‘El lenguaje inclusivo no tiene futuro’: Juan Domingo Argüelles

Cada vez que sale a la calle, Juan Domingo Argüelles escucha a las personas hablar y pone atención a las expresiones que intercambian los interlocutores. Se da cuenta de que (casi) nadie se expresa con el denominado lenguaje inclusivo.

“No vas por la calle y le preguntas a un amigo: ‘¿Cómo están tus hijes?‘ ‘¿Cómo están tus hijxs?’, porque la mayor parte de la gente no habla así. Cuando a alguien le preguntamos por sus hijos, el oyente sabe que no le estamos preguntando sólo por sus varones, sino por todas esas personas que corresponden a ser hijos de ese padre“, señala el escritor del libro ¡No valga la redundancia!, publicado por editorial Océano.

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Poeta, ensayista y crítico literario, Argüelles explica que la sustitución de las vocales por ‘x’ o reemplazar la ‘o’ por la ‘e’ como forma de inclusión a las mujeres o la comunidad de la diversidad sexual “es una jerga del español” que es utilizada como forma de reivindicación, pero que termina por “ser excluyente” porque sólo lo utilizan algunos sectores de la población.

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“El español tiene que resistir el asedio de acuerdo a una corrección política. Lo que quieren los grupos no es una lengua dialógica sino ideológica para imponer ciertas tendencias, pero la lengua se defiende sola. Incluso, cuando hay algo que consideramos errores, pero que es utilizado por la mayoría, se convierte en términos aceptados, porque el idioma es algo vivo”, refiere en entrevista para La-Lista.

—Entonces, ¿cuál es el futuro del lenguaje inclusivo? —se le pregunta.

—El futuro (del lenguaje inclusivo) es que no tiene futuro. Es una etapa momentánea. Estamos conscientes de que detrás de todo eso hay un sentido de reivindicación de parte de las mujeres y otros grupos como los homosexuales o transexuales. Pero el español tiene sus propias normas y se comporta con una regla y una lógica, por lo que puedo asegurar que la mayor parte de las personas que escriben en sus ámbitos académicos y cuando salen a la calle no hablan con arrobas, con ‘x’ o con ‘e’, sino que hablan normalmente porque si no, no se les entiende.

En los últimos años, se han definido una serie de términos para referirse hacia cierto grupo de personas, que son más eufemismos que pueden llegar a servir como un intento de evitar herir susceptibilidades, ya que Argüelles considera que vivimos en una “sociedad hipersensible”. Sin embargo, el escritor egresado de la UNAM explica que usar conceptos como ‘adultos mayores’ le puede quitar precisión al español.

“La que hay son asedios con la lengua, que son de carácter político o convenenciero, según sean los grupos de presión o grupos de poder. Exigen a la Real Academia Española que elimine ciertos términos que les parecen molestos, discriminatorios y lo que pasa es que hay una falsa idea de lo que es el idioma. No porque eliminemos de la realidad unos términos en la realidad va a desaparecer”, afirma.

Entonces, Argüelles ejemplifica sobre sí mismo: “Esos asedios contra la lengua de corrección política llevan a hacer que el español común sea un exceso del eufemismo e inventamos cosas que no tienen precisión para ocultar las cosas que no nos gustan. En lugar de decirle anciano o viejo a un servidor, le decimos adultos mayores; entonces, ¿cuáles son los adultos menores? No tiene lógica, es incongruente”.

Otro ejemplo al que hace alusión el también editor es lo sucedido con el futbolista uruguayo Edinson Cavani, quien respondió a un mensaje en redes sociales con la frase ‘gracias, negrito’. Esa publicación le costó al delantero del Manchester United una sanción porque la federación inglesa consideró que era discriminatoria, pese a las connotaciones positivas que tiene en Latinoamérica el término ‘negro o negrito’.

“En muchos países, decirle así a alguien es como decirle amigo. En México, hasta le decimos gorda o gordita a nuestra pareja y para nada es ofensivo”, apunta Argüelles.

AMLO tiene precariedad del lenguaje

En cada una de las conferencias matutinas, el presidente Andrés Manuel López Obrador utiliza términos como ‘fifís’, ‘machuchones’, ‘conservadores’ y ‘liberales’. Argüelles advierte que el empleo de estas palabras habla de una “precariedad en el vocabulario indudable” del mandatario.

“Lo que el presidente hizo fue resucitar anacronismos como la palabra ‘fifí’ que en México ya no se utilizaba. Los fifís en tiempos de Porfirio Díaz eran los catrines y ahora los relaciona con los conservadores. Quiere que la época actual se acomode a la época que él quiere. Reviven esos términos gracias al vocabulario de él”, señala.

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Andrés Manuel López Obrador. Foto: Presidencia de México vía EFE.

El escritor considera que parte de la carencia del lenguaje de López Obrador se refleja en que calificó a las palabras ‘resiliencia’ y ‘empatía’ como neoliberales.

“AMLO está en un error: la palabra empatía ingresó en nuestro idioma en las primeras décadas del siglo XX y se usa porque no es equivalente de simpatía, y significa ponerse en el lugar del otro. La resiliencia es un término que es de la física y luego pasó a la psicología para definir a la persona que pasó por un estrés severo y recupera su estabilidad”, explica.

Argüelles prevé que en cuanto se acabe el sexenio, esos términos se dejen de utilizar porque “cada vez que llega un presidente al poder, se impone un estilo personal de gobernar”.

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