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‘Me digo a mí mismo: eres un idiota’: Sergei Polunin habla sobre las drogas, los tuits negativos y su tatuaje de Putin en el pecho

Abandonó el Royal Ballet y se desvió del camino. Pero el chico malo del ballet ahora es un padre con una nueva actitud responsable, e incluso baila Romeo y Julieta.

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Los bailarines recorren el estudio siete de los Pineapple Studios de Londres, saltando entre los ritmos de Prokofiev. El coreógrafo Johan Kobborg pide a gritos más entusiasmo. “¡Lánzala!”, le dice a un hombre que maneja a su pareja con demasiada cautela. A un lado se encuentra la alta figura de Sergei Polunin. Vestido de negro con un aire de estrella de rock, con un tatuaje descolorido visible en su mano, se mira en el espejo antes de volar hacia el centro y lanzarse a realizar cinco o seis giros, como un ave rapaz que se abalanza sobre una bandada de estorninos.

Se trata de la nueva producción de Kobborg de Romeo y Julieta, que Polunin bailó con la bailarina estrella Alina Cojocaru en Verona antes del Covid-19, y que ahora se vuelve a presentar en el Royal Albert Hall de Londres. Marca el final de un par de años llenos de acontecimientos para Polunin, y quizás un punto de inflexión.

Conocido como un bailarín técnicamente brillante pero errático, Polunin fue noticia por ser el bailarín principal más joven del Royal Ballet, a los 19 años, y por abandonar la compañía dos años más tarde; por los 30 millones de reproducciones en YouTube de su video Take Me to Church, pero también por su reputación de faltar a los espectáculos, sus fracasos críticos, sus tuits desacertados (desde conversaciones sobre drogas hasta homofobia) y su tatuaje en el pecho de la cara de Vladimir Putin. Sin embargo, en 2019 conoció a la patinadora artística olímpica Elena Ilinykh, y su hijo, Mir, nació en enero de 2020. Esto lo ha hecho madurar, reconoce. “Los niños nos cambian de forma positiva, seguro”, dice. “Puesto que conectas con ellos con energía, tienes que estar bien contigo mismo. Si me enojo, un niño siente esa energía”. Incluso se está deshaciendo de sus tatuajes ya que quiere estar “limpio”, y se encuentra a mitad de camino de un agonizante proceso de dos años para quitárselos con láser.

‘Es un reto mantener vivo el ballet clásico’… Johan Kobborg ensayando Romeo y Julieta. Foto: Sarah Lee/The Guardian

Desde que dejó el Royal Ballet, Polunin se ha centrado en crear nuevas danzas y nuevas historias, pero este Romeo y Julieta es una especie de regreso al ballet clásico. “Dije: ‘Nunca en mi vida haré Romeo y Julieta‘”, dice riendo. “Y una semana después dije: sí, lo haré”. El motivo era trabajar con Kobborg, el elogiado bailarín y coreógrafo danés que pasó 14 años en el Royal Ballet pero que, como Polunin, ahora es independiente. “Hay coreógrafos muy buenos, pero están encerrados en el sistema”, dice Polunin. “Johan piensa de forma diferente, es muy clásico en el sentido de que respeta el estilo, pero tiene una forma diferente de pensar que es muy moderna”.

“Es un reto mantener vivo el ballet clásico”, comenta Kobborg. “La danza contemporánea tiene una forma más fácil de comunicarse con nosotros actualmente, y si no aportamos una cierta cantidad de energía contemporánea a la danza clásica, simplemente no va a [conectar]”. En el estudio, Kobborg implora a sus bailarines que actúen como personas reales, inyectando vida en el escenario mientras dominan complicados triplets en un detallado juego de pies.

A pesar de los casi 20 años que los separan, Polunin y Kobborg mantienen una relación fraternal y bromista. “Siempre me ha caído muy bien Johan”, dice Polunin. “Me sentía apoyado por él, aunque a veces lo decepcionaba con sus galas”, refiriéndose tímidamente a las veces que no fue a bailar a los espectáculos de Kobborg. “Le pregunté: ¿por qué todavía quieres trabajar conmigo?”. Ahora ambos se ríen. “Aprendes a vivir con ello”, dice Kobborg, quien evidentemente valora el talento de Polunin. “Sergei puede hacer cualquier cosa”, comenta. Y Kobborg ha tenido más libertad creativa en este proyecto que en cualquier otro en el que haya trabajado. “Me quito el sombrero ante Sergei”, dice. “Es muy raro”.

Sergei Polunin: ‘Cometimos muchos errores en el pasado’. Foto: Sarah Lee/The Guardian

Polunin se encuentra ahora en una posición más equilibrada que cuando tenía 20 años. En el Royal Ballet se sentía limitado por la institución y ansiaba la libertad, pero cuando esta llegó se sintió abrumado por ella. “No sabía cómo responder mis correos electrónicos”, dice. “Tuve tantas oportunidades cuando dejé el Royal, teatros estadounidenses que me escribían, películas, agentes: simplemente no sabía qué hacer con ello. Así que me encerré en cierta forma durante seis meses, esperé a que todo desapareciera y me fui a Rusia“.

Se sintió perdido durante un tiempo, abusó del alcohol y las drogas para huir de la responsabilidad. “Los bailarines son niños”, comenta. “Te cuidan bien, pero nunca te responsabilizas de tus propias decisiones“. Escribió cosas ofensivas en las redes sociales. “Ese es un arrepentimiento, sin duda”, dice. “En parte fue arrogancia, fue una tontería. Me digo a mí mismo: ‘Eres un idiota’. En cierto modo era destruir lo que tenía”, explica. Un acto de autosabotaje.

Sin embargo, actualmente Polunin tiene mucha responsabilidad, ya que produce hasta tres espectáculos al año. Está aprendiendo sobre la marcha. “En el pasado cometimos muchos errores”, comenta. “El primer espectáculo en el Sadler’s Wells gastamos mucho dinero. Fracasó con la crítica, así que se perdió la confianza del equipo, de los patrocinadores“. Pero regresó con un segundo estreno el año siguiente. “Tienes que regresar rápido”, señala, o pronto te olvidarán. Su sistema de supervivencia se basa en avanzar siempre. “Tengo una memoria de una semana”, cuenta.

Intenta no pensar en el riesgo financiero. Nunca pide dinero prestado y, si se encuentran con que les faltan 10 mil libras (270 mil pesos )para pagar un salón de baile, irá y realizará una actuación como invitado para conseguir los fondos: su nombre tiene un poder de atracción mundial. A Polunin no le falta confianza en sí mismo, pero también tiene un sentido del destino. Sus fracasos podrían haberlo destruido, comenta. “Pero tal vez estamos haciendo lo correcto, porque seguimos aquí. Si es lo correcto, el universo nos ayudará a llegar a ese punto”.
Romeo y Julieta, de Johan Kobborg, se presenta en el Royal Albert Hall de Londres el 1 de diciembre.

Free: A Life in Images & Words de Sergei Polunin es una publicación de teNeues (45 libras). Para apoyar a The Guardian y Observer, pida su ejemplar en guardianbookshop.com. Se pueden aplicar gastos de envío.

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