El callejón sin salida de Andrés Roemer en Israel
Andrés Roemer fue ubicado en Israel, desde donde se busca extraditarlo. Foto: McOil/Wikicommons.

Ramat Gan es una pequeña ciudad israelí: tiene 127,000 habitantes y mide 12 km², casi la tercera parte de la alcaldía Cuauhtémoc, en la Ciudad de México. Es conocida por su cercanía con Tel Aviv, por su estadio y por ser el epicentro de la industria de diamantes del país. ¿Su vínculo con México? Algunos connacionales viviendo ahí y haciendo negocios. Pero la relación se estrechó un poco más en 2019.

El 7 de octubre de aquel año, el alcalde de la ciudad, Carmel Shama HaCohen, cambió el nombre de un callejón y le puso el de un mexicano: Andrés Roemer, hoy acusado de abusos y agresiones sexuales en México. El reconocimiento fue porque, en 2016, el exembajador de México ante la Unesco manifestó su postura a favor de Israel en la discusión sobre la preservación del patrimonio cultural y religioso en Jerusalén Oriental. 

Los medios locales reportan que el alcalde consultó a los vecinos, quienes finalmente aceptaron en 2019 cambiar el nombre de la calle El-Al (las aerolíneas nacionales israelíes) por el del mexicano. Roemer agradeció, se tomó fotografías debajo del letrero verde con letras blancas y dejó en la puerta de cada uno de los habitantes del callejón pequeñas botellas de tequila y sombreros de charro.

Muy poca gente tiene el honor de ver la calle (con su nombre) en vida —dijo aquel día Mery Miriam Harari, mexicana en israelí, en entrevista con Roemer.

—Primero, no hay mucha gente que tenga el honor de tener una calle; después una calle en vida; después una calle en vida en Israel que es un país que amas, esquina con Jabotinsky, que admiro, y sobre todo con una placa. Pero esto genera una gran responsabilidad porque muerto, la gente envidiosa o tus errores o los pecados o los problemas pues ya no hay. Aquí hay que cuidar el nombre y seguir peleando por los valores en los cuales uno cree —respondió el ex embajador. 

Hasta ahora, la fiscalía de la Ciudad de México tiene cuatro denuncias de mujeres que presuntamente fueron víctimas de abuso y agresiones sexuales por parte Roemer. Mientras que el colectivo Periodistas Unidas Mexicanas (PUM) ha recibido 19 denuncias por acoso sexual contra el escritor y ex embajador de buena voluntad ante la Unesco. 

La-Lista consultó a la embajada de Israel en México sobre si planean retirar su nombre del callejón tras la serie de denuncias contra Roemer, pero el área de comunicación dijo que no tenían comentarios al respecto. La alcaldía de Ramat Gan también fue consultada, pero hasta la publicación de este texto no respondieron. 

“Con los recientes acontecimientos y sobre todo, cuando ya hay expedientes legales abiertos por los delitos que hizo, creo que esa comunidad sí tendría que revalorar si continúa haciendo alegoría a un personaje de ese tipo, que no tiene nada que ver con los derechos humanos”, afirma la periodista Montserrat Ortiz, quien acusó al conductor de televisión de abusar de ella en 2017. “Tengo un montón de miedo. Sé que estamos enfrentando a una persona que tiene muchísimo poder en todas las esferas de este país, incluso internacionales”.

Las denuncias

De todos los relatos se extrae el mismo patrón: Andrés Roemer presuntamente exhibía su formación académica y profesional, incluida su agenda de contactos “en el poder”, y les prometía un futuro de sueño en sus carreras. 

Todo mezclado con comentarios acerca de la forma de sus cuerpos y acoso sexual. En algunos casos, relatan las víctimas, les realizaba tocamientos sexuales por la fuerza; en otros, él terminaba masturbándose delante de ellas o, directamente, violándolas.

Desde el miércoles, estas acusaciones se convirtieron en cuatro denuncias penales ante la Fiscalía de Investigación de Delitos Sexuales de la Ciudad de México. Se espera que en los próximos días lleguen más, porque Ortiz, organizada con una quincena de víctimas más, ya están trabajando en la suya. “Apelamos a que la fiscal Ernestina Godoy considere nuestro expediente y apele a que se haga justicia de una forma rápida”, afirma la periodista. 

Montserrat Ortiz tenía 23 años cuando sucedieron los hechos que narró en un escrito publicado en la cuenta de Twitter @PUM el 18 de febrero, aunque no era la primera vez que recurría a esa vía para denunciar el caso. Lo hizo también en marzo de 2019, explica, en pleno boom del movimiento Me Too en México. En aquel entonces, hubo cuatro denuncias anónimas contra el ex embajador de buena voluntad de la Unesco. 

Mi objetivo fundamental es alertar a otras mujeres a que no se le acerquen, a que no confíen en él, porque todas sus víctimas tienen entre 18 y 30 años”, asegura Ortiz. A diferencia de entonces, esta vez decidió dar su nombre y apellidos. Le empoderó el testimonio de la bailarina Itzel Schnaas, quien publicó un video en el que también acusaba a Roemer de abuso sexual.

Un efecto bola de nieve: cuántas más víctimas salen a la luz, más se animan a levantar la voz que tuvieron por años silenciada, dicen, porque se dan cuenta de que no están solas. “Las personas con las que (él) trabajaba me decían: ‘Ya conociste a Andrés, ¿por qué crees que no hay mujeres aquí trabajando?”, explica María*, otra víctima que leyó “con horror” los testimonios que han ido saliendo hasta el momento. 

A ella le tocó durante el sexenio de Vicente Fox, cuando hizo su servicio social en el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta). Quería trabajar ahí una vez terminara de estudiar Derecho. En aquel entonces, Andrés Roemer era secretario técnico y ya tenía publicados 16 libros. María lo sabe porque él se encargaba de recordárselo. 

La hoy abogada dijo basta a los pocos días de empezar a trabajar en el Conaculta. Desde el primer momento, cuenta, le incomodó la actitud narcisista y las insinuaciones del comunicador. Aguantó hasta que Roemer, unos 20 años mayor que ella, la tocó. “A puerta cerrada en su oficina, me empezó a hablar de salir juntos en su automóvil descapotable, abrir champaña e ir a la aventura, lo cual me parecía totalmente inadecuado”, explica por teléfono. “Se sentó a mi lado y puso su mano en mi rodilla. Me quedé fría. No sabía qué hacer ni qué decir. Quería salir de ahí inmediatamente. Me sentí muy desconcertada”. Nunca cedió, optó por abandonar el Conaculta. 

María está enojada. No quiere que Andrés Roemer quede impune. El conductor de ADN40 negó las acusaciones de Montserrat Ortiz, pidió perdón a quienes haya podido faltar, aseguró que siempre percibió que todo era consentido y atribuyó estos casos a la educación patriarcal con que crecen los hombres. 

(Con esta justificación) quién resulta ser la víctima? ¡Él! porque el sistema lo ha hecho así. Es increíble que hombres así salgan con este tipo de comentarios”, exclama María. Le enfurece que una persona que hace alarde de su intelectualidad no le haya dado tiempo de reeducarse.

El festival Ciudad de las Ideas, del que Roemer es cofundador junto con el empresario Ricardo Salinas Pliego, también está en la mira del gobernador de Puebla, donde se celebra. El gobernador Miguel Barbosa aseguró al diario El País que la ciudad tomaría una postura cuando se pronunciara la Fundación Azteca, del mismo grupo del canal para el que trabaja el escritor.

“Falta que se pronuncien muchas mujeres que se dicen ser feministas y no han dicho nada, particularmente las que trabajan en el grupo de comunicación del agresor”, dice Montserrat Ortiz, aunque se siente sorprendida de la cantidad de apoyo que ha recibido tras la denuncia pública. 

*María es su nombre ficticio usado para resguardar la identidad de la víctima y respetar el debido proceso.

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