Dua Lipa y la cuestión albanokosovar

Ahora que todo tiene que ver con agendas, audiencias y nativos digitales, me parece especialmente refrescante que emerjan símbolos de la cultura popular contemporánea que detonen nuevas conversaciones sobre viejos conflictos. Saco todo esto a cuento luego de que Dua Lipa, la famosa cantante pop inglesa de origen albanokosovar, reaccionara con furia tras los ataques proferidos por la ministra del Interior de Reino Unido, Suella Braverman, en torno a los inmigrantes albaneses que cruzan el canal de la Mancha en busca de una mejor vida, a los que tildó sin reparo de “criminales”. 

“Siempre sentí que Londres era una amalgama de culturas. Cuando escuchas al gobierno hablar así de los albaneses, duele. Es miope y mezquino, pero es la forma de pensar de mucha gente”, dijo Dua Lipa.

La estrella pop se ha convertido, junto a los futbolistas suizos Granit Xhaka y Xherdan Shaqiri, en el gran faro de la resistencia albanokosovar en el mundo. Dua Lipa nació y creció en el barrio del noroeste de Londres Camden Town —un lugar decisivo para la consolidación de la escena britpopera y de bandas como Blur, Pulp y Oasis—, pero es hija de refugiados provenientes de Kosovo, un pequeño país en los Balcanes con reconocimiento limitado y en perpetua turbulencia. Incluso ella misma vivió un período de cinco años en Pristina, la capital kosovar, antes de volver definitivamente a Inglaterra para convertirse en una de las artistas más populares del mundo.

Un poco de contexto. Se estima que casi medio millón de personas de origen albanés fueron expulsadas de Kosovo antes y durante la guerra de 1998, que enfrentó al Ejército de Liberación de Kosovo y la entonces República Federal de Yugoslavia. En 2008, Kosovo, donde cerca del 90% de la población son de etnia albanesa, declaró su independencia de Serbia.

Pero, ¿cuál es el origen del conflicto? Para Serbia, Kosovo es la cuna de su nacionalismo, puesto que ahí se instaló en el medievo la dinastía que unificó los territorios de serbios eslavos y fundó su iglesia ortodoxa. Estas razones históricas y culturales lo convierten en un espacio irrenunciable. Tampoco se debe obviar la influencia de la batalla de Kosovo (1389), que simbolizó la entrada triunfal del imperio otomano a los Balcanes y se erigió como la semilla de la islamización de la región. Con los turcos al mando, los albaneses, una etnia mayoritariamente musulmana, se convirtieron en un pueblo privilegiado por el imperio.

Hace tres años, Dua Lipa causó una gran polémica en redes sociales tras publicar una proclama reivindicativa de la Gran Albania, una concepción irredentista abrazada, principalmente, bajo la ocupación italiana en pleno régimen fascista de Mussolini, que hoy incluye al estado actual de Albania, Kosovo y zonas de Serbia, Montenegro, Macedonia del Norte y la región griega de Epiro con mayoría albanesa. Esto, a ojos de algunas personas, supuso un guiño a la ultraderecha. 

No escribo esto desde la posición de feligrés de Dua Lipa, pero si su activismo digital provoca que más gente se interese por comprender mejor los conflictos multiétnicos en el mundo, habrá que apuntarle un mérito hasta ahora inalcanzable para los medios, la prensa y la academia.