Italia en crisis: goleada de Noruega deja a la Azzurra al borde de quedar fuera del Mundial 2026

Italia ha vuelto a tambalearse, y esta vez el golpe resuena con más fuerza que nunca. La derrota por 3-0 ante Noruega en Oslo, en un partido clave rumbo al Mundial 2026, no sólo ha encendido las alarmas deportivas en el país transalpino: ha desatado un clamor nacional en los medios, que califican el momento de la selección como una “emergencia”. Las portadas de los principales diarios italianos, La Gazzetta dello Sport, Corriere dello Sport y Tuttosport, no escatiman en adjetivos: vergüenza, hundimiento, fin de ciclo. Con el recuerdo de las eliminaciones para Rusia 2018 y Qatar 2022 aún fresco, Italia parece encaminarse a un tercer fracaso consecutivo en la máxima cita del fútbol internacional.

El equipo dirigido por Luciano Spalletti no solo perdió en el marcador, sino también en el alma. Según La Gazzetta, Italia fue un equipo “sin ideas, sin personalidad, sin alma”, completamente superado por una Noruega liderada por un imparable Erling Haaland. Pero más allá del resultado, el foco de las críticas está en el modelo de gestión, el liderazgo federativo y una generación de jugadores que, según los analistas, no está a la altura del peso histórico de la Azzurra.

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¿Se terminó el ciclo de Luciano Spalletti?

La figura de Luciano Spalletti, quien llegó a la selección tras un exitoso paso por el Napoli, es ahora el blanco principal de las críticas. Lo que comenzó como una promesa de renovación se ha convertido, para muchos, en una decepción acelerada. “Hay que cambiar radicalmente ya el banquillo”, sentencia La Gazzetta dello Sport, que considera agotado el proyecto del técnico toscano. Su desempeño en la pasada Eurocopa ya había generado dudas, y ahora, tras el batacazo en Oslo, su continuidad parece insostenible.

La falta de carácter del equipo, la ausencia de un plan táctico claro y la desconexión entre líneas han sido señaladas como síntomas de un liderazgo sin rumbo. Spalletti, lejos de haber logrado cohesión, parece haber perdido el vestuario, algo que preocupa profundamente en vísperas de un cierre clasificatorio que ya no depende sólo de Italia. Incluso para llegar al repechaje, la selección debe ganar sin margen de error a Moldavia e Israel, y aún así esperar resultados favorables en otros grupos.

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¿Dónde está el liderazgo en la Federación Italiana?

No solo Spalletti está en el centro del huracán. Gabriele Gravina, presidente de la Federación Italiana de Futbol (FIGC), también enfrenta cuestionamientos severos. “No puede vivir eternamente de la renta de la Eurocopa ganada en 2021”, advierte La Gazzetta, en referencia a su continuidad pese a los fracasos acumulados. A diferencia de sus antecesores, Abete y Tavecchio, que renunciaron tras quedarse fuera de un Mundial, Gravina permanece en el cargo, aferrado a una legitimidad que se erosiona día a día.

La escena de Gravina en el palco del Ullevaal Stadion, con un gesto descrito como “máscara de cera”, ha sido interpretada como símbolo del colapso institucional. En Italia, muchos se preguntan si existe realmente un plan estratégico para la reconstrucción del fútbol nacional. La ausencia de una política sólida de desarrollo juvenil, la escasa inversión en cantera y la falta de una identidad táctica reconocible han creado un vacío que ni los triunfos pasados pueden llenar.

¿Está Italia al borde de una desaparición mundialista prolongada?

Más allá del presente inmediato, el mayor temor es el impacto de largo plazo. Si Italia no logra clasificar al Mundial 2026, cumplirá 12 años sin disputar la máxima competencia futbolística, un hecho sin precedentes en su historia reciente. Desde que fue campeona en 2006, la selección ha naufragado en Sudáfrica 2010 y Brasil 2014, y ni siquiera se ha clasificado a los dos últimos mundiales. La posibilidad de una tercera ausencia consecutiva ya no es un escenario lejano, sino una amenaza tangible.

“Se ha tocado fondo, ahora se sigue cavando”, advierte Tuttosport, al subrayar que Italia no sólo debe ganar lo que resta, sino también rezar por un golaverage favorable. Ni el título europeo de 2021 puede tapar una década de crisis estructural, donde la credibilidad internacional, el valor de los jugadores en el mercado y la imagen del fútbol italiano están gravemente comprometidos.

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