‘Mi personalidad ha cambiado’: los lectores hablan del rugby, concusiones y demencia
Foto: Quino Al en Unsplash

‘Los jugadores deben conocer los riesgos desde jóvenes’

Tuve al menos siete conmociones jugando rugby, la última me provocó alucinaciones: veía rostros en las paredes, escuchaba voces y no podía dormir. Tenía 18 años y esa experiencia cambió mi relación con el deporte. Desde entonces sólo he jugado en un par de ocasiones. A veces me preocupa que mi historial de concusiones me haga más propenso a padecer demencia cuando sea mayor. Amo el rugby, y cada vez se toma más en serio este problema, pero sin la educación adecuada sobre los riesgos temo que más personas le tengan resentimiento al deporte. Los jugadores deben conocer los riesgos que toman desde jóvenes. Joe Ronan, 21, Greater Manchester.

‘Hace falta conciencia entre los padres y entrenadores’

Soy fisioterapeuta y he trabajado con varios equipos de rugby, incluso a nivel internacional. Me preocupa el deporte en general, pero especialmente el juego amateur, donde hay menos conocimiento y apoyo médico. También me preocupan mucho los jugadores jóvenes. El cerebro en desarrollo tarda más en recuperarse del impacto. Parece que hace falta conciencia entre los padres y entrenadores sobre las consecuencias de una concusión. Los atletas quieren llegar al siguiente nivel y muchas veces ocultan sus síntomas. No creo que el vínculo entre el rugby y la demencia sea cuestionable para las generaciones anteriores, especialmente al más alto nivel donde hubo más contacto desde que el deporte se hizo profesional, además del desarrollo de atletas más grandes, fuertes y veloces. Sólo espero que las siguientes generaciones se protejan con conocimientos, reduzcan los días de contacto y mejoren los lineamientos para ‘volver al juego’. Ben Motum, 36, Sevenoaks.

‘Espero que regulen la brutalidad del juego’

Yo jugué entre 1976 y 2003 como pilar derecho, y fui referee entre 1977 y 2008. Tuve varias concusiones. Recuerdo que en un juego tuve que dejar el campo, pero manejé a casa por mi cuenta, en las carreteras de Los Ángeles. Bueno, en realidad no lo recuerdo; recuerdo que me lo contaron. Espero que regulen la brutalidad del juego, pero mientras el dinero sea la motivación, no creo que suceda. Kate Hancok-Cooke, 62, Wisconsin.

‘Vivo de diagnosticar y trabajar con pacientes que padecen trastornos de demencia’

Soy un doctor del NHS y un gran aficionado al rugby. Mi pareja trabajó en Nueva Zelanda como geriatra. Le impactó la cantidad de hombres Kiwi en sus clínicas con discapacidades cognitivas a los 60 años. ¿Es el resultado directo de las encefalopatías traumáticas crónicas relacionadas con el rugby? Tuvimos esa conversación varias veces. Mi vida sería mucho peor sin el rugby, pero no sé si alentaría a mi hijo de tres años a practicarlo. Jamás creí que diría eso, pero vivo de diagnosticar y trabajar con pacientes que padecen trastornos de demencia. ¿Podría vivir conmigo mismo si le diagnostican demencia a los 40 años después de una sobresaliente carrera en el rugby, hacia la cual lo dirigí? No, en lo absoluto. Ross Cunningham, 33, Londres.

‘Estaba mareado, distraído, ansioso y enojado’

Durante un juego en octubre del año pasado, la cabeza de un oponente colisionó con la mía en un ruck. Me dolió mucho pero no me desmayé; jugué los últimos 15 minutos. Me sentía raro después del juego, tanto que no quise ir al bar más tarde. Al día siguiente no podía hacer nada. Mi increíble esposa suele trabajar los domingos y yo hago el quehacer (mal), pero cuando volvió a casa yo no había hecho nada, y no pude explicarle por qué. Me costó trabajar el lunes, pero para el martes, mi jefe y mi esposa se aliaron para llevarme al hospital. Me hicieron una resonancia magnética que reveló algunas lesiones en ambos lados de mi cerebro pero, por suerte, no había sangrado. Me tomé el resto de la semana libre. Las siguientes semanas tuve algunos mareos y me sentía desconectado, por lo que decidí volver al hospital. Me diagnosticaron síndrome de post concusión. Me sentía mareado y distraído, ansioso y enojado. Todo me irritaba, no era yo mismo para nada. No podía lidiar con ruidos o múltiples conversaciones. Para Navidad admití que necesitaba ayuda. Recibí un poco de terapia cognitivo-conductual en línea de la NHS, y para febrero me sentía físicamente mejor, pero hasta mayo logré volver mentalmente. Todavía me cuesta identificar cuando me siento irritable y tiendo a olvidar palabras, pero después de más de un año, me siento recuperado al 90%. Pete Barraud, 39, Liphook.

‘Mi hijo todavía tiene dolores de cabeza dos años después de una concusión’

Mi hijo estuvo a punto de ser jugador profesional de rugby, pero tomó la sabia decisión de abandonar el juego después de una concusión de la que se recuperó lentamente. Dos años después, aún tiene dolores de cabeza. Las reglas deben cambiar para beneficiar a los jugadores ligeros, rápidos y en forma, y reducir el número de colisiones duras. Debería haber más estudios para mejorar los cascos, y deberían reducir los derribos en las categorías sub-18. Rodercik O’Grady, 60, Londres.

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‘Abrí el refrigerador y ahí estaban mis pantalones’

A mediados de los 1990s la rodilla de nuestro hooker me impactó en la cabeza. Un simple accidente. ¡Ví más que estrellas! Durante algunos días me sentí confundido, e hice tonterías. En una ocasión abrí el refrigerador y ahí estaban mis pantalones. Tomé medicamentos durante 30 días para reducir la inflamación de mi cerebro. Hasta la fecha todo el tiempo estoy consciente de esa lesión. Siento “algo” justo arriba de mi oreja derecha, una molestia que lleva ahí 24 años, aunque no he sufrido otras consecuencias. Me compré un casco después de eso. La protección de la cabeza debería ser obligatoria en el deporte. Glenn Smart, 65, Ashington.

‘Debemos analizar los contactos naturales del deporte’

Soy un profesor recién jubilado de neurofarmacología y me preocupa bastante el vínculo entre demencia y rugby. Las concusiones serias son cada vez más evidentes desde que el deporte se volvió profesional. Como alguien que se ha involucrado en la enseñanza y la investigación del cerebro a través de una carrera académica de más de 40 años, siempre me ha desconcertado que las concusiones y los traumatismos repetidos no hayan recibido mucha más atención. No me gustaría que el rugby desapareciera, o que le quiten todas las batallas físicas, pero la incidencia de daño cerebral debido a los contactos naturales del deporte debe ser analizada. Tal vez una resonancia detallada al inicio de cada temporada podría ayudar a identificar las señales tempranas de lesiones cerebrales traumáticas. Sospecho que la implementación de resonancias anuales aumentaría la cantidad de retiros tempranos. Roland Jones, 67, Bath.

‘El sufrimiento es más triste que prevenible’

Me retiré hace poco de mi trabajo como profesora en asilos. En mi último trabajo había tres hombres con demencia temprana como resultado de daños cerebrales que sufrieron en sus carreras como jugadores de rugby. El sufrimiento de los individuos y sus familias, que tienen que observar el lento deterioro de sus seres queridos, es más triste que prevenible. También me preocupan los jugadores jóvenes. Los lóbulos frontales del cerebