Emilia

“Ese enojo que tienes lo puedes usar”, obra Emilia, Nuestro tiempo es ahora

Salir del teatro con la firme convicción de que las mujeres somos astutas nadadoras, que hemos aprendido a salir a flote a pesar de las corrientes en contra o de que el agua nos llegue al cuello. Esa fue la sensación que se insertó en mí al salir de la función de “Emilia”, obra escrita por la dramaturga feminista Morgan Lloyd Malcolm en 2018 por encargó de The Globe, teatro londinense construido en 1599 y que fue la casa de la compañía teatral de William Shakespeare.

Puesta en escena cargada de símbolos. Una de las teorías es que Emilia Bassano fue “La dama oscura” del Bardo de Avon, así lo señaló el escritor John Hudson en 2014, quien sustentó parte de su teoría por la presencia de Emilia con todo y apellido en diversos personajes de las obras de Shakespeare, como en “La comedia de los errores”,  “Tito Andrónico”, “El mercader de Venecia” y “Otelo”.

Serie de hipótesis que nutrieron a Morgan Lloyd Malcolm, quien con ese ojo de perspectiva de género escribió “Emilia”, una obra que da voz a quienes nunca la tuvieron y establece juegos de rol donde las mujeres interpretan a hombres, y nos presenta la historia de una heroína que no necesito capa o superpoderes para convertirse en escritora, en una época en la que no lo tenían permitido.

Traducida por Martha Herrera Lasso y dirigida por Mariana Hartasánchez, la propuesta escénica que comencé a contarles al principio se presenta en el teatro Helénico y es dinamita pura entre versos y frases, energía desbordada, cargada de ira que se transmite con el cuerpo, voz y alma de un elenco explosivo, conformado por Aída López, Amorita Rasgado, Coty Camacho, Emma Dib, Haydeé Boetto, Mariana Gajá, Lucía Uribe, Assira Abbate, Gabriela Betancourt, Karime Alonso y Luz Adriana. Todas comparten el espacio bajo las notas de la interpretación en vivo de Maricarmen Graue y Monserrat Revah. 

Todo empieza desde el principio, desde que la propia Emilia Bassano, siendo apenas una puberta, queda huérfana de padre, un músico veneciano en la corte Tudor, quien otorgó a su hija una libertad y acceso al conocimiento que generaron en ella una curiosidad que por momentos era considerada como rebeldía.

Como se podrán imaginar, el padre era más soñador y bohemio que buen administrador, así que dejó a la familia sin sustento. Por esa razón, Emilia quedó bajo custodia de la condesa de Kent, una mujer que se encargaba de preparar a las jóvenes en diferentes artes y conocimientos para poder acomodarse en la corte, ya fuera casadas o como amantes.

La personalidad de Emilia era tan cautivadora como enigmática, pero quizá lo que más llamaba la atención era su falta de interés en asuntos banales y su hambre de conocimiento. Es así que vemos a la joven Bassano en la obra de Hartasánchez contar las aventuras que vivió y decisiones tempranas que debió tomar para no perder ese acceso a la educación, y grandes personajes de la época.

Entre los personajes destacó a Karime Alonso, actriz con discapacidad motriz, Luz Adriana Carrasco con baja visión y la ejecución de Maricarmen Graue, cellista ciega, tres personajes que ponen el acento en esa falta de representación de las mujeres con discapacidad en todos los ámbitos, pero muy especialmente en las artes escénicas. Ellas colocan esa pieza fundamental de equidad e inclusión, que seguramente no existió en la época de Emilia Bassano y varios siglos después sigue sin ser una regla, y en casos como Emilia, la obra que nos ocupa, resulta la excepción.

Nada sobra, poco falta en la producción que es impulsada en su mayoría por mujeres y que estará en temporada hasta el 21 de mayo en el recinto de avenida Revolución 1500, colonia Guadalupe Inn. Las funciones son de jueves a domingo, y si les resulta posible, vayan en familia, con la pareja o les amigues.