Historia de Alejandra - Historia-de-Alejandra

Alejandra

No vendo a mi hija’


Alejandra es firme cuando se trata de proteger a su hija. Dice que a ella no la vende ni por 200 mil pesos. Hace tres años una señora le llegó a ofrecer 300 mil pesos (15 mil dólares), pero tampoco aceptó. “Seré pobre y tendré necesidades, pero por mi niña no voy a recibir dinero”, dice segura.

Fue en 2019 cuando una señora llegó acompañada de otras cinco personas a la casa de Alejandra y su hija Angélica, en la cabecera municipal de Tlacoachistlahuaca, Guerrero. La mujer fue directa, dio un saludo de cortesía y ofreció 300 mil pesos a cambio de que la adolescente, de entonces 17 años, se fuera a vivir con su hijo.

Alejandra rechazó la propuesta de inmediato, pero la señora insistió. Sacó un celular con las fotografías de su hijo y ofreció varias rejas de refresco y de cervezas para cerrar el trato, pero su oferta fue rechazada.

“Me dijo que me iba a dar un dinero para que se juntaran y lo que yo pidiera. Le respondí que ellos no se conocían, no eran nada, ni amigos siquiera, ¿entonces cómo era posible que yo recibiera ese dinero por mi hija?”, critica Alejandra.

El matrimonio de hombres y mujeres menores de 18 años es un problema arraigado en el sureño estado de Guerrero, donde se registraron 31 mil 326 matrimonios con menores entre 2010 y 2020, la cifra más alta en todo el país, según datos obtenidos por La-Lista.

En Guerrero estos matrimonios infantiles suelen ir acompañados de la entrega de dinero. Las familias de los hombres reúnen cientos de miles de pesos a través de su trabajo en campos de cultivo y de las remesas que reciben, y luego buscan a los papás y las mamás de las jóvenes para que las dejen ir a cambio de un pago.

La señora que ofreció 300 mil pesos por Angélica conoció a la joven en el pueblo Limón Guadalupe, perteneciente a Tlacoachistlahuaca. La adolescente vivía ahí por temporadas con su papá, quien da servicio de taxi a quienes quieren ir al municipio de Ometepec.

Cuando Alejandra rechazó la oferta por su hija, la señora elevó el tono de su voz. Habló en su lengua originaria con las cinco personas que la acompañaban, se dio la media vuelta y se fue en el vehículo donde traía los refrescos y las cervezas.

“A mí no me gusta eso, estoy en contra de que las personas vendan a sus hijas, eso no está bien, no está bien cuando reciben dinero porque no tenemos animalitos, no parimos animalitos, parimos un ser humano”, insiste Alejandra.

Ella defiende que cuando su hija se quiera casar o ir a vivir con un hombre, lo hará por voluntad propia. Imagina que ese día habrá una fiesta y una misa en la Iglesia, sin dinero de por medio.

Alejandra admite que luego de rechazar la oferta sintió miedo. Algunas personas del pueblo de Limón Guadalupe le decían que su hija se iba a “echar a perder” por no dejarla ir a vivir con aquel joven. Le alertaban que en esa comunidad la gente era “muy cochina” y le podían hacer brujería.

Alejandra dice que pidió a Dios protección para ella y su hija. “Le pedía porque no le hice ningún daño a nadie”, expresa.

Al final, la señora no insistió en el matrimonio de su hijo con Angélica. Poco después de esta propuesta la joven se fue a vivir a los Estados Unidos con una tía. 

El objetivo de Angélica es trabajar en Estados Unidos unos años para construirle una mejor casa a su mamá. En Tlacoachistlahuaca, como en otras comunidades del estado de Guerrero, emigrar es la única forma que tienen los jóvenes de salir adelante por la falta de oportunidades laborales.

Las mismas personas que advirtieron a Alejandra que su hija iba a ser víctima de brujería por no venderla, ahora le dicen que por esa maldición se fue a los Estados Unidos. Son dichos que ella trata de ignorar y asegura que si alguien le vuelve a ofrecer dinero, ahora por su hija más pequeña de 10 años, también rechazaría la propuesta.

“Mis hijas no son animales ni son una mercancía para que yo las venda”, reitera.

*Los nombres de esta historia fueron cambiados por motivos de seguridad y por petición de la entrevistada.