AMLO vs. Salinas

Sólo faltan 187 días para la conclusión del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, los desgastes son evidentes y pronunciados en la recta final de su tránsito por la presidencia.

En la ruta de los electores caben distintas preguntas, aunque la que tendría mayor sentido básico podría ser: ¿es mejor el país que tenemos hoy al que tuvimos hace 6 años? Ninguna respuesta que se base en hechos objetivos, medibles y cotejables podría responder que sí. Quitando de la ecuación el fanatismo de sus seguidores más fieles y otros muchos que han sido enormemente beneficiados por los privilegios del poder, queda para el análisis la consideración del epitafio que merecería el tabasqueño.

En el camino de la sucesión nada está escrito sobre piedra, aunque la narrativa triunfalista diga lo contrario. Es ahí donde el pleito entre AMLO y el empresario Ricardo Benjamín Salinas Pliego adquiere relevancia más allá de la escaramuza verbal, la ocurrencia y la ironía del dueño de TV Azteca que decidió ponerse los guantes con el presidente para sonorizar los tumbos del sexenio en respuesta a la campaña negra que enfrenta.

No te pierdas: Manipuladores de la percepción rumbo al 2 de junio

Para el martes uno de octubre, López ya no será el titular del Ejecutivo, sin embargo, Salinas seguirá siendo uno de los empresarios más acaudalados de México, dueño de un consorcio de comunicación con enorme penetración en el ánimo social. El poder de las palabras del ex presidente sufrirá una fuerte devaluación y don Ricardo habrá sido factor importante en un eventual triunfo de la alianza opositora, si este llegara a darse. De ser Claudia Sheinbaum la ganadora de la elección, tendrá que pensar muy bien los términos en que llevará la relación con el detractor más poderoso de su líder moral.

En el camino de esta disputa el vocero presidencial juega un rol protagónico, es bien conocida su operación a favor de la abanderada de Morena para frustrar las intenciones de quienes le disputaron la candidatura presidencial. Para Jesús Ramírez Cuevas no sólo significó cumplir órdenes, sino defender su convicción de esa falsa izquierda trasnochada de “los puros” que dominó al gabinete en el que juega un rol empoderado. Ricardo Salinas adjudicó con razón la autoría intelectual a Ramírez, a quien apoda “Bañagatos”, como orquestador de la embestida que se ejecuta con presupuesto público desde Palacio Nacional. La vocería y el poder político que la cobija tienen fecha de caducidad, con adeudos fiscales o sin ellos, el Grupo Salinas seguirá teniendo al mismo dueño que habrá concentrado explosivos ánimos de revancha que no se quedarán sin saciar.

El intercambio de golpes reseñado en las primeras planas de los principales diarios nacionales ha distraído a López Obrador, en una coyuntura de violencia e ingobernabilidad que lo rebasa sostenidamente.

El mal gobierno de AMLO lo hace extremadamente vulnerable en los años por venir, eso sin considerar los flancos abiertos con sus hijos que se han enriquecido vertiginosamente con negocios logrados al amparo del tráfico de influencias. Para decirlo abiertamente, un mandatario en franco declive ha decidido librar una guerra que no podrá ganar.

Si desde el gobierno, el SAT, y el despacho de una muy novata secretaria de Gobernación piensan que saldrán adelante contra el arsenal a disposición de su multimillonario contrincante a 180 días del final del sexenio, en medio de campañas políticas que convierten involuntariamente a Xóchitl Gálvez en aliada natural de las causas de Salinas Pliego para exhibir las torpezas de una administración indefendible, se equivocan. Los que acabarán pagando caro serán los que van de salida, cuya máxima esperanza es ser reciclados en un gobierno que de ganar, haría muy mal en comprar un pleito de esta naturaleza en el arranque de otro ciclo.

No te pierdas: ¿Golpe de Estado?

Es un hecho incontrovertible que durante el intercambio se señalamientos se violó con flagrancia el secreto fiscal, también es cierto que la estrategia jurídica de los despachos que defienden al dueño de Banco Azteca ha basado su camino en tácticas dilatorias para dar la vuelta a las resoluciones sobre sus aludidos adeudos. Al final del día será desde el Poder Judicial de la Federación que se esclarezca la certeza de las acusaciones y las que vengan como la del campo de golf en Huatulco.

La guerra mal diseñada por los cercanos al presidente que han sido calificados de corruptos por el empresario, da parque adicional a la candidata presidencial de oposición y ese de entrada es un error de cálculo producto de la exacerbada soberbia de quienes olvidan que todo poder político es efímero. Como factor adicional queda en el ambiente la zozobra de los empresarios no militantes que ya saben a qué atenerse con un régimen autoritario que quiere sostenerse 6 años más y marca pauta con acusaciones sin derecho de réplica usando la fuerza del aparato de Estado a su disposición.

Salinas tiene los controles de una verdadera cadena nacional de televisión para contestar a la mañanera, él no es víctima en estado de indefensión como muchos de los demás defenestrados en ese santuario de la calumnia.

Son tiempos inéditos, hay otros empresarios también poderosos que prefieren el bajo perfil, pero que también tienen agravios que no olvidarán. Vendrán semanas de gran intensidad en abril y mayo, mucha tinta habrá de correr para ver el desenlace del último semestre de un gobierno que construye realidades alternas con saliva, elige mal sus guerras y va en cuenta regresiva.

EDICTOS

Entre los expertos más reconocidos en materia electoral crece la perspectiva de una posible anulación de la elección presidencial a decidirse en la Sala Superior del Tribunal Electoral. Todos los días se documentan violaciones a las restricciones que imponen las normas vigentes en la materia para invocar causales que demostrarían en instancias judiciales una elección de Estado químicamente pura.

Aunque las convicciones de Mónica Soto se dibujan en tonos guindas, los argumentos jurídicos y las pruebas serían de tal contundencia que será imposible obviar ese escenario, una auténtica bomba.