Lawrence Ferlinghetti, poeta y fundador de la librería City Lights, murió a los 101 años
Lawrence Ferlinghetti, afuera de su librería City Lights en San Francisco.Foto: Clay Mclachlan/AP

Lawrence Ferlinghetti, el poeta, editor, pintor y activista político que cofundó la famosa librería City Lights en San Francisco y se convirtió él mismo en un ícono de la ciudad, murió a los 101 años.

Ferlinghetti murió en su casa el lunes por la noche. Su hijo Lorenzo dijo que la causa fue una enfermedad pulmonar intersticial.

Ferlinghetti nació en Yonkers, Nueva York en 1919. Su padre murió antes de que él naciera y su madre fue internada en un hospital psiquiátrico, dejándolo al cuidado su tía. Cuando tenía siete años, su tía, que entonces trabajaba como institutriz para una familia adinerada en Bronxville, se escapó abruptamente, dejando a Ferlinghetti al cuidado de sus patrones. Después de asistir a la universidad en Carolina del Norte, se convirtió en periodista en 1941 y luego se unió a la Marina de EU durante la Segunda Guerra Mundial. Mientras estudiaba su doctorado en la Sorbona de París sobre la ley GI Bill (en apoyo a los veteranos de guerra), comenzó a escribir poesía.

Al regresar a los Estados Unidos en 1951, se sintió atraído por California como un lugar para comenzar de nuevo. “San Francisco tenía un aire mediterráneo”, le dijo al New York Times. “Sentí que era un poco como Dublín cuando Joyce estaba allí. Podrías caminar por Sackville Street y ver a todas las personas importantes en un solo paseo”.

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Un muy joven Lawrence Ferlinghetti. Foto: Gary Stevens/Wikicommons.

En 1953 cofundó la librería y editorial City Lights con su amigo Peter Dean Martin, quien se fue poco después, con la misión de democratizar la literatura y hacerla accesible a todos. “Éramos jóvenes y tontos”, le dijo a The Guardian en 2019. “Y no teníamos dinero”.

Si bien la mayoría de las librerías en EU en ese tiempo cerraban temprano y no abrían los fines de semana, City Lights abría los siete días de la semana hasta tarde en la noche, fomentando una comunidad contracultural que atraía a gente como Jack Kerouac y Allen Ginsberg. City Lights inicialmente se centró en vender libros de bolsillo, que eran más baratos pero menospreciados por el ambiente literario dominante, y en publicar poesía, libros poco convencionales y radicales de gente como Kerouac, Ginsberg, Paul Bowles, Gary Snyder y Gregory Corso.

En 1955, Ferlinghetti escuchó por primera vez leer el poema seminal Aullido, de Ginsberg en la Six Gallery de North Beach. Al día siguiente, envió un telegrama a Ginsberg: “TE SALUDO AL COMIENZO DE UNA GRAN CARRERA. PUNTO. ¿CUÁNDO CONSIGO EL MANUSCRITO DE Aullido? El poema épico se imprimió en Gran Bretaña y se envió a San Francisco, donde se confiscaron las copias. Ferlinghetti y Ginsberg fueron arrestados por cargos de obscenidad en 1957.

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La máquina de escribir del poeta Lawrence Ferlinghetti. Foto: Missvain/Wikicommons

“No estaba preocupado. Yo era joven y tonto. Pensé que leería mucho en la cárcel y que no me dejarían allí para siempre. Y, de todos modos, todo eso realmente puso el libro en el mapa”, dijo Ferlinghetti a The Guardian. El poeta ya había enviado el poema a la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU), “para ver si nos defenderían si nos arrestaban”. La ACLU defendió con éxito el poema en un juicio que duró meses. El veredicto sentó un precedente importante para reducir la censura y dio inicio a una nueva era de libertad para los libros en todo el mundo, al tiempo que hizo que ambos poetas fueran famosos internacionalmente.

En 1958, Ferlinghetti publicó su propia primera colección, A Coney Island of the Mind, que vendió más de 1 millón de copias. Luego escribió más de 50 volúmenes de poesía, novelas y diarios de viaje. Como editor, mantuvo un enfoque de por vida en la poesía y los libros ignorados por las corrientes principales, incluso cuando todo se volvió más difícil frente a los enormes impresores con fines de lucro.

Se identificó a sí mismo como un anarquista filosófico y organizó muchas protestas contra la guerra en City Lights. Consideraba la poesía como una fuerza social poderosa y no reservada para la élite intelectual, diciendo: “Tenemos que elevar la conciencia; la única forma en que los poetas pueden cambiar el mundo es aumentar la conciencia de la población en general”.

En décadas posteriores, Ferlinghetti se convirtió en un ícono de su ciudad. En 1978, cuando San Francisco fue sacudido por el doble asesinato del alcalde de la ciudad, George Moscone, y el supervisor de la ciudad, Harvey Milk, Ferlinghetti escribió un poema que se publicó dos días después en el San Francisco Examiner. Se tituló An Elegy to Dispel Gloom (Elegía para disipar la penumbra) y la ciudad le agradeció por ayudar a mantener la calma. En 1994, una calle recibió su nombre y cuatro años más tarde fue nombrado el primer poeta laureado de San Francisco.

Permaneció activo en City Lights hasta finales de la década de 2000, charlando con fanáticos y turistas que aparecían solo para conocer a la leyenda. “Cuando todavía estaba aquí todos los días, arreglando un foco o alguna otra cosa pequeña, nunca rechazaba a quien quisiera hablar con él”, dijo Elaine Katzenberger, la actual gerente de la tienda. “Por lo general, buscaba algo en común para tener una pequeña conversación con ellos”.

Aunque la pasó postrado en la cama y casi ciego en sus últimos años, permaneció ocupado, publicando su último libro, Little Boy, en su centésimo cumpleaños, una novela vagamente autobiográfica. Sin embargo, Ferlinghetti se negó a describirla como sus memorias: “Me opongo a usar esa descripción. Porque una memoria denota un tipo de escritura muy refinada”.

En 2019, San Francisco nombró el 24 de marzo, su cumpleaños, el Día de Lawrence Ferlinghetti para conmemorar su centenario, con celebraciones que duraron todo el mes. En una entrevista desde su cama para conmemorar la ocasión, le dijo a The Guardian que todavía esperaba una revolución política, a pesar de que “Estados Unidos no está listo para una revolución… Haría falta una generación completamente nueva que no se dedique a la glorificación del sistema capitalista… una generación no atrapada en el yo, yo, yo”.

Cuando se le preguntó si estaba orgulloso de sus logros, Ferlinghetti dijo: “No sé, esa palabra ‘orgulloso’ es demasiado egoísta. Feliz sería mejor. Excepto cuando te pones a intentar definir la palabra feliz, entonces estás realmente en problemas”.

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