¿Qué ha pasado con los vendedores ambulantes con discapacidad durante la pandemia?
Foto: Pixabay.

Si alguna vez has visitado el Centro Histórico de Ciudad de México seguramente has encontrado a alguna persona con discapacidad que ha adaptado su silla de ruedas como su puesto de comercio rodante y que se dedica a las ventas para obtener, quizá, su único ingreso económico. Pero desde hace casi un año, gracias a la pandemia, esa estampa cotidiana se ha modificado.

Los contagios del coronavirus SARS-CoV-2 llevaron al cierre de espacios públicos, eso trajo como consecuencia un cambio para aquellas personas con discapacidad que se dedican al comercio ambulante.

De acuerdo con la organización Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Organizando (Wiego, por sus siglas en inglés) alrededor de 4,600 trabajadores y trabajadoras no asalariadas se autoemplean prestando servicios en las calles como aseadores de calzado, organilleros, vendedores de publicaciones y revistas atrasadas, vendedores ambulantes de café o mariachis, entre otras actividades. 

En tiempos de pandemia, ¿cómo es que han sobrevivido?

Juan José Infante Cortés, de 33 años, vive con una discapacidad física permanente llamada Síndrome de Larsen, que involucra una fisura orofacial caracterizada por la luxación congénita de grandes articulaciones, deformidades de los pies, displasia de la columna cervical, entre otras condiciones, se dedica al comercio informal desde hace aproximadamente dos años.

Las circunstancias actuales, dice, lo han obligado a dejar de trabajar y permanecer cerca de casa en Ecatepec, Estado de México.

Dos veces contagiado

Infante Cortés subraya que trabajar en la calle, usar el transporte público, tener contacto con las personas y usar silla de ruedas implica un mayor riesgo de contagio, pero que aun así está dispuesto a hacerlo para conseguir un ingreso económico que ayude a sostener su día a día.

“Yo me he contagiado de Covid dos veces, la primera en marzo del año pasado y la segunda en diciembre; en la última vez otro poco y no la libro, me advirtieron que si me vuelvo a contagiar tal vez, ya no me salve”.

Él no recibe la beca de Bienestar. Está en trámite para conseguirla, ya que le vendría bien un apoyo extra, pues apoya a su familia con 60% de los gastos de la casa, y sus ingresos han disminuido al cien por ciento durante el semáforo rojo.

¡Afortunadamente soy ahorrador! Ese dinero era para un proyecto pero ¡ya valió! Por ahora estoy estudiando edición para empezar a hacer negocios por internet, además le dedico tiempo a mi página donde hacemos difusión a la música de autor y la trova”. 

Resalta que la pandemia ha afectado aún más a las personas con discapacidad que buscan empleo, algo que ya de por sí es difícil en condiciones de antes de la crisis sanitaria.

He enviado mi CV a varias empresas, pero varios no responden, y los pocos que me han respondido me han dicho que por ahora no, que están despidiendo gente. Ahora lo más viable es tener un trabajo en línea, así es más difícil que te contagies”.

Durante el semáforo naranja, el año pasado tuvo oportunidad de laborar de junio a diciembre de manera ininterrumpida y, aunque sus ingresos no eran los mismos de antes de la pandemia, era mejor que nada. 

Embolia durante la cuarentena

Samuel Maldonado Rojas, de 56 años. Desde hace ocho años tiene una amputación del pie izquierdo. Es instructor de manejo de silla de ruedas, vive en el municipio de Nezahualcóyotl, Estado de México, y es vendedor ambulante en el corredor de Madero en el centro.

En enero de 2020 estuvo hospitalizado durante dos meses por principios de embolia, por lo que se vio obligado a dejar de laborar. Debido a la pérdida total de ingresos tuvo que dejar de rentar para irse a vivir con su madre y hacer rehabilitación porque se le dificultaba hablar y moverse. 

“Una vez que me presenté a la fundación en la que colaboraba siendo instructor en la Universidad La Salle, me dieron de baja por no haberme presentado, aunque llevé mis documentos médicos”. 

No es beneficiario del programa Bienestar, no percibe ningún ingreso por el momento, así que al cuestionarle ¿cómo le hace ahora para cubrir sus necesidades?, dice que gracias a su familia.

Mi mamá y mis hermanos son los que me echan la mano, también mis amigos de ‘Guerreros Neza’ del equipo de rugby adaptado, gracias a ellos, mi novia y sus hijas ¡Ahí voy!”.

Afortunadamente ni él, ni su familia se han contagiado de coronavirus, sin embargo, comenta: “¡Esto del Covid nos vino a dar en la torre a todos, yo me las estoy viendo duras, pero en cuanto se pueda sí me gustaría volver a vender en el centro y entrenar con mi equipo de rugby! Ahora que empiece a trabajar, primeramente Dios, me voy a hacer unos estudios y echarle ganas, ¡no hay de otra!”.

La nota original fue publicada en Yo También.

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