Crímenes contra la población civil: documentación de la magnitud de los abusos en Ucrania
Oleh Bondarenko en el centro de rehabilitación del pueblo Motyzhyn, donde trabaja como consejero. Bondarenko, uno de los tres únicos hombres que sobrevivieron al campo de tortura de Kaluga en Motyzhyn. Bondarenko comentó que fue golpeado, torturado y abandonado a su suerte por los soldados rusos. Foto: Alessio Mamo/The Guardian

A los cinco días de la guerra, un comandante de un pelotón ruso y su unidad llegaron al pueblo de Motyzhyn, situado junto a la carretera principal que une el oeste de Ucrania con Kiev. Escondieron los tanques y la artillería entre los árboles, excavaron trincheras y tomaron las casas más cercanas. Una de ellas se convirtió en el cuartel de los oficiales y otra en una base para encarcelar, torturar y asesinar a los civiles.

El comandante –Oleg Krikunov, de 33 años– era mejor conocido por sus tropas y víctimas con el nombre de guerra de Kaluga. Los horrores que supuestamente perpetró y presidió durante un mes en un pequeño pueblo de Ucrania fueron catalogados por las autoridades que investigan las atrocidades cometidas por las tropas de Moscú, quienes lo han designado como una alta prioridad en su lista de soldados buscados.

Los fiscales ucranianos se han visto inundados de pruebas de crímenes de guerra rusos. La escala de los abusos fue tan grande, y los crímenes tan flagrantes, que ya han recabado cientos de expedientes, nombrado a docenas de sospechosos y llevado a cabo un primer juicio con éxito.

Desde el inicio de la guerra, The Guardian ha documentado crímenes cometidos contra la población civil, entre ellos torturas, asesinatos y abusos sexuales, recopilando relatos de primera mano de los supervivientes y testigos, y cotejándolos con la información proporcionada por los fiscales.

En conjunto, ofrecen un panorama de cómo la violencia y los abusos han sido una parte integral de la campaña rusa desde sus primeros días.

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Fotos publicadas por la fiscalía de los acusados de asesinar y torturar a civiles en un pueblo al norte de Kiev, entre ellos los bielorrusos Sergey Vladimirovich Sazanov (fotografiado dos veces en el centro a la derecha y abajo a la izquierda) y Alexander Alexandrovich Stupnitsky (abajo al centro), y su compañero mercenario del Grupo Wagner Sergey Sergeevich Sazonov (arriba a la derecha). Arriba a la izquierda: Oleg Krikunov, de 33 años, mejor conocido por sus tropas y víctimas con el nombre de guerra Kaluga.

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Fotos de los soldados rusos acusados de la masacre perpetrada en el norte de Kiev. Al menos cuatro de ellos son miembros de la 64ª Brigada de Fusileros Motorizados de Rusia, una unidad con base en la región de Khabarovsk, en la costa del Pacífico, en el extremo oriental de Rusia, acusada de haber asesinado a cientos de civiles en la ciudad de Bucha.


Campo de tortura de Motyzhyn

El 29 de abril, los reporteros de The Guardian hablaron con Oleh Bondarenko, uno de los tres únicos hombres que sobrevivieron al campo de tortura de Kaluga en la localidad de Motyzhyn. Bondarenko comentó que los soldados rusos lo golpearon y lo abandonaron a su suerte. Perdió varios dientes a causa de las agresiones rusas, su torso está lleno de cicatrices y es posible que haya sufrido daños permanentes en su columna vertebral.

En una entrevista realizada a finales de abril, relató la forma en que el pelotón ruso lo condujo con los ojos vendados a un recinto donde los soldados habían creado una sombría rutina para sus cautivos.

Todos los días golpeaban gravemente a los civiles, les retorcían y rompían los brazos; después, cuando se acercaba el momento de asesinarlos, les disparaban en las manos o en las rodillas para causarles un máximo de dolor, y luego les volvían a disparar en el estómago antes de matarlos finalmente de un tiro en la nuca.

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Oleh Bondarenko en el centro de rehabilitación del pueblo Motyzhyn, donde trabaja como consejero. Bondarenko, uno de los tres únicos hombres que sobrevivieron al campo de tortura de Kaluga en Motyzhyn. Bondarenko comentó que fue golpeado, torturado y abandonado a su suerte por los soldados rusos. Foto: Alessio Mamo/The Guardian

Bondarenko llevaba dos días encerrado en un tubo de cemento hundido en el suelo que funcionaba como cisterna de agua, lo suficientemente grande como para que cupiera un hombre doblegado en una especie de encorvamiento. Mientras estuvo prisionero en el recinto, Bondarenko dijo que pudo escuchar cómo los soldados torturaron a uno de los civiles durante una hora y media. “Recé para que lo mataran más rápido”, dijo.

