¿Pfizer o Sinopharm? En Oriente Medio impera la “diplomacia de la vacuna”
Un enfermero aplica la vacuna de Pfizer a una persona mayor en el centro de vacunación del Maccabi Health Center en Israel.

Por Guillaume LAVALLEE AFP  | AFP |  En los últimos días, el gobierno israelí ha hecho públicos documentos que demuestran el alcance de su colaboración con el gigante estadounidense Pfizer, en el marco de su campaña de vacunación, una de las mayores del mundo hasta el momento ya que ha vacunado a más de un cuarto de los nueve millones de habitantes.

A cambio de una entrega rápida, Israel proporciona a la empresa farmacéutica informaciones sobre el nivel de inmunidad y los efectos secundarios potenciales de la vacuna en función de indicadores como la edad o los antecedentes médicos de las personas vacunadas. 

Esta cooperación estrecha no es ninguna sorpresa ya que el Estado hebreo es el principal aliado estratégico de Estados Unidos en la región. Israel también ha encargado millones de dosis a la estadounidense Moderna, una vacuna menos apreciada en la región.

En Oriente Medio, países como Catar, Kuwait, Arabia Saudita y Omán han apostado todos por Pfizer. Irak, Jordania, Emiratos Árabes Unidos y Baréin han preferido diversificar, y también han comprado la vacuna china de Sinopharm.

Abu Dabi y Baréin, aliados de Washington que han normalizado en los últimos meses sus relaciones con Israel, incluso han participado en la fase 3 de los ensayos clínicos de la vacuna china, que Emiratos considera “totalmente segura”.

La ruta de la seda sanitaria

Para Yahia Zoubir, especialista de relaciones entre China y el mundo árabe, esta elección tiene en cuenta consideraciones técnicas -como el costo de las vacunas o las exigencias de almacenamiento (-70 C para Pfizer, de 2 a 8 grados para Sinopharm)-. Pero también la geopolítica.

Desde el inicio de la pandemia, “ha habido un gran malestar con Estados Unidos. La administración de Trump se encerró en sí misma mientras China desplegaba toda una diplomacia sanitaria”, dice a la AFP este profesor de la Kedge Business School (Francia).

“Los chinos han sido mucho más activos y mucho más cooperativos”, dice poniendo el ejemplo de las mascarillas, los respiradores o la realización de seminarios en línea con autoridades médicas de diferentes países. “Hoy, con la nueva ruta de la seda (gran proyecto comercial que une a China con diferentes economías) hay también una ruta de la seda sanitaria”, sostiene.

Según él, “la salud es está convirtiendo en un elemento de la política exterior de China, que le permite ampliar su círculo de amigos” en una región donde las influencias se entreveran y que, para Pekín, representa la mitad de sus importaciones de petróleo.

Estados Unidos ejerció “fuertes presiones a sus aliados para que no cooperen con China”, dice Jonathan Fulton, especialista de relaciones China/Oriente Medio de la Universidad Zayed, en Emiratos. Sin embargo, a pesar de esas presiones, en esta crisis sanitaria que se originó en su territorio, China logró convertirse en “actor creíble”, agrega.  

Con su proyecto de nueva ruta de la seda, Pekín busca “aumentar su influencia” en Oriente Medio, pero no reemplazar a Estados Unidos, precisa Fulton.

Infravalorar la ciencia

En otras partes de la región, otros fieles aliados de Estados Unidos como Egipto y Marruecos han apostado por Sinopharm. Buscan, entre otras cosas, sacar provecho de esta colaboración para heredar eventuales centros de producción de vacunas chinas para Oriente Medio y África, según los analistas.

“Parece claro que el prestigio de Pekín tiene el viento en popa”, declara Steven Cook, analista del Consejo de Relaciones Internacionales, un centro de investigación en Washington.

“En esta región, la gente considera a Estados Unidos como la potencia tecnológica mundial (…) Pero hasta ahora, prácticamente ha estado totalmente ausente de esta ‘diplomacia de la vacuna'”, asegura, antes de atribuir esta “ausencia” al expresidente Donald Trump, que ha “evitado la cooperación internacional e infravalorado la ciencia”.

La Sputnik V aterriza

En esta lucha de influencia, Reino Unido cuenta con la vacuna de AstraZeneca, que han comprado media docena de países de la región, mientras Rusia promociona la suya, Sputnik V. Vieja aliada de Moscú, Argelia ha encargado la vacuna china pero también la rusa, más barata que sus rivales occidentales pero de cuya fiabilidad dudan los diarios locales.

“Que no se juegue con la salud de los argelinos a la ruleta rusa”, advirtió el diario El Watan sobre una vacuna que también ha recibido encargos de Marruecos y los palestinos.

En Ramala, sede de la Autoridad Palestina, donde la comunicación con Estados Unidos quedó rota con Trump, muchos esperan la entrega de Sputnik, mientras 2,5 millones de isralíes han recibido al menos la primera dosis de Pfizer, una disparidad que han denunciado las ONG. En cuanto a Irán, gran enemigo de Israel, rechaza las vacunas occidentales y espera proveerse en India, China y Rusia, o incluso contar con su propia producción.

Aunque China aparece como el ganador de esta “diplomacia de la vacuna”, las cosas pueden cambiar, según la entrega de las vacunas y la actitud de la administración de Joe Biden en Washington. “El partido todavía no ha concluido”, advierte Jonathan Fulton.

gl-burs/gk/af/zm © Agence France-Presse

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