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La crisis del cautiverio

Ana Ballesteros, Víctor Aguilar e Iñaki Malvido

La sabana mexicana está saturada

Un domingo de septiembre de 2020 una mascota peculiar paseó por el centro comercial Antara, en la Ciudad de México. Un cachorro de tigre de bengala caminó entre las macetas y fuentes que adornan los pasillos entre las tiendas. El animal vestía sudadera gris y llevaba una correa negra al cuello desde la que Mina Ayala, su dueña, lo paseaba.

La dueña del animal fue objeto de críticas y escrutinio en tuits y posts de Facebook en los que los usuarios exigían a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) asegurar al animal, pues asumieron que su posesión era ilegal.

Pero en México la compra-venta de grandes felinos es legal, siempre y cuando vengan de comercializadoras autorizadas, y muchos de esos animales acaban sus vidas encerrados en “santuarios” privados después de ser desechados por sus dueños. Sin embargo, de acuerdo con las leyes mexicanas, el término “santuario” en realidad se refiere a áreas naturales protegidas. Según la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), los santuarios son zonas con una enorme riqueza de flora o fauna que requieren ser resguardadas. A lo largo de todo el territorio nacional sólo existen 18 santuarios y 16 de ellos son playas, por lo que este concepto hace referencia a la conservación de toda una zona y no incluye centros privados de rescate animal. No obstante, sitios como Black Jaguar White Tiger o Fundación Recica se han autodenominado como “santuarios”, a pesar de que no cuentan con las certificaciones internacionales pertinentes (como el sello de la Federación Global de Santuarios Animales) o no cumplen con la Ley General de Vida Silvestre. Estos centros se han convertido en depósitos de animales y se presentan como una solución para las personas que necesitan deshacerse del cachorro que tuvieron sólo por unos cuantos meses.

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Una tigresa en el “santuario” RECICA en el 2016.
Foto: Iñaki Malvido Prada.

No es raro que historias como la del tigre en Antara lleguen a los medios de comunicación. El 13 de octubre de 2020, el video de una niña paseando a su tigre por las calles de Guasave, Sinaloa, también se viralizó en redes sociales. El 30 de agosto del mismo año un cachorro de león fue visto asomándose por la ventana de un coche en el malecón de Mazatlán. En 2018, se hizo famoso el señor Omar, quien vive en la colonia Viaducto Piedad, en la Ciudad de México, y tiene tres leones que conviven diariamente con el perro Rottweiler que pasa los días en su azotea.

El declive de la biodiversidad

Mientras que la biodiversidad del planeta está bajo amenaza, la presencia de grandes felinos en cautiverio en América va en aumento. Según el informe “Planeta Vivo”, que publicó en 2021 el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), las poblaciones biodiversas han disminuido en un promedio de 68% en los últimos 50 años. En América Latina y el Caribe es donde más poblaciones de vertebrados se han visto afectadas, con una disminución promedio del 94%. La principal razón para este drástico declive es el cambio en el uso de suelo: los bosques y selvas están siendo sustituidos por terrenos de ganadería, agricultura, minería o zonas urbanas. Esto quiere decir que los hábitats donde las especies siempre habían vivido ahora son inhóspitas, llevando a los animales a la extinción o a la migración que en muchos casos resulta en su captura.

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Hay pocos datos precisos que informen sobre cuántos individuos de grandes felinos quedan en libertad. A finales del siglo XIX, cuando El libro de la selva de Rudyard Kipling fue publicado, más de 100 mil tigres deambulaban libremente por el continente asiático, según WWF. Hoy en día se estima que su población en libertad es de aproximadamente 3 mil 900, mientras que tan sólo en Estados Unidos se calcula que viven entre 10 y 20 mil tigres en cautiverio. Para la población Maasai, en Kenia, el rugido de un león significa “esta es mi tierra” y una noche sin rugidos es una noche incompleta. Actualmente la organización estima que en África quedan 23 mil leones en libertad y se ha extinto en 26 países de este continente, cuando originalmente habitaban todo el África subsahariana. En cuanto a especies endémicas de América, se calcula que México tiene una población de 4 mil 800 jaguares en vida silvestre y de los pumas, el otro gran felino americano, no se tiene información suficiente.

Existe un mercado con altos niveles de demanda en todo el mundo que ha convertido a estas especies en un gran negocio. La médico veterinaria zootecnista María Teresa Moreno, quien se dedica a la comercialización y asesoría legal de fauna silvestre, dice que hoy en día existen en México más de 5 mil comercializadoras de animales exóticos autorizadas, esto sin tomar en cuenta el mercado negro. Es una paradoja: mientras en una reserva natural en Kenia se celebra el nacimiento de una camada de leones, cualquier persona en México con 65 mil pesos puede comprarse uno de manera legal.

Mira a la doctora Moreno hablar sobre su oficio aquí

El mercado negro de animales

Puede haber muchos incentivos para la compra de grandes felinos. La mayoría de los casos son personas que los quieren tener de mascota por unos meses o porque los hace sentir poderosos, pero también existe el interés de compra para venderlos por partes cuando sean adultos.

Mónica Echeverría, la directora de medios y asuntos externos del WWF en Washington D.C., asegura que la venta de las partes del cuerpo de los grandes felinos es muy común, ya que ciertos sectores de la población tienen “ideas erróneas de que las partes de su cuerpo son benéficas para algunas enfermedades y no hay ninguna evidencia científica de que sus uñas, la cola, hasta el pene sean benéficos y los venden disque para aliviar el cáncer y problemas reumáticos o artritis”.

El biólogo Rodrigo Medellín Legorreta de la Alianza Nacional para la Conservación del Jaguar asegura que los dientes de jaguares son utilizados para la joyería y es común que la piel se venda para hacer alfombras o muebles. También existen remedios de medicina alternativa que presumen tener pelo de cola de león. Este tipo de mercado es ilegal, pero hasta en plataformas como Mercado Libre se pueden encontrar artículos que dicen ser colmillos de felinos para rituales esotéricos.

En el Mercado de Sonora, en la Ciudad de México, se pueden conseguir todo tipo de productos relacionados con la santería y el esoterismo. Entre la gama de oferta también se encuentran animales exóticos como serpientes, águilas, monos y grandes felinos.

En 1992 fue creada la Profepa y a través de su Dirección General de Vida Silvestre se comenzaron a realizar operativos para decomisar especies que eran comercializadas de manera ilegal. Uno de esos operativos fue en el Mercado de Sonora. Antonio Azuela, quien fue titular de la Profepa entre 1994 y 2000, recordó que el aseguramiento de especies fue un desastre. Nunca se había realizado un operativo de este tipo y no tenían la capacidad logística, por lo que la misión resultó en serpientes, sapos y tarántulas paseando por las calles aledañas al mercado. A partir de ese momento fueron profesionalizando los aseguramientos de especies, pero entonces surgió el problema de qué hacer con ellos una vez que eran recuperados.

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Luego del operativo en el Mercado de Sonora, la Profepa tuvo que recurrir a un clóset en sus oficinas para encerrar serpientes decomisadas.
Ilustración: Víctor Aguilar Escalante.

Entre 2011 y 2021, la Profepa aseguró 869 grandes felinos, los cuales se resumen en el siguiente cuadro:

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Rafael Pacchiano, quien ocupó la titularidad de la Semarnat durante los últimos tres años del sexenio de Enrique Peña Nieto (20012-2018), declaró que la secretaría tenía aproximadamente seis centros donde resguardaban a los animales decomisados mientras la Profepa les encontraba algún sitio definitivo. Sin embargo, los espacios no son infinitos y así surgieron convenios entre centros privados o fundaciones y la Semarnat para hacer la entrega de animales, pues los zoológicos no daban abasto. De 2015 a la fecha, solamente ocho grandes felinos, los cuales no representan ni el 1% de los 869 previamente asegurados, han conseguido convertirse en residentes del zoológico de Chapultepec, mientras que de los otros 861 no se conoce su paradero.

