ABC de perspectiva de género: el patriarcado
Fotografía: The AOI

La definición del patriarcado es, de hecho, bastante simple. Es una forma de organización social que data desde los inicios de la civilización, en la que la autoridad la ejerce el hombre- jefe de familia. En esta estructura social la familia es la institución central, el jefe de familia el dueño del patrimonio, y el patrimonio son esposa, hijos, esclavos, bienes y propiedades.

La palabra «patriarca» proviene de las palabras griegas árchein (mandar) y patḗr (padre). En sentido literal, el patriarcado es la autoridad del padre. Punto.

La autoridad auto-asignada del padre, porque pues nadie de sus “sujetos” se la otorgó. Noam Chomsky dice que “toda forma de autoridad, dominación y jerarquía, toda estructura autoritaria, tiene que demostrar que está justificada, no tiene una justificación previa. (…) la carga de la prueba para cualquier ejercicio de autoridad recae siempre en la persona que la ejerce, invariablemente”. O sea, que el hombre—el padre (en el sentido más amplio), el jefe de familia—tendría que justificar su auto-asignada autoridad.

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Muchas cosas han “cambiado” desde las antiguas civilizaciones patriarcales: la esclavitud fue abolida (aunque hay trabajos con condiciones tan injustas e inhumanas que prácticamente son esclavitud), y en la mayor parte del mundo las mujeres e hijos ya no son legalmente “propiedades”. Sin embargo, el patriarcado contemporáneo sigue justificando la autoridad del padre de familia al nombrarlo como proveedor de la familia, y por defecto convierte a la mujer en la responsable del hogar y familia.

Otras dos estructuras importantes que sostienen el patriarcado, son la heterosexualidad y el contrato sexual. Pues está basado en la familia tradicional y esta en el contrato del matrimonio. La heterosexualidad es necesaria, para mantener la convivencia hombre-mujer y la masculinidad/feminidad equilibradas. Y aquí entra la política sexual y las relaciones de poder establecidas entre sexos que regulan todas las relaciones. Estas dos dinámicas perpetúan la institución del matrimonio, que a su vez perpetúa la familia como órgano central, y así dan continuidad al sistema

Otro elemento del patriarcado es el llamado pacto patriarcal: un conjunto (en muchos casos tal vez inconsciente pero que ha sido transmitido de generación en generación durante cientos de años) de relaciones sociales entre los hombres que tienen una base material, y aunque son jerárquicas, crean o establecen interdependencia y solidaridad entre ellos que los capacitan y autorizan para dominar a las mujeres.

El patriarcado tiene otro gran sistema aliado: el capitalismo. El capitalismo y el patriarcado se alimentan mutuamente, tienen una relación íntima y profunda. El padre no puede ser proveedor sin el capital que le otorga el trabajo remunerado y los bienes y propiedades que puede adquirir con ese capital. Y sin el papel del proveedor que necesita el capital, el capitalismo no tiene la fuerza laboral que genera riqueza. La sinergía entre estos dos sistemas da continuidad a las estructuras de odio que todos conocemos: sexismo, machismo, clasismo, racismo, masculinidad hegemónica, etc.

Bajo este sistema la mujer ha sido históricamente reprimida. Retirada de los oficios y posiciones que generan recursos y capital, y obligada a que sus únicas opciones sean procrear, y cuidar del hogar y la familia. Las mujeres que salen de este esquema—en unos círculos más y en otros menos—son socialmente vistas como complicadas, locas o malas.

En términos generales el patriarcado contemporáneo puede definirse como un sistema sociopolítico con base en instituciones públicas y privadas donde los hombres como grupo social y como individuos, oprimen a las mujeres de forma individual y colectiva, se apropian de su productividad y de su capacidad reproductiva, de sus cuerpos y sus productos, ya sea con medios pacíficos o con el uso de la violencia.

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En la actualidad prácticamente todos los países y sociedades tienen una organización patriarcal. Esto se manifiesta en distintas maneras, algunas de ellas:

  • Falta de autonomía económica femenina: falta de ingresos o ingresos bajos por trabajos precarios, inestables o de tiempo parcial.
  • División sexual laboral: las mujeres cargan con todo—o la mayor parte—el trabajo no remunerado (trabajo doméstico y cuidado de personas: familia, niños, ancianos, enfermos…).
  • Dominación laboral masculina: se reservan los puestos de «bajo perfil» o de «perfil asistencial» para las mujeres, y los salarios de ellas son mucho más bajos.
  • Expectativas laborales: la estructura social asume que los hombres tendrán mejor disponibilidad hacia el trabajo, y las mujeres tendrán mayor preferencia por la familia y el hogar.
  • Techo de cristal: conjunto de prácticas sociales que reproducen la situación de discriminación de la mujer en todos los espacios, que dificultan o imposibilitan la igualdad de acceso a distintas jerarquías, disciplinas y sistemas sociales.
  • Violencia de género: doméstica, acoso sexual y violación. A pesar de la relativa igualdad jurídica contemporánea en muchos países, las cifras de violencia doméstica, acoso sexual y violación son exorbitantes.
  • La sexualidad: escaso respeto de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres

Fuentes

  • Patriarchy (2017) P. Miller
  • Capitalist Patriarchy and the Case for Socialist Feminism (1979) Z. R. Einstein
  • Sexual Politics (1970) K. Millet
  • Witches, Witch-Hunting, and Women (2018) S. Federici

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