El arte y negocio del tatuaje se reanima luego de que casi se borra en la pandemia
©Foto: Angélica Escobar.

A guardar sana distancia, pero también las tintas y las agujas. Fue la medida que tuvieron que tomar los tatuadores el año pasado con el inicio del confinamiento y el paro de actividades no esenciales decretado por el gobierno. Su actividad se detuvo por completo. A 11 meses de aquella situación, hoy los artistas del trazo sobre piel han visto una mejora en sus cuentas, pero aún está lejos de lo que era antes de la pandemia.

El inicio de la Jornada Nacional de Sana Distancia, en marzo de 2020, obligó a los estudios de tatuajes a bajar sus cortinas temporalmente, y los tatuadores decidieron, también por cuidar su salud, cumplir con el aislamiento y cancelar o regendar todas sus citas hasta nuevo aviso.

La situación para estos negocios no fue fácil con el encierro. Fueron meses en lo que sus ingresos se frenaron o disminuyeron drásticamente, algunos tatuadores pudieron solventarse con otras actividades y otra parte echó mano de sus ahorros para soportar la inactividad; y otros tantos no pararon y reagendaron sus citas de manera privada para no ser sancionados. Con el semáforo epidemiólogico en naranja en la CDMX, la actividad volvió pero no igual.

“Yo me encerré tres meses. A partir de junio fue que regresé y con nuevas medidas sanitarias. Empecé con una cita al día, a medida de la reactivación, empecé con dos al día”, señala Nuria Villaseñor, de Nuria Tatto Shop.

“Antes de la pandemia hacía unos tres o cuatro tatuajes a la semana, por la curentena no hice ninguno; y cuando reabrieron los negocios hacía uno y pasaban dos semanas hasta que hacía otro; ahorita ya estoy tatuando a dos o tres clientes por semana”, señala también Diego “Matzúa” Martínez, de Sinergia Tatto Studio.

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©Foto: Angélica Escobar.

Para cumplir con las medidas sanitarias han tomado diversas acciones, como reducir el número de citas por día, pedir a su clientela que asista sola a la cita para evitar aglomeraciones; reforzar sus medidas de higiene y limpieza de instrumentos con acciones de sanatización; pedirle al cliente que no se presente si tiene algún síntoma de Covid; y hasta privilegiar los pagos por medios electrónicos en lugar del dinero en efectivo.

“Sanitizar las telas. Cada vez que cambio de cliente, se sanitiza toda el área, se pone la ventilación a tope y las sábanas y todo lo reciclable se lavan; yo procuro cambiarme de ropa para atender a un nuevo cliente, y ya compro batas de las desechables”, señala Nuria como parte de los ajustes que ha tenido que hacer para cuidar su salud y la de sus clientes.

“Hemos tenido que recurrir a métodos más estériles. El tatuaje en sí ya es una profesión que requiere de mucha higiene. Uno de los grandes cambios es que estamos solos el tatuador y su cliente, de cierta manera se ha cortado ese vínculo más cercano que teníamos. Yo antes dibujaba la plantilla directamente sobre la piel, ahora por las medidas (sanitarias) lo mejor es no platicar tanto con los clientes”, comenta Hugo Torreblanca, del estudio And&And.

Así, los tatuadores en lugar de atender a las tres o cuatro personas que solían tatuar en un día, su agenda ahora sólo contempla espacios para una o dos citas, no más. Y aún así es mejor que su peor momento en el que llegaban a tener solo tres en una semana en la Ciudad de México.

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©Foto: Angélica Escobar.

¿La razón de este aumento? Los tatuadores consultados coinciden en que son varios los factores que despertaron este interés en “rayarse” durante la pandemia. Algunos de sus clientes vieron la dinámica del trabajo en casa como una oportunidad favorecer la curación del tatuajes; otros, que conservaron su empleo y tienen mayor liquidez al ahorrarse algunos gastos al estar confinados, aprovecharon para hacer abrir la cartera; y otros tantos por fin tuvieron tiempo para pensarlo, definir su diseño y en qué parte del cuerpo querían su primer tatuaje o colocar uno nuevo.

“Hay muchos motivos. El estrés, estar encerrados… marcar un momento muy importante, recordar algo muy importante en estos momentos, los días se nos han escurrido como agua y a veces se necesita como un sello para percibir el paso del tiempo, yo creo que eso les ha ayudado a subsistir”, destaca Hugo Torreblanca.

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