el viernes que un violento brote de sarampión infectó a decenas de miles de personas y mató a más de 150 solo el mes pasado.

La agencia sanitaria de la ONU indicó que el brote resultaba especialmente preocupante, ya que Afganistán se enfrenta a una gran inseguridad alimentaria y a la desnutrición, lo que provoca que los niños sean mucho más vulnerables a esta enfermedad altamente contagiosa.

“Los casos de sarampión han aumentado en todas las provincias desde finales de julio de 2021”, dijo un vocero de la OMS, Christian Lindmeier, a los periodistas en Ginebra.

Señaló que los casos aumentaron recientemente, con un incremento del 18% en la semana del 24 de enero y del 40% en la última semana del mes.

En total, en enero se registraron 35 mil 319 casos sospechosos de sarampión, de los cuales 3 mil fueron confirmados por pruebas de laboratorio, así como 156 muertes. El 91% de los casos y el 97% de las muertes fueron de niños menores de cinco años.

Lindmeier destacó que probablemente no se registraron todas las muertes relacionadas con el sarampión y que se espera que las cifras aumenten. “El rápido aumento del número de casos en enero sugiere que es probable que el número de muertes por sarampión aumente drásticamente en las próximas semanas”, dijo Lindmeier.

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