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Cisterna subterránea de almacenamiento de agua y pozo ubicado en las afueras del pueblo de Motyzhyn, en la región de Kiev, donde las fuerzas rusas pusieron a Oleh Bondarenko después de haberlo torturado. Foto: Alessio Mamo/The Guardian

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Los civiles fueron enterrados en fosas comunes alrededor del campo. En este lugar, los investigadores encontraron el cuerpo de Olga Petrivna, la muy querida jefa del ayuntamiento del pueblo de Motyzhyn, junto con su esposo e hijo. Petrivna decidió quedarse en el pueblo y coordinar la ayuda y la defensa del territorio cuando llegaron los rusos.

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Un gran espectacular de Olga Petrivna con su esposo e hijo marca la entrada al pueblo de Motyzhyn. El mensaje indica: ‘Respeto eterno por parte del pueblo de Motyzhyn’. Foto: Alessio Mamo/The Guardian

El descubrimiento de fosas comunes

En las ciudades de Bucha, Hostomel y Borodyanka, ocupadas durante aproximadamente un mes por las tropas rusas, los investigadores ucranianos encontraron docenas de fosas comunes en las que fueron enterrados los cuerpos de civiles torturados y asesinados. Desde que los rusos se retiraron de la zona, un grupo de jóvenes voluntarios ha estado trabajando incansablemente para exhumar los cuerpos y enviarlos a los médicos forenses quienes han estado recopilando pruebas de los crímenes perpetrados por las tropas rusas.

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En el bosque, junto a una carretera cerca de la ciudad de Borodyanka, a 102 kilómetros de Kiev, la policía supervisaba la exhumación de dos hombres que fueron enterrados junto a lo que, según dicen los lugareños, era un retén militar ruso. Foto: Alessio Mamo/The Guardian
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En las ciudades de Bucha, Hostomel y Borodyanka, ocupadas durante aproximadamente un mes por las tropas rusas, los investigadores ucranianos encontraron docenas de fosas comunes en las que fueron enterrados los cuerpos de civiles torturados y asesinados. Foto: Alessio Mamo/The Guardian


En el bosque, junto a una carretera cerca de la ciudad de Borodyanka, a 102 kilómetros de Kiev, la policía encontró los cuerpos de dos hombres enterrados junto a lo que, según dicen los lugareños, era un retén militar ruso. Uno de ellos era un hombre en edad de jubilarse al que le cortaron la cabeza y que aún no ha sido encontrada. Los dos cuerpos estaban retorcidos y mutilados, y parecía que sus extremidades estaban rotas en varias partes.

El hijo del hombre cuya cabeza fue cortada, Serhiy Kubitsky, estuvo presente para presenciar la exhumación y realizar una declaración a la policía. Él y su familia habían abandonado la ciudad para refugiarse en el oeste de Ucrania cuando comenzó la guerra, pero su padre no se quiso ir. “No creí que fuera él cuando me lo dijeron”, comentó Kubitsky. Relató que sus vecinos encontraron el cuerpo de su padre en el bosque, cerca del retén ruso, el 17 de marzo, y lo enterraron en el lugar. Los vecinos después regresaron a la tumba para desenterrarlo bajo la supervisión de la policía.

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En Borodyanka, cerca del hospital local, los investigadores encontraron el cuerpo de una niña de 14 años junto con el de su padre y otro hombre. Foto: Alessio Mamo/The Guardian

En Borodyanka, a pocos metros del hospital local, los investigadores encontraron el cuerpo de una niña de 14 años junto con el de su padre y otro hombre. De acuerdo con los testigos, la niña y su padre intentaban escapar de la ciudad en auto, sin embargo, los rusos habían recibido la orden de disparar contra cualquier vehículo que intentara salir. El padre murió instantáneamente cuando las balas alcanzaron el vehículo. Su hija, según los testigos, falleció unas horas después. Fueron enterrados en una fosa común ubicada a menos de un minuto de distancia.

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Una mujer camina por un cementerio de autos quemados en la ciudad de Irpin. Los propietarios de estos vehículos no lograron salir de la ciudad. Foto: Alessio Mamo/The Guardian
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Vehículos de civiles en la ciudad de Irpin acribillados. Debido a los constantes bombardeos, los civiles fueron enterrados en cementerios improvisados en los alrededores de las ciudades y la ubicación de sus tumbas fue posteriormente reportada a la policía. Foto: Alessio Mamo/The Guardian


The Guardian ha fotografiado decenas de automóviles de civiles en ciudades del norte de Kiev, como Borodyanka, acribillados cuando los civiles intentaban huir. El constante bombardeo implicó que fueran enterrados en cementerios improvisados en los alrededores de las ciudades y la ubicación de sus tumbas fue posteriormente reportada a la policía.

Vladyslav Perovskyi, médico forense ucraniano que ha realizado decenas de autopsias de personas de las ciudades de Bucha, Irpin y Borodyanka, explicó que el proceso de identificación de las personas era complejo, debido al estado de descomposición de los cuerpos encontrados en las fosas comunes y al alto grado de brutalidad perpetrado contra las víctimas, incluso después de haber sido asesinadas. Relata los casos de personas asesinadas y después aplastadas por los tanques.

“Hay muchos cuerpos quemados y desfigurados que son imposibles de identificar”, señaló. “La cara puede estar destrozada en muchos pedazos. No es posible recomponerla. A veces, ni siquiera hay cabeza”.

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Una morgue en la región de Kiev repleta de bolsas para cadáveres. Foto: Alessio Mamo/The Guardian

A principios de marzo, las morgues locales de Kiev ya no tenían espacio para los muertos que llegaban diariamente por docenas a las instalaciones pensadas para 30, por lo que los cuerpos fueron apilados en camiones refrigerados. En uno de ellos, una pareja de personas de edad avanzada describió entre lágrimas a su hijo a los hombres que se encontraban dentro. Dijeron que su hijo había servido en la resistencia civil y que lo habían traicionado los soldados rusos que habían ocupado su ciudad y estaban persiguiendo a los combatientes ucranianos y a los exsoldados que habían participado en la guerra del Donbás. Los rusos lo capturaron, lo torturaron, le rompieron los brazos y las piernas y le pusieron una bolsa de plástico en la cabeza. Después lo mataron a tiros y arrojaron su cuerpo a un lado de la carretera.

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El momento en que una madre reconoció el cuerpo de su hijo dentro de un camión lleno de cadáveres sin identificar junto a una morgue. Foto: Alessio Mamo/The Guardian
Violación y abuso sexual

A finales de abril, los médicos forenses indicaron a The Guardian que habían encontrado pruebas de que algunas mujeres fueron violadas antes de ser asesinadas por las fuerzas rusas. “Ya tenemos algunos casos que sugieren que estas mujeres fueron violadas antes de ser asesinadas con arma de fuego”, señaló Perovskyi. “No podemos proporcionar más detalles, ya que mis colegas todavía están recopilando los datos y todavía nos quedan cientos de cuerpos por examinar”, explicó.

Las mujeres de toda Ucrania afrontan las consecuencias de la violencia sexual perpetrada por los soldados rusos. Conforme las tropas rusas se retiraban de las ciudades y suburbios cercanos a la capital con el fin de reorientar el esfuerzo bélico hacia el este de Ucrania, las mujeres y las jóvenes salieron a relatar las atrocidades que sufrieron. Violaciones en grupo, abusos a punta de pistola y violaciones cometidas delante de niños son algunos de los sombríos testimonios recopilados por los investigadores.

Al menos dos hombres que figuran en una lista de criminales de guerra rusos publicada por la fiscalía están acusados de abuso sexual y violación. Uno de ellos es Fassakhov Bulat Lenarovich, de 20 años, operador de radio de la división de artillería de obuses de la 30ª Brigada de Fusileros Motorizados.

El 12 de marzo, alrededor de las 19:00 horas, mientras se encontraba en un pueblo del distrito de Brovary, en la región de Kiev, Fassakhov entró a la casa de una joven que vivía con su familia. Se quedó solo en la cocina con la víctima y, según los fiscales, “utilizando amenazas de violencia física contra la familia de la víctima, utilizando armas de fuego”, obligó a la mujer a quitarse la ropa y la violó. Diez días después, Fassakhov y otros tres soldados no identificados entraron a la casa de otra mujer y también la violaron, turnándose con los otros soldados.

El 9 de marzo, los fiscales señalaron que Romanov Mikhail Sergeevich, soldado de la infantería mecanizada de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa, “en estado de intoxicación por alcohol”, “premeditó el asesinato de un residente local y la violación de su esposa” en un pueblo ocupado cerca de Kiev.

“Hemos recibido varias llamadas en nuestra línea directa de emergencia de mujeres y jóvenes que buscaban ayuda, pero en la mayoría de los casos ha resultado imposible ayudarlas físicamente. No hemos podido atenderlas debido a los combates”, explicó Kateryna Cherepakha, presidenta de La Strada Ucrania, una organización benéfica que apoya a las supervivientes de la trata, la violencia doméstica y el abuso sexual.

La violación es un delito poco denunciado y un tema estigmatizado incluso en tiempos de paz. Me preocupa que lo que sabemos solo sea la punta del iceberg”.

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