Volver a casa, la siguiente meta de dos venezolanos refugiados en México
Helverdin y el hijo menor de Dainelis pasan tiempo junto a otros compañeros. Foto: Alexa Herrera / La-Lista

Esta es la historia de dos hombres que habían logrado lo que muchos anhelan en Venezuela. Y cuando lo consiguieron, los esposaron de pies, manos y cintura para subirlos a un avión con destino a México.

“Se me bajó la moral. Sacan a uno en short, en una camisa, sin desodorante, todo hediondo y esposan a uno de manos, cintura y pies para trasladarlo en avión. Nos montaron en un autobús y nos dejaron aquí en la Comar”, cuenta Helverdin, de 37 años de edad a La-Lista.

El hombre con la ojos claros que contrastan con su cabello y barba oscura se quedaría en México si pudiera traer a su esposa e hijas, pero prefiere regresar a Colombia, donde la familia se mudó desde 2017. Él está convencido de hacer los trámites para irse.

Mientras resuelve cómo volver a Colombia, ve la televisión con Ricardo, otro hombre venezolano que también fue expulsado de Estados Unidos. Sólo que él pedirá la condición de refugiado en México, un trámite que tiene que hacer en los primeros 30 días hábiles de su llegada al país. 

México es el tercer país con el mayor número de solicitantes de la condición de refugiado a nivel mundial, según datos de Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, en un resumen del Informe de Derechos Humanos que dio en la conferencia de prensa matutina del jueves 27 de octubre.

En el país, 387 mil 541 personas han solicitado refugio desde 2013, y menos de la cuarta parte, es decir, 95 mil 952, han obtenido ese beneficio en este sexenio.

La condición de refugio es un procedimiento gratuito para que los extranjeros en territorio mexicano obtengan protección fuera de su país, donde corren el riesgo de morir y no tienen seguridad del Estado. Al obtener la condición de refugiados, pueden permanecer en México y tener permiso de trabajo.

Las personas de Venezuela ocupan el segundo lugar en obtener el reconocimiento de personas refugiadas en México. Son 21 mil 78 de esa nacionalidad quienes de 2013 al cierre de septiembre de 2022 han huido de la violencia, la inseguridad, las amenazas y la falta de alimentos, medicinas y servicios esenciales.

Después de recorrer siete países por tierra, la travesía de Ricardo y Helverdin no contó con el tiempo a su favor. Cuando ya habían llegado a Estados Unidos, entró en vigor la reactivación del Título 42, una política antiinmigrante del gobierno de Donald Trump que fue retomada por Joe Biden y que expulsa a las personas al país por el que llegaron. En este caso, México, que comparte la frontera más dinámica con la primera economía del mundo.

La reactivación de la política antiinmigrante aplica sólo para las personas que provienen de Venezuela y no sería posible sin la cooperación del Gobierno de México, que ha servido como filtro para tratar de frenar con la Guardia Nacional las olas de migración provenientes de Centro y Sudamérica.

México aceptó permitir de manera temporal que algunas personas de nacionalidad venezolana ingresen al territorio nacional por la frontera norte sin tener las condiciones para recibirlas. Las autoridades no han destinado espacios para darles refugio y sólo queda el apoyo de las organizaciones civiles, los cuales presentan sobrepoblación y piden donaciones de ropa, alimentos, medicamentos, artículos de limpieza y de higiene personal. Por ejemplo, Casa Tochan, en la Ciudad de México, que tiene espacio para 34 personas, pero alberga a 64 y más de la mitad de ellas son venezolanas.  

Hasta ahí llegaron Ricardo y Helverdin. Después de ser expulsados, las autoridades mexicanas los trasladaron a la oficina de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) en la Ciudad de México. Ahí se enteraron de que Casa Tochan estaba en la alcaldía Álvaro Obregón, que era para población masculina y que ofrece alojamiento y tres comidas al día.

“Estaba desamparado, sin dinero. Un bus me trajo desde Matamoros hasta la Comar y ahí nos dejaron botados, nos dijeron que supuestamente era un refugio y ¡mentiras!”, dice a La-Lista Ricardo, de 33 años. 

En otro autobús llegó Helverdin. A diferencia de Ricardo, quien entró a Estados Unidos el 13 de octubre y fue trasladado el 19, él no recuerda con exactitud cuándo cruzó la frontera ni la fecha de su expulsión, sólo sabe que fue durante este mes. 

