El ingreso de AMLO a la política real no se dio por la vía de Carlos Pellicer ni desde las bases, sino por los operadores de la oficina de la presidencia de Echeverría: Baldemar Hernández Márquez e Ignacio Ovalle.
Negar la conexión entre echeverrismo y lopezobradorismo es la única alternativa más estúpida a decir que se trata del modelo que sigue el gobierno actual. Luis Echeverría Álvarez no solo fue mucho más autoritario que Andrés Manuel López Obrador (AMLO), sino más nacionalista, intervencionista en la economía y, a diferencia de él, sí se peleó con buena parte de los grandes empresarios del país. Echeverría, para acabar pronto, jamás habría elogiado en público a Carlos Slim.
López Obrador ha querido imitar otra área de sus políticas: un poco de la política alimentaria y otro poco de la política social que lo deslumbraron justo cuando decidió inscribirse para militar en el PRI. Por eso, cuando se habla de echeverrismo en el gobierno de AMLO, los observadores hacen mal al mirar y señalar a Porfirio Muñoz Ledo (el artífice de la política laboral de esos tiempos) y a Manuel Bartlett (director general de gobierno, artífice del férreo control que la Secretaría de Gobernación ejercía con horca y cuchillo).
Debería mirarse, más claramente, el nombramiento a Ignacio Ovalle, el que fuera un joven secretario particular de Luis Echeverría, un hombre clave, como el titular del sistema alimentario mexicano, donde se ha acreditado un desfalco de miles de millones de pesos que le costó el cargo este mismo año.
Y debe mirarse también el nombramiento, mucho más discreto, al frente de la Financiera Nacional para el Desarrollo de Baldemar Hernández Márquez, su paisano, que trabajó también como director general en la oficina de la presidencia de Luis Echeverría y después en el gobierno de José López Portillo. Él mismo lo acompañaría, según cuenta, al primer cargo gubernamental que AMLO ocuparía como delegado del Instituto Nacional Indigenista.
El ingreso de López Obrador a la política real y a los cargos no se dio por la vía de Carlos Pellicer ni desde las bases –la romántica versión que él cuenta– sino directamente por los operadores de la oficina de la presidencia de Luis Echeverría: Baldemar Hernández Márquez e Ignacio Ovalle.
Hernández Márquez y Ovalle además de tener la consigna de lograr en este gobierno la soberanía alimentaria –cosa en la que fracasaron palmaria e indiscutiblemente–, asesoraron a Gabriel García para formar la política social del gobierno, supuestamente la más importante entre todas. Fracasaron también.
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