Annette Ortiz Austin, la bióloga que apostó por la genética mexicana
Annette Ortiz Austin lidera en México el ensayo clínico fase 3 de la vacuna de CanSino Biologics. © Foto: Angélica Escobar/La-Lista.

Para una profesora, un psicólogo o una contadora es relativamente sencillo explicar a qué se dedican. Annette Ortiz Austin nunca había experimentado esa sensación. Cuando respondía que desde hace 15 años se dedicaba a la investigación clínica, las dudas brotaban. “Había gente, incluso de mi familia, que no entendía lo que hacía”, cuenta.

Pero esto cambió con la pandemia de Covid-19. La emergencia sanitaria ha obligado a las personas a interesarse y entender la importancia de la investigación clínica –para determinar la seguridad y la efectividad de las vacunas–, de los científicos y de todas las personas que están detrás del desarrollo de moléculas. Ortiz Austin es una de ellas.

Es la directora general de la empresa de ensayos clínicos EPIC Research. Desde esa trinchera, la doctora en medicina genómica lidera en México el ensayo clínico fase 3 de la vacuna contra el Covid-19 desarrollada por la farmacéutica china CanSino Biologics. Ha estado al frente de la selección de los 15,000 voluntarios mexicanos que recibieron la vacuna para probarla, de coordinar la logística para que las dosis llegaran sanas y salvas a los 20 centros de salud en los 10 estados del país, de dar seguimiento a cada uno de los participantes y de conseguir las autorizaciones sanitarias para que el estudio fuera una realidad. 

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Todo fue realizado a distancia y en tiempo récord. El ensayo clínico que comenzó en noviembre fue el primero de CanSino Biologics que se echó a andar en América Latina. “Tener toda la logística y la trazabilidad desde la producción de una vacuna para que llegue a un voluntario y que el voluntario crea en lo que estás haciendo ha sido un reto, sin duda el mayor reto”.

Su mayor temor

La pandemia de Covid-19 ha disparado miedos: al contagio, a tocar y a que nos toquen, al aislamiento, a la enfermedad. Annette Ortiz Austin sentía uno muy particular: miedo de que México no tuviera acceso a las vacunas contra el nuevo coronavirus y ni siquiera pudiera participar en los ensayos clínicos. 

No era un temor irracional, había motivos para que lo creyera. Es común que las fases de investigación de las vacunas se realicen en Estados Unidos y en Europa, donde los laboratorios tienen sus casas matrices. “Para muchos laboratorios no representa una necesidad hacer investigación fuera de los países para su registro”, explica la bióloga.

Esto impacta en el diseño final de las vacunas, porque si la genética de los mexicanos no está considerada se desconoce la eficacia, la seguridad y la inmunogenicidad que la vacuna candidata tendrá en la región. Pero a la directora general, el miedo no la paralizó, al contrario. “Para México es un gran logro que una compañía mexicana esté desarrollando un ensayo clínico fase 3 tan importante”.

El logro lo ha liderado ella y ha sido resultado de la colaboración a distancia con especialistas de China, Canadá y Sudamérica. De la adaptación, de la resiliencia, del compromiso, de las largas jornadas laborales y del trabajo de un ejército de personas, muchas de ellas mujeres. Un cambio evidente en una industria que tradicionalmente era liderada por hombres. 

“En esta pandemia me he encontrado con personas valiosísimas hombres, pero también muchas mujeres que, desde su frente, están haciendo lo mejor para estar en laboratorios, en logística de las vacunas, en los envíos, en la producción, médicas, agentes de regulación, monitoras y muchas voluntarias mujeres –destaca–. Todas en conjunto”. 

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