La cara de la devastación en Acapulco: ‘Otis’ arrasa la zona popular y la turística
Las calles de Acapulco parecen sacadas de una escena de alguna guerra en un mundo lejano. La ayuda no llega y comienza la rapiña.
Las calles de Acapulco parecen sacadas de una escena de alguna guerra en un mundo lejano. La ayuda no llega y comienza la rapiña.
Al escuchar hablar de Acapulco se viene a la mente la costa más famosa del país pero nunca se habla de las colonias populares, la zona donde habita la clase trabajadora, la cual vive del turismo.
La tormenta tropical “Otis” se intensificó a huracán categoría cinco y tomó por sorpresa a muchos de los que aquí habitan.
Lo primero que se vio en la televisión después del paso del ciclón fueron los daños en la zona hotelera, pero la zona popular, donde se localiza la Central de Abastos de Acapulco, también quedó devastada y la ayuda no ha llegado.
Por la desesperación, la mayoría optó por la rapiña de víveres pero también de electrodomésticos.
Las calles lucen con familias completas que caminan entre el lodo, árboles tirados, señalamientos partidos a la mitad y sin los servicios básicos. Todo sea por alcanzar algo, en lo que la ayuda del gobierno y la sociedad civil llega.
En las calles lodosas, unas personas gritan a quien pasa por ahí a tomar fotos y piden ayuda, pues dicen que nadie los ha escuchado, que sus casas quedaron atrapadas entre los escombros de “Otis”, además de que sus automóviles quedaron destruidos.
Los acapulqueños piden que el presidente Andrés Manuel López Obrador los ayude, que no los deje en el abandono, que creen en la 4T. En este caso el gobierno municipal, estatal y el federal son de Morena.
En la Central de Abastos, los locatarios mencionan que temen las rapiñas en sus establecimientos, aseguran que no se dejarán, porque sería “joderse” entre el mismo pueblo, aunque tampoco avalan que hagan rapiña a los supermercados y tiendas departamentales.
Acapulco luce como nunca, quizá solo comparable con el paso del huracán Paulina en 1997.
Las calles parecen sacadas de una escena de alguna guerra en un mundo lejano.
Los que visitamos el puerto como testigos también vivimos los efectos de la devastación: no se come bien, no hay hoteles para hospedarte y apenas puedes tomar agua porque tampoco hay tiendas.
La gente piensa que el gobierno se enfocará en reactivar el Acapulco de la zona turística, antes que los barrios y pueblos originarios, donde la ayuda no tiene fecha de llegada.