Billy Idol desata la euforia en la CDMX con su concierto: así fue su regreso triunfal al Estadio Alfredo Harp Helú
La cita fue en el Estadio Alfredo Harp Helú, donde miles de fans —jóvenes, adultos y veteranos del rock— se reunieron para ver a un artista que, con todo y una lesión reciente en la pierna, decidió presentarse y cumplir con su público mexicano, uno de los más leales en su carrera.
Foto: La-Lista.
Tras varios años sin presentarse en solitario en la capital, Billy Idol regresó ayer a la CDMX para ofrecer un concierto electrizante en el Estadio Alfredo Harp Helú. El legendario ícono del punk-rock revivió su alianza con el público mexicano con un show cargado de clásicos, actitud y una energía que demuestra por qué sigue siendo una figura irrebatible del rock.
El pasado 30 de noviembre de 2025, la Ciudad de México vivió una de esas noches que se quedan grabadas en la memoria colectiva. Billy Idol, ícono del punk-rock ochentero y figura que ha marcado generaciones, regresó a la capital mexicana para celebrar su cumpleaños número 70 en un concierto cargado de simbolismo, emoción y una energía que desafió cualquier límite físico.
La cita fue en el Estadio Alfredo Harp Helú, donde miles de fans —jóvenes, adultos y veteranos del rock— se reunieron para ver a un artista que, con todo y una lesión reciente en la pierna, decidió presentarse y cumplir con su público mexicano, uno de los más leales en su carrera.
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Una entrada distinta, pero con la misma fuerza de siempre
Puntual, a las 21:00 horas, las luces se apagaron y la silueta de Idol apareció sobre el escenario, esta vez sentado junto a la batería. Lejos de ocultar su situación, el cantante lo dijo con franqueza y humor desde las primeras palabras:
“Estoy lastimado de la pierna y no puedo ponerme de pie… pero vamos a rockear igual”.
Y así fue. A partir de ese momento, el británico ofreció una actuación intensa, emotiva y completa, construida más desde el alma y la voz que desde el movimiento. Su presencia, incluso sentado, llenó todo el recinto.
El setlist de Billy Idol, una máquina del tiempo para miles de fans
La noche avanzó entre clásicos indispensables que marcaron varias décadas del rock.
Temas como “Still Dancing”, “Cradle of Love”, “Flesh for Fantasy” y “Eyes Without a Face” hicieron que el estadio entero cantara de principio a fin.
Más adelante llegarían joyas como “Rebel Yell”, “White Wedding” y la explosiva “Dancing with Myself”, que tuvo un momento especial.
Daniela Villarreal: talento mexicano al servicio del punk-rock
Para sorpresa del público, Daniela Villarreal Valdés, guitarrista de la banda mexicana The Warning, subió al escenario para acompañar a Idol en una versión electrizante de “Dancing with Myself”. Con sólo unos segundos ya había conquistado al estadio: su técnica, su fuerza escénica y su energía juvenil contrastaron de forma perfecta con la experiencia del británico.
Daniela, originaria de Monterrey, se convirtió en una de las invitadas más comentadas de la noche. Su presencia reforzó una idea poderosa: el rock evoluciona, se mezcla, se reinventa y encuentra nuevos caminos entre generaciones.
Un cumpleaños muy mexicano: mariachi y “Las Mañanitas”
Si algo distingue a las celebraciones en México es la capacidad de convertir un concierto en una fiesta, y esta no fue la excepción.
A mitad del show, un mariachi irrumpió sobre el escenario para dedicarle a Billy “Las Mañanitas” y después un “Happy Birthday”. Idol sonrió con sorpresa, señaló al grupo y agradeció de pie —apoyado— el gesto del público.
Fue un instante profundamente emotivo, donde la música tradicional mexicana se fusionó con el rock británico para celebrar la vida de un artista que ha acompañado a miles en tres generaciones.
Steve Stevens: el guitarrista que incendia escenarios
Otro protagonista de la noche fue Steve Stevens, histórico guitarrista y mano derecha de Idol desde los años 80. Sus solos —largos, precisos, filosos— recordaron por qué sigue siendo una pieza clave del sonido que llevó a Billy a convertirse en leyenda.
Entre riffs, distorsiones y guiños al público, Stevens sostuvo la estructura musical del concierto y elevó cada canción al punto máximo. Su presencia reafirmó que, incluso en momentos complicados para el vocalista, la banda sigue siendo un bloque sólido y apasionado.
La intensidad del concierto fue tal que muchos fans comentaron que no había momentos muertos, ni intermedios largos, ni pausas innecesarias. Billy Idol, aun lesionado, decidió no bajar el ritmo: entregó hora y media de show con la misma pasión con la que se le conocía décadas atrás.
El público respondió igual: coreando, gritando, aplaudiendo, iluminando el estadio con celulares y vibrando en cada uno de los éxitos que han acompañado su vida.
Pese a la evidente molestia en su pierna, Idol se mostró firme: no evadió, no se limitó, no perdió su esencia rebelde. Al contrario, la noche se convirtió en un ejercicio de resistencia artística y emocional.
Con 70 años y una carrera de casi medio siglo, Billy demostró que aún lesionado puede ofrecer un espectáculo completo, digno y profundamente significativo.
Después de su paso por el Vive Latino, Idol regresó a la CDMX para reafirmar un lazo que no se ha roto desde los años 80. México lo quiere y él lo sabe. Por eso vuelve. Por eso celebra aquí. Por eso canta aquí, aun lastimado.