Los fracasos taquilleros del verano: ¿por qué <em>Indiana Jones</em> y <em>Flash</em> no fueron un éxito de taquilla? Los fracasos taquilleros del verano: ¿por qué <em>Indiana Jones</em> y <em>Flash</em> no fueron un éxito de taquilla?
Sigue corriendo... Harrison Ford en Indiana Jones y el dial del destino. Foto: Jonathan Olley/Lucasfilm

Se cree que el mecanismo de Anticitera, rebautizado como “dial del destino” en la última película de Indiana Jones, era un dispositivo que inventaron los antiguos griegos para predecir eclipses y vigilar el movimiento del sol. Se desconoce si su capacidad premonitoria se puede aplicar a la recaudación de taquilla: algunas estimaciones datan el artilugio en el año 200 a.C., cuando existía un desalentador desinterés por las recaudaciones nacionales y los estrenos de fin de semana. Sin embargo, de haber podido, podría haber revelado que Indiana Jones y el dial del destino se dirigía a un auténtico escenario del templo de la perdición. Si quieren imaginar qué cara pusieron los ejecutivos del estudio cuando recibieron la noticia de la pésima recaudación de su película de 300 millones de dólares (unos 5 mil millones de pesos), recuerden el final de Indiana Jones y los cazadores del arca perdida: ojos saltones, caras derritiéndose, ese tipo de cosas.

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Solo los mejores… James Gunn, de DC Studios. Foto: Axelle/Bauer-Griffin/FilmMagic

Los estrenos “taquilleros”, como se conoce a las superproducciones de verano, ya no son los gigantes garantizados que eran en la era pre-covid: la marquesina se está cayendo, los éxitos de taquilla corren el riesgo de fracasar. El mes pasado, la aventura del superhéroe de DC Flash cayó catastróficamente a números rojos y ahora se encamina a convertirse en uno de los mayores fracasos de la historia de Warner Bros. Las expectativas eran altas para la película, aunque tal vez se debería haber mostrado un poco más de escepticismo cuando James Gunn, codirector ejecutivo de DC Studios, anunció que era una de las mejores películas de superhéroes que había visto. En cuanto a las exclusivas, “Un ejecutivo afirma que el producto de su empresa es ‘mejor que el de los demás'” carece de cierta rigurosidad, por no hablar de su valor como novedad.

Resultó que Gunn estaba diciendo palabras vacías. Las críticas variaron entre lo tibio y lo glacial, mientras el público corría a la velocidad de Flash en dirección opuesta a cualquier cine que proyectara la película. Menos de un mes después de su estreno, ya es un flashazo. Y hay pocas esperanzas de que esa película o El dial del destino recuperen el terreno perdido en las vacaciones de verano, con la triple amenaza de Barbie, Oppenheimer y una nueva aventura de Misión: Imposible esperando tras bambalinas.

¿Qué pudo salir tan desastrosamente mal para estas apuestas aparentemente seguras? En el caso de El dial del destino, es casi como si el hecho de confiar en el afecto sostenido de un público mayor, nostálgico y mayoritariamente masculino, en lugar de incluir algo que pudiera atraer a una demografía más joven y diversa, hubiera demostrado ser una estrategia errónea.

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¿Factor Fleabag? Phoebe Waller-Bridge en Indiana Jones y el dial del destino. Foto: Lucasfilm

Pero esperen, ¿el factor Phoebe Waller-Bridge no cuenta para nada? Ella aparece como la ahijada de Indy, aunque vale la pena recordar que, como actriz de cine, no tiene la influencia para igualar su presencia en la televisión, o su posición cultural. Esto será una lección difícil de aprender para algunos de nosotros, pero el mundo no está hecho de fanáticos de Fleabag; la importación de una versión reducida de sus numeritos habituales a una película de Indiana Jones resulta incongruente. Waller-Bridge funcionó magníficamente como polvo mágico, espolvoreado en una película de Bond o en una precuela de Star Wars, pero no hay evidencia en las películas de que pueda ser una varita mágica y hacer que ocurran milagros.

Otros elementos que podrían haber resultado poco atractivos para el público son la tecnología de rejuvenecimiento que elimina varias décadas, y varias capas de emoción humana, del rostro de Harrison Ford. Y miren contra quién lucha en esta ocasión: Nazis. ¿Acaso no vemos suficientes de esos en Twitter?

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La maldición del multiverso… Ezra Miller en Flash. Foto: Landmark Media/Alamy

Las razones del fracaso de Flash son menos misteriosas. Se podría culpar a la maldición del multiverso, que hace que las hazañas de las diferentes versiones del héroe de la película parezcan menos atractivas de lo que habrían sido antes de que este argumento empezara a dominar todo en todas partes al mismo tiempo. Tal vez hay una realidad en la que el atractivo del multiverso no está disminuyendo, pero no es esta.

También se esperaba que la doble dosis de Batman en Flash triunfara. Seguramente nadie podría resistirse a ver tanto a Michael Keaton, que interpretó el papel en dos ocasiones hace más de 30 años, como a Ben Affleck, el primer actor en la historia del papel que luce más expresivo con la máscara puesta que sin ella. La regla con este superhéroe, no obstante, parece ser que ahora solo resulta eficaz en un contexto gótico azotado por la lluvia. Eso explica por qué The Batman fue un éxito de 770 millones de dólares el año pasado, mientras que la desenfadada aparición del personaje en Flash (aprovechando la reunión de los Spiderman en Sin camino a casa) fue tan apetitosa como un rollo de murciélago de Wuhan.

Sin embargo, nada perjudicó más a Flash que las diversas acusaciones sobre el comportamiento fuera de la pantalla de su estrella Ezra Miller, que convirtió a la película en sinónimo de escándalo. El público que busca olvidarse de sus preocupaciones en el cine no quiere hacer el trabajo pesado de ignorar las dudosas acciones extracurriculares de un actor, como tampoco quiere sacar vidrios rotos de sus palomitas. No necesitas un dial del destino para saberlo.

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