Una ciudad española es pionera de los muñecos con síndrome de Down
Muñecas con síndrome de Down. Fotografía: Miniland

La primera vez que Kelle Hampton vio una muñeca con síndrome de Down se llenó de furia. Sus facciones exageradas no tenían nada que ver con las dulces características faciales que amaba de su hija Nella, quien nació con este desorden genético.

La experiencia predispuso a la bloguera y autora estadounidense en contra de esas muñecas. Pero para su sorpresa, años después se conmovió cuando vio otra muñeca. En esta ocasión se trataba de una que capturaba de manera sutil las características que hacían única a Nella. “Esta era en realidad una muñeca hermosa con la que cualquier niño querría jugar”, dijo.

La muñeca la hicieron en una pequeña ciudad en el este de España que apareció en el mapa después de que unos alfareros emprendedores empezaron a transformar la arcilla de las montañas cercanas en muñecas para niños, en lo que dio origen la primera fábrica de muñecas del país. Un siglo después los reflectores están de nuevo en esta ciudad valenciana de Onil, esta vez por la combinación de inclusividad y artesanía de muñecos.

La ciudad, que es el hogar de 7,500 personas y 38 fabricantes de muñecos llegó a los titulares de los diarios españoles el año pasado cuando una colección de cuatro muñecos con síndrome de Down ganó el premio del “juguete del año” del país.

Los muñecos, dos niños y dos niñas de diferentes tonos de piel fueron presentados por el fabricante Miniland. “Al principio teníamos miedo”, dice Victoria Orruño, la directora de marketing de la compañía. “Pero nos sorprendió la reacción. Fue muy positiva”.

Los muñecos son para todos los niños, no sólo para los niños con síndrome de Down. “En ocasiones lo olvidamos pero jugar con muñecas es muy enriquecedor y es una experiencia muy formativa para los niños”, dice Orruño. “Pueden ver realidades diferentes y normalizarlas”.

Esta noción, de que el juego puede ser una herramienta valiosa para formar el pensamiento de los niños, ha hecho que los fabricantes de juguetes de todo el mundo se esfuercen en capturar la diversidad de nuestro planeta. Los muñecos que son de género neutro o se mueven en silla de ruedas o tienen prótesis han proliferado en los últimos años.

En cuanto a los muñecos con síndrome de Down, la oferta ha aumentado en años recientes. Este año Kmart presentó un par de muñecos con síndrome de Down en sus tiendas de Australia y Nueva Zelandia. En Onil, en donde se empezó a trabajar con la idea de una muñeca con síndrome de Down, los fabricantes de juguetes Toyse anunciaron el año pasado una colaboración con la organización nacional de síndrome de Down para crear su propia línea de muñecas.

En 2015, The Doll Factory Europe, que envía al 95% de sus productos fuera de España, presentó lo que hoy es una colección de seis muñecos con síndrome de Down. La respuesta fue fantástica”, dijo Francisco Herrera de la compañía.
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Una de las muñecas de Doll Factory Europe. Fotografía: The Doll Factory Europe

Junto con la labor por la inclusión está el método de hacer muñecos que ya tiene un siglo, agrega. “En la actualidad todavía hay escultores que utilizan arcilla de la montaña para crear los muñecos”, dice Herrera. “De allí salen los moldes”.

Fue una de las muñecas de Herrera que atrapó el corazón de Hampton. En la mañana de Navidad de 2018, observaba mientras su hija Nella colocaba la muñeca sobre su hombro y le daba golpecitos en la espalda. La muñeca estuvo en sus brazos casi todo el día y Nella decía a su hermana que su muñeca, a la que dio el nombre de Nella, era igual a ella.

Se trataba de un gran recordatorio de que lo que significa ser tomado en cuenta y celebrado. “Es un detalle que la puede ayudar a sentir algo que esperemos que la rodee siempre, el mensaje de que la gente con síndrome de Down es hermosa, capaz y amada”. Hampton escribió en su blog en esa ocasión. “Y yo se que lo sentía mientras cargaba a su muñeca”.

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