Rosalía deja atrás El mal querer y lanza Motomami, su nuevo disco

Más allá del carácter experimental de las nuevas canciones de Rosalía, su disco Motomami es objeto de conversación por sus letras y, mientras unos se quejan de que cada vez se entiende menos a la española, otros disfrutarán de sus sentencias más claras.

Bastaron unos segundos de exposición de uno de los temas, Hentai, para ser objeto de burla en redes a costa de algunas de las rimas que muestran su nueva manera de escribir, algo que durante esta gira promocional atribuyó al machismo persistente.

“Björk dijo una vez algo así como que a los hombres se les permite ser tantas cosas y de las mujeres solo se espera que seamos femeninas; quince segundos de Hentai fueron suficientes para juzgar una canción, sin que salga el disco que le da contexto. Yo pensaba que ya habíamos superado esto, pero claramente me dan más ganas aún de seguir escribiendo por ahí“, dijo.

Ese empeño en mostrar que puede ser algo más como mujer se refleja desde el título mismo, Motomami, una dualidad compuesta por “Moto, que en japonés significa más duro, y ‘Mami’, por la figura de la madre como poder de creación”, argumenta Rosalía, al señalar a su propia progenitora como la “Motomami original”.

“De pequeña me llevaba en Harley vestida en cuero negro con su chaleco, sus botas y con su melena rubia rizada, siempre con sus anillos y sus pendientes”, rememora la artista que, en su particular alfabeto, se autodefine con “D de dinamita”, con “H de hondura”, con “P de patrona”, “T de titánica” y “con Z de zarzamora, zapateado y zorra también”.

Pasaron cuatro años desde El mal querer (2018), que también fue objeto de polémica por supuesta apropiación cultural, pero la autora de Malamente no respondió a las críticas y se dedicó a escribir y a cantar sus verdades en 16 temas que, según ha contado, beben de “material autobiográfico, cosa que en otros proyectos nunca había hecho”.

“Vestida con F de Fendy / bailando en plan vela de candy / Así tu te prendiste de mí, el día que yo te conocí”, apenas susurra en Candy“, una referencia demasiado que parece referirse a un episodio personal.

“Siento que, de alguna manera, estaba pensando cómo un director hace una película sobre cómo hacer una película; al final pensaba cómo puedo hacer un disco que refleje lo que estoy viviendo, cómo me estoy sintiendo y quién soy ahora en este preciso instante. Era la intención de hacer un autorretrato”, sostiene Rosalía.

Aplicado también al plano artístico, resultan ilustrativos los versos de uno de los temas, Diablo, cuando una voz deformada por el “autotune” canta “La que sale por TV no es la que yo conocí”, a lo que ella responde: “De la noche a la mañana no es que yo cambié”.

“Siempre siento que cada momento será diferente al anterior y que al final mi carrera va a ser una carta de amor a todos los géneros musicales que admiro y quiero; no quiero pensar en que nunca haré algo, pienso en estar abierta”, ha alegado ante las variaciones en su estilo.

La diversidad de géneros es palpable desde el primer momento. Se entrecruzan el jazz que aprendió en la escuela en Barcelona, pero también el reguetón clásico que bailaba en las ferias de niña, imprescindibles de la música latina como Héctor Lavoe, así como “Jimmy Hendrix, Bob Marley, Lola Flores o Camarón”.

La necesidad de mutación está representada en el álbum a través de la mariposa, una evolución que defiende en Genis frente a quienes ansían que regrese la artista de su anterior álbum: “Y me tocaste ahí / donde no quiero estar / Esto no es el mal querer / Es el mal desear”.

“Para mí El mal querer tiene sentido esforzándome en escribir cuartetas octosílabas que son clásicas en el flamenco, pero este proyecto tenía que ver con inspirarme en cómo se hace la escritura automática o en letras más abstractas, de golpe súper crudas e inspirarme en cómo escribe Lil’ Kim”, comentó Rosalía sobre el cambio en su manera de componer sus letras.

Motomami ya está disponible en las plataformas de música.

EFE