Tras 6 años y 6 millones de km, Hayabusa2 regresa con su carga de polvo de asteroides
Foto: Canva

Justin McCurry/The Guardian

La última vez que se vio a la nave japonesa Hayabusa2 a simple vista, Barack Obama era presidente de los Estados Unidos y el Brexit era una lejana fantasía eurofóbica.

Seis años y tres días después de que comenzara su innovadora misión, la nave espacial japonesa dejará caer una cápsula en el desierto australiano con fragmentos de asteroides prístinos que los científicos creen que podrían arrojar luz sobre la formación del sistema solar y los orígenes de la vida.

Para cuando llegue a los cielos sobre Woomera, Australia del Sur, en las primeras horas del domingo, la sonda habrá completado un viaje de ida y vuelta de alrededor de 6 mil millones de kilómetros que incluyó dos breves paradas en la superficie de un asteroide móvil.

La nave no tripulada lanzará la cápsula desde una altura de alrededor de 220,000 kilómetros, dijo la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA).

La operación del domingo marcará el clímax de una misión de casi 290 millones de dólares que comenzó cuando Hayabusa2, cuyo nombre significa halcón en japonés, abandonó el centro espacial de Tanegashima en el suroeste de Japón en diciembre de 2014.

La sonda alcanzó su posición estacionaria sobre el asteroide, llamado Ryugu por un palacio de dragón submarino en un cuento de hadas japonés, en junio de 2018, después de viajar 3,200 millones de kilómetros en una órbita elíptica alrededor del Sol durante más de tres años.

Una de las varias etapas críticas de la misión se produjo en febrero del año pasado, cuando aterrizó brevemente en Ryugu y disparó una pequeña pastilla de tantalio a la superficie del asteroide para levantar polvo y recogerlo, antes de volar de regreso a su posición de espera.

Cinco meses después marcó un hito mundial cuando aterrizó por segunda vez para recolectar fragmentos de roca desprendidos y suelo debajo de la superficie del asteroide de 4,600 millones de años.

Jaxa cree que esas muestras subterráneas contienen carbono y materia orgánica que, habiendo sido protegidas de la radiación espacial y otros factores ambientales, se encuentran en el mismo estado que estaban cuando se formó el sistema solar.

Makoto Yoshikawa, jefe de la misión del proyecto Hayabusa2 en Jaxa, dijo que los científicos estaban especialmente interesados ​​en analizar materiales orgánicos en las muestras de Ryugu.

“Los materiales orgánicos son el origen de la vida en la Tierra, pero aún no sabemos de dónde vienen”, dijo Yoshikawa en una sesión informativa. “Esperamos encontrar pistas sobre el origen de la vida en la Tierra mediante el análisis de detalles de los materiales orgánicos traídos por Hayabusa2”.

La cápsula, protegida por un escudo térmico, se convertirá en una bola de fuego durante el reingreso a la atmósfera terrestre a 200 kilómetros sobre la superficie. Aproximadamente a 10 kilómetros de altura se abrirá un paracaídas y, si todo va según lo planeado, la cápsula enviará señales indicando su ubicación en el suelo.

Los expertos de Jaxa, que llegaron a Woomera el mes pasado, han instalado antenas parabólicas en varios lugares para captar las señales, mientras que la Agencia Espacial Australiana y el Departamento de Defensa estarán en espera para ayudar en la misión de búsqueda y recuperación.

Sin asistencia local, la búsqueda de la cápsula, que tiene solo 40 centímetros de diámetro, “sería muy difícil”, dijo Yoshikawa.

Sin embargo, el trabajo de Hayabusa2 terminará en ese momento. Después de liberar la cápsula, se dirigirá a otro asteroide distante, llamado 1998KY26, en una misión que se espera dure una década.

Traducida por Andrés González.

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