Morena, de la lucha guerrillera a la defensa de las mujeres en El Salvador
La ex guerrillera y líder feminista Morena Herrera asiste a una manifestación en vísperas de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer en San Salvador el 7 de marzo de 2021. Herrera lucha por la legalización del aborto y ayuda a mujeres criminalizadas por abortar a salir de la cárcel. MARVIN RECINOS / AFP

AFP.- En la clandestinidad de las montañas, Morena Herrera advirtió la fuerte desigualdad entre hombres y mujeres. Tras dejar las armas como guerrillera, pasó a liderar la lucha por la despenalización del aborto en El Salvador, que lo prohíbe en todas sus formas.

“Yo me comprometo a que si voy a dar la vida nuevamente, si voy a ofrecer la vida y el corazón que sea por todas las mujeres“, dice esta exintegrante del izquierdista frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), hoy partido político.

Nacida el 16 de junio de 1960 en San Salvador, Herrera, activista de diferentes organizaciones, se incorporó a la lucha social cuando era estudiante de secundaria a mediados de la década de 1970.

Como católica, “reflexionaba” sobre las injusticias en las denominadas comunidades eclesiales de base. Luego se incorpora al Frente de Acción Popular Unificado (Fapu), la agrupación de masas de la Resistencia Nacional, una de las cinco organizaciones del FMLN.

“Era una época de mucho riesgo, pero también de sentir, de hacer algo, que no nos podíamos quedar calladas”, recuerda.

Desigualdad en la montaña

Herrera, que dirige una agrupación de mujeres en Suchitoto, 44 km al noreste de San Salvador, es graduada de filosofía de la estatal Universidad de El Salvador, con maestrías en relaciones de género y desarrollo local. Recién ha finalizado su doctorado en filosofía iberoamericana.

Madre de cuatro hijas, a todas les ayudó a culminar estudios universitarios.

En las montañas adyacentes del cerro de Guazapa, donde fue la segunda al mando de su organización, aprendió a orientarse con la posición del sol y el tipo de hojas de los árboles, pero también comenzó a constatar las desigualdades.

“Desde el tiempo de la guerra civil (1980-1992), yo percibía ciertas desigualdades que no me gustaban, cosas con las que no estaba de acuerdo (…) veía las desigualdades entre hombres y mujeres, pero no las interpretaba como tal”, recuerda.

Durante un proceso de formación en Vietnam observa que una subcomandante no llevaba en el pecho tantas medallas como otros jefes hombres. La respuesta que le dieron es que tenía tantos reconocimientos que no las necesitaba.

Fue hasta 1990 que Herrera -confiesa- comenzó a reflexionar junto a otras mujeres sobre su papel.

“Fue como darnos cuenta que había un hilo común entre las historias de todas” y que en el resto de la sociedad las mujeres también vivían situaciones de discriminación “que no deberían estar pasando”.

Injusticia y salud pública

Ante la realidad que las mujeres “se ven en apremio” por “embarazos no deseados” o por violaciones, es que decidió emprender la lucha en forma organizada.

Fue así como creo la Agrupación Ciudadana para la Despenalización del Aborto Terapéutico, Ético y Eugenésico (ACDATEE).

El actual código penal salvadoreño prohíbe el aborto en forma absoluta y establece penas de hasta 8 años por practicarlo. Sin embargo, fiscales y jueces tipifican los casos de aborto, incluso los involuntarios, como “homicidio agravado”, un delito penado incluso con medio siglo de prisión.

Con su lucha, Herrera dice que busca “cambiar esa idea de que el aborto responde a la necesidad y el deseo de mujeres libertinas”, instalada en una sociedad machista.

El aborto es un problema de salud pública y un problema de injusticia social también, porque la manera en que se trata golpea más a las mujeres pobres”, asegura.

Actualmente, 18 mujeres salvadoreñas que afrontaron emergencias obstétricas, están encarceladas.

Dura lucha

La dureza de la ley salvadoreña trascendió en 2013 con el caso de Beatriz, una joven de 22 años que padecía lupus y a la que se le impidió abortar a pesar de que el feto no había desarrollado el cerebro y estaba condenado a morir al nacer.

El 3 de junio de 2013, tras la intervención de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el Estado de El Salvador autorizó que a Beatriz se le practicara una cesárea temprana y el recién nacido murió horas después.

La lucha por la vida de Beatriz fue muy dura, cada día se iba deteriorando, y sobre todo ver la falta de compasión de los funcionarios” recordó.

Dice que en la aplicación de la ley contra las mujeres que abortan, “se ha fomentado mucho odio”, con persecución en hospitales públicos a las mujeres que llegan graves para ser atendidas. “Nadie que llegue a un hospital espera que ahí mismo le pongan las esposas”, dice.

Cree que el presidente Nayib Bukele, quien tendrá mayoría parlamentaria desde mayo de 2021, “si realmente quiere hacer historia, tiene la oportunidad de reparar problemas a los que no han tenido la voluntad política de hacer los otros”. 

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