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De leyes e instituciones

En julio del año 2000 fue promulgada la Ley General de Vida Silvestre. Esto significa que el marco jurídico mexicano para la protección de la fauna no tiene más de 20 años de vida, a pesar de que México se adhirió a la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) desde 1991 y que la Declaración Universal de los Derechos de los Animales fue aprobada por la ONU desde 1977.

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Un jaguar encerrado en una celda hecha con varillas en RECICA. Este esp cimen contaba con menos de 10m2 para vivir.
Foto: Iñaki Malvido Prada (2016).

La CITES se encarga de regular el comercio internacional de animales y plantas que han sido declarados en categoría de riesgo, vulnerabilidad o peligro de extinción. En esta división, los grandes felinos se encuentran en el nivel de mayor riesgo. Sin embargo, esta convención internacional sólo aplica para protegerlos en caso de exportación o importación, no los protege de vivir encerrados en un domicilio privado, es como un pasaporte para los felinos. En México sólo se necesita contar con un registro ante la Semarnat, el cual puede conseguirse con requisitar debidamente una solicitud de ingreso al registro de establecimientos dedicados a la crianza y/o venta de animales, entregar el papeleo correspondiente y realizar el pago. Antes de 1992 no existía ningún tipo de registro para las comercializadoras.

Con la Ley General de Vida Silvestre también se crearon las Unidades de Manejo para la Conservación de Vida Silvestre (UMAS), públicos o privados, que se encargan de la posesión de animales y plantas silvestres, pero también se permitieron los Predios o Instalaciones que Manejan Vida Silvestre (PIMVS), que son espacios privados donde se permite la reproducción de especies y que pueden tener fines comerciales. Justo lugares como Black Jaguar White Tiger, que tiene bajo su resguardo 400 felinos aproximadamente y tiene la autorización para reproducirlos o venderlos si así lo desea.

Lo que se buscaba con esta ley era alcanzar un aprovechamiento balanceado de las especies. El fin era que la posesión de los animales se regulara, mas no que se prohibiera, pues desde la perspectiva de Azuela esto sólo fomentaría el mercado negro.

Majo quería un león

Majo (quien accedió a compartir información con tal de no ser identificada) compró un león en un grupo de Facebook porque a ella y al que era su novio en ese entonces se les ocurrió un día. Recuerda que fue cuestión de unos cuantos clicks para realizar el pago de 40 mil pesos y que le confirmaran la entrega de Frida, su leona de menos de 6 semanas de nacida, a quien su chofer recogió en una zona a las afueras de la Ciudad de México. El hombre que se la vendió le aseguró que él contaba con registro ante la Semarnat y que la leona traía microchip. Pero fue una amiga de Majo quien le avisó del papeleo que debía realizar. El vendedor jamás le comentó sobre el trámite de autorización de ejemplares exóticos.

Majo y su novio nunca planearon quedarse con Frida a largo plazo. A pesar de que los leones llegan a vivir hasta 25 años en cautiverio, ellos sólo querían tenerla mientras fuera cachorra, así que su motivación para realizar todo el papeleo correcto fue la certeza de que un día se iba a deshacer de la leona. Fue una relación que desde el inicio ya tenía fecha de caducidad.

Originalmente Majo conservaría a Frida por seis meses, pero se extendió hasta ocho porque no encontraban un lugar a dónde mandarla. A la par de buscar un recinto que aceptara a la leona llenó el registro ante la Semarnat en el que le informaron que le harían una visita domiciliaria que nunca sucedió.

Hubo personas que le llegaron a recomendar limarle los colmillos y quitarle las garras a Frida para que fuera más dócil jugar con ella, pero Majo fue asesorada por un veterinario y no lo hizo.

Con el paso del tiempo, la mamá de Majo ya estaba harta del olor de la leona en la casa y en general estaban cansados de toda la atención que demandaba, así que consideraron donarla al rancho de la familia Peralta (dueña de Grupo IUSA), pero a la joven no la convenció el lugar y mejor la regaló al rancho de Jorge Hank Rhon (dueño de Grupo Caliente y expresidente municipal de Tijuana). En 2006 le otorgaron una entrevista a la revista Quién en el zoológico privado de la familia, Hank también ha estado involucrado en el comercio de especies exóticas desde los años 80 y ha sido investigado por lo mismo. Jorge Hank ha declarado que su única debilidad en la vida son los animales, tanto que dos de sus 26 hijos se llaman “Tigre” y “Lobo” y su famosa receta tequilera “Tres Penes” también revela lo mucho que los animales sazonan su vida. Se dice que los ingredientes del “afrodisiaco” tequila son: el miembro de un león, un tigre y un perro; cuernos de venado, hiel de oso, cascabel de víbora y alacrán. Como Majo y su familia avisaron a la Profepa, el traslado de Frida en un vuelo comercial de Volaris, pagado por ella, fue supervisado y gestionado por la procuraduría de inicio a fin.

Mentalidades en pugna

Antonio Azuela, quien también es doctor en Sociología por la UNAM, llama a las dos mentalidades en pugna “visionarios y pragmáticos”. Los visionarios son aquellas personas con una mentalidad que aboga por no tocar a los animales, dejarlos ser libres en sus hábitats naturales, que se prohíba por completo la caza y se respete el ciclo natural de las cosas. Se enfoca más en el bienestar concreto de un animal en particular. Mientras que por el otro lado, los pragmáticos son quienes creen que a partir del aprovechamiento, o sea, su compra, venta o exhibición, la conservación de especies tiene más posibilidades de ser exitosa porque se evitaría la caza furtiva, el mercado negro o un cautiverio no regulado.

Un ejemplo de la mentalidad visionaria es Adriana Buenrostro, coordinadora del área legal y política de la organización Animal Heroes. Su campaña “Sin Cautiverio” busca hacer entender a la gente que los animales no deben ser considerados como una propiedad y que deberían ser libres en sus hábitats naturales. Ellos, como organización, están en contra de todo tipo de cautiverio porque consideran que este tipo de situaciones para los animales “no es justa y no está bien”.

En el campo de la visión pragmática está la veterinaria María Teresa Moreno, quien es dueña de la comercializadora y consultoría “Exóticos y Salvajes”. Su negocio fue el primero en obtener el registro para la comercialización, importación y exportación de fauna silvestre en 1992 y ella considera que este mercado puede asumirse como una forma de conservación de las especies. Para ella tanto la cacería regulada, como los criaderos y zoológicos son herramientas de conservación porque ahí se han logrado reproducir a las especies bajo cuidado humano y de esta manera se garantiza que nunca se extingan.

Rafta y Clarence, leones chilangos

Tener grandes felinos de mascota es mucho más común de lo que pareciera. Un alumno de la Universidad Iberoamericana, quién también pidió que su nombre no fuera revelado, actualmente tiene en su casa un cachorro de tigre blanco –el tipo de tigre más amenazado– y en otro espacio de piso de concreto tiene a Rafta, un león de cinco años de edad, el cual se entretiene con una pelota de boliche y una llanta de coche. Rafta consume diariamente 5 kilos de alimento, lo que equivale aproximadamente a 7 mil pesos mensuales en alimentación. La comida, las instalaciones adecuadas, medicamentos y traslados de los grandes felinos no los convierten precisamente en las mascotas más baratas.

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Rafta el león y un tigre conviven en el mismo patio, donde los mantiene su dueño. Fotos: Cortesía.

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A Federico, un fanático del grupo Kiss, también le costó trabajo encontrar un recinto para entregar al león que compró en una tienda de mascotas a finales de la década de los 80, cuando no se necesitaba realizar ningún tipo de registro y tampoco existía la Ley General de Vida Silvestre. Federico tuvo a Clarence, su león, por tres años hasta que decidió donarlo porque se dio cuenta que no sería viable mantenerlo para siempre y que no era justo un espacio tan reducido para un animal salvaje. Intentó regalarlo a los zoológicos de la Ciudad de México, pero ya no tenían espacio, pensó también en Africam Safari en Puebla y estaban saturados de leones, así fue buscando por todo el país el lugar idóneo para Clarence hasta que encontró el Zoofari de Guerrero, donde sí recibieron a su león, pues acababan de abrir sus puertas.

Federico considera que los leones no establecen un vínculo emocional de cariño tan particular con las personas. Recuerda que él llegaba a su casa y “luego luego iba a verlo y me asomaba, obviamente era una puerta de vidrio hacia el patio que lo tenía y me asomaba y lo veía, lo saludaba, abría la puerta y le decía: ‘Clarence, ¿qué onda?’. Como que se me quedaba viendo y a veces se me acercaba, a veces no, como que no crea ningún lazo, como los perros que llegas y corren hacia ti para saludarte”.

Por más que convivan con los humanos, un día pueden no estar de humor y atacar a su dueño, cosa que pasa con frecuencia, como el león que en el 2018 mató a su cuidador en el zoológico de Tulancingo, Hidalgo, a pesar de conocerlo desde hace mucho tiempo. Hoy en día, después de haber tenido a Clarence, Federico considera que estos animales no deberían vivir en casas, ya que necesitan espacios enormes y la oportunidad de desarrollar sus instintos naturales sin ser inhibidos constantemente.

El caso de Federico y Clarence fue hace más de treinta años y la saturación de grandes felinos en los zoológicos fue un obstáculo para que pudiera colocar a su león. Hoy en día la situación es peor. Adriana Buenrostro considera que hay una sobrepoblación de grandes felinos en cautiverio en México, mientras que Teresa Moreno, dedicada a la comercialización de especies, dice que el mercado de animales de compañía no tradicionales va en aumento y que el nicho de compradores de gatos grandes es cada vez más vistoso.

El doctor Fernando Gual, director general de Zoológicos y Conservación de la Fauna Silvestre en la Ciudad de México, dijo que los zoológicos no fueron planeados para ser un espacio al que las personas puedan ir a dejar a su mascota exótica cuando ya no pueden cuidarla, pero “tenemos que recibir algunos de estos ejemplares cuando tenemos espacio y pues ese ejemplar no debió haber llegado ahí pero bueno, hay gente que los compra como mascotas y acaban en un zoológico”.

Mira al doctor Gual compartir su perspectiva aquí

El territorio mexicano se ha convertido en una especie de sabana tropicalizada y está saturada. En donde naturalmente no habría tigres ni leones, hoy en día cientos de ejemplares de estas especies pasan sus vidas en espacios pequeños, jugando con una bola de boliche o mordiendo una llanta de coche o esperando encontrar espacio en algún zoológico. Mientras sigan siendo adquiridos como mascotas temporales estarán destinados a pasar el resto de sus días en un lote con pasto seco en el Ajusco, en un patio o en una azotea y nunca conocerán las selvas y sabanas reales.

“Interactuando con este chatbot puedes conocer la experiencia de Majo y su leona Frida.”


Puedes leer la segunda parte del reportaje “El país de las fieras” aquí: El Serengueti Mexicano


“El país de las fieras” es un reportaje realizado como trabajo de titulación de la carrera de Comunicación, subsistema de Periodismo, en la Universidad Iberoamericana. Fue editado por Rafael Cabrera.