¿A qué sabe una Ofrenda de Día de Muertos? Prueba esta cena en el ‘Mictlán’

Las puertas de Roldán 37, en el Centro Histórico, cierran sus puertas para quedarnos entre las sombras, una oscuridad interrumpida por una luz que trae una sacerdotisa quien nos guiará esta noche a una cena en el “Mictlán” junto a una Ofrenda de Día de Muertos.

En las mesas nos espera una calaverita de amaranto como escape del inframundo antiguo al que nos adentraremos con los relatos que la actriz Nelly López de Aquino cuenta a todos los asistentes al “Tlamanalli”, el nuevo evento de Cenas Literarias.

La cena de cuatro tiempos, preparada con el talento y sazón del chef Rómulo Mendoza, inicia con un tamal de frijol, lo que le da una vuelta de tuerca a lo que pondríamos en honor a nuestros antepasados ya que destacan más los clásicos de mole, salsa verde o de rajas.

La experiencia de esta cena que evoca a la ofrenda de Día de Muertos continuó con una sopa de setas, la cual hizo juego en el paladar con el tamal que pocos minutos antes comimos, dejando ahora un calor como el de la flama que se desprendía de la vela de las mesas.

Ante la muestra de que no todo lo que brilla es oro, tal como pasa con la magia que emana de la flor de cempasúchil, la interpretación de López de Aquino se convierte en algo de lo más aplaudido porque lleva por múltiples mitos que dan una amplia visión del origen prehispánico de esta fiesta a la vida a través de los muertos.

Si bien el menú es una rica experiencia que se sale de lo tradicional, en los últimos dos tiempos encontramos una nueva versión de platillos que encantarán a los comensales. El primero de ellos es un mole, donde la suavidad de la carne, el sabor del plátano frito y la frescura del arroz blanco hacen una comunión sacra que te lleva a despertar los recuerdos del hogar de nuestros antepasados.

La luz de la Luna entra por las enormes ventanas por las que también corre el viento. Se comienza a sentir el frío nocturno cuando de pronto entran los meseros con el último platillo de la noche: leche con chocolate y pan de muerto.

La textura de este pan es suave y apenas sentirás que estás mordiendo algo porque se deshará dentro de tu boca. En lo que respecta al chocolate, su temperatura y tomarlo directo de una taza de barro lo convierten quizá en una de las bebidas que se ganan los mayores honores de esta cena.

El viento sopla fuerte y despide esta cena literaria con motivo del Día de Muertos. La vela se apaga y comemos la calaverita de amaranto, nuestro pase de salida del “Mictlán” y ahora sí dormir en paz.

Vive esta experiencia el 27 y 28 de octubre y el 2 de noviembre en Roldán 37, en el Centro Histórico. Cada noche se tiene espacio para 25 personas y el costo es de mil 500 pesos por asistente.