Se apaga la luz y comienza la magia

“Solo los soñadores mueven montañas”, Fitzcarraldo.

El 6 de agosto de 1896, los proyeccionistas Claude Ferdinand Von Bernard y Gabriel Veyre llegaron a México para dar la primera función de cine a Porfirio Diaz en el Castillo de Chapultepec. A los pocos días en el sótano de una droguería de la calle de Plateros, hoy es la calle Madero en el Centro Histórico de la Ciudad de México, invitados y curiosos pudieron ver fragmentos de las calles de París, fue tal el éxito que unos metros adelante en la Casa Borda abrió sus puertas el Salón Rojo, primer cine de nuestro país creado por Salvador Toscano, duró poco y cerró. En 1906 fue rescatado por el austriaco Jacobo Granat, todo un visionario que abrió otros cines como el Lux, Palacio y Olimpia.

Ya en el siglo XX, los grandes cines eran una constante en el primer cuadro de la Ciudad de México, tal fue el caso del Orfeón en la calle de Luis Moya, después de una primera vida, en 1942 reabrió el polémico Cine Teresa, edificio Art Déco enclavado en Eje Central que se decía estaba dedicado a las damas metropolitanas, época de esplendor que en 1990 por la crisis dio un giro de 180 grados y en su marquesina anunciaba películas porno, justo como el Cine Savoy de la calle 16 de septiembre, grandes salas que se fueron apagando para quedar en el recuerdo.

Ya en el siglo XXI, los lugares para ver alguna película habían sido la sala Best Maugard del Museo Nacional de Arte, o la Panorama del Centro Cultural de España, lugares que operaban sobre todo los fines de semana. Hasta que en 2010 en el segundo piso de República de Uruguay, número 52, abrió la Casa del Cine Mx, rincón concebido por los productores cinematográficos Jorge Sánchez y Carlos Sosa para exhibir en sus dos salas lo más reciente del cine nacional, así como la producción independiente internacional.

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En sus primeros 10 años recibió alrededor de 150,000 espectadores, lo mismo estudiantes, que parroquianos del Centro Histórico que en algunas ocasiones esa visita era su primera ida al cine. Lugar vivo en el que además se impartían talleres, se fraguaban nuevos proyectos fílmicos, acogía festivales e incentivaban nuevas propuestas, labor que de golpe por la pandemia comenzó a verse amenazada hasta diciembre de 2020, fecha en la que anunciaron su cierre: ya no podían pagar sus gastos operativos ni pagar los sueldos de sus 12 empleados.

La algarabía propia de la Casa del Cine Mx se apagó y cada uno de los involucrados empezó a buscarse la vida en otros proyectos, hasta que Carlos Sosa recibió un correo de un grupo de empresarios que buscaban asesoría para abrir un espacio similar, hubo intercambio de ideas y en eso pensaron que para que abrir un nuevo cine, fue que decidieron rescatar La Casa y así, a partir del 14 de mayo volvieron a abrir sus puertas con nuevos socios y directora, sin perder la esencia y corazón que le inyecto energía una década atrás.

Para esta nueva etapa, La Casa de Cine Mx reestrenó Güeros, ópera prima de Alonso Ruizpalacios que en su momento abarrotó las 60 butacas con las que cuenta La Casa, también se proyectarán los documentales ¿Qué les pasó a las abejas? y La mami, entre otras cinco cintas mexicanas. Así como la selección de la 69 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional, películas que ponen en la mesa una oferta distinta a la de los cines de cadena y mantiene el espíritu de ese primer cuadro del Centro Histórico, en el que hace 125 años se vio y percibió por primera ocasión la sorprendente experiencia de ver imágenes en la pantalla grande.

Al final, lo que podemos deducir en el caso de la Casa del Cine Mx es que los proyectos culturales independientes tienen un futuro, siempre y cuando exista voluntad.