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“Soy un guerrero” se puede leer en una de las paredes del albergue. Foto: Alexa Herrera / La-Lista

Refugiarse en México hasta recuperar lo perdido

Ricardo nació en Maracaibo pero el 17 de octubre de 2017 dejó la ciudad de Venezuela que consideraba su hogar, pues ahí rentaba una casa con su hija, quien ahora tiene 10 años, y la que era su esposa. Se fue a Bogotá, Colombia, de donde salió el 3 de septiembre con un grupo de compañeros y 300 dólares en el bolsillo para migrar a Estados Unidos. Todos los integrantes de la agrupación se apoyaban en la travesía y avanzaban a la par.

“De los 12 que salimos creo que una sola persona logró el objetivo de pasar para allá, uno solo porque entró antes. Los demás estamos todos regados, salimos el 3 de septiembre y el 12 de octubre no habíamos alcanzado la meta porque no teníamos suficientes recursos”, recuerda el hombre que llegó a Estados Unidos un día después del nuevo proceso de ingreso implementado ante el incremento de migración venezolana. 

El 19 de octubre fue expulsado y apenas llegó a Casa Tochan. Una vez establecido en este albergue planea tramitar su solicitud de refugo y trabajar en México para poder volver a Colombia. Cuando junte dinero quiere visitar a su hija, quien está a cargo de su abuela materna en Venezuela. 

Ricardo sabe que no cumple con el nuevo requisito migratorio de Estados Unidos de tener el patrocinio económico de una persona u organización en ese país donde no conoce a nadie. Por no tener patrocinador, no es una de las 24 mil personas de nacionalidad venezolana que los gobiernos de México y Estados Unidos calculan que tienen posibilidades de incorporarse al mercado laboral estadounidense con un programa de visas humanitarias. 

De hecho ya no quiere intentar cruzar la frontera otra vez, pues reclama que debió haber una prórroga para las personas migrantes. 

“Yo pienso que no está bien sacar una ley de la noche a la mañana, sin pensar en esas personas que lo perdieron todo. Ponte que yo en mi caso no haya perdido nada, lo material no importa, pero hay personas que perdieron a sus hijos, a su mamá, tantas personas que quedaron en el camino”, lamenta mientras toca su barba con desesperación porque ya no tiene ropa, ni dinero. 

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Ricardo en Casa Tochan. Foto: Alexa Herrera / La-Lista

El sueño de volver con la familia

Para Helverdin ya no hay sueño americano, lo que ahora quiere es estar con su familia. En Colombia viven sus dos hijas de 14 y 12 años y su esposa. 

En la conferencia de prensa matutina del 19 de octubre, el canciller Marcelo Ebrard informó que en el país residen más de 77 mil personas de venezolanas. Pero Helverdin no piensa formar parte de esta estadística.

El hombre que tuvo la suerte de conservar su reloj, como si fuera un recordatorio de que el tiempo corre,  buscará ayuda en la Embajada de Venezuela en México para regresar a su natal Caracas, de donde emigró en 2017, y de ahí volar a Colombia. No intenta tramitar una visa humanitaria para Estados Unidos porque tampoco tiene un patrocinador de apoyo económico en ese país, uno de los criterios de elegibilidad que califica como injusto junto con las restricciones migratorias.

Yo pienso que tuvieron que darle un plazo a uno, darle una fecha, en tal fecha se cierra esto. Porque en este viaje uno sufre por todo el camino, uno pasa por muchas cosas con la policía, migración, siempre nos tratan como si uno fuera un delincuente, sabiendo que en ninguno de los países nos vamos a quedar, solamente estamos transitando”, señala. 

El trámite de las visas humanitariasconsiste en un procedimiento en línea y si el gobierno de Estados Unidos la autoriza, la entrada es directamente en avión, sin el tránsito por tierra en otros países.  

Pero Helverdin no piensa intentarlo ni tampoco quiere quedarse en Casa Tochan. Agradece el apoyo que ha recibido de este albergue cuyo nombre en náhuatl  significa “nuestra casa”. 

“Por lo menos pude conseguir un sitio donde llegar mientras veo qué resuelvo. Es lo mejor que me ha pasado aquí en México, tenemos un techo y las tres comidas, no estoy en la calle”, reconoce. 

Él tiene su propia vivienda en Venezuela, se considera afortunado por no haberla perdido pero comenta que no la ha podido amueblar. Su sueño es estar algún día en su propia casa con su familia e hijas.

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El migrante venezolano, Helverdin actualmente vive en Casa Tochan. Foto: Alexa Herrera / La-Lista

*Se da a conocer sólo el primer nombre de las personas para reservar su identidad debido a su condición de migrantes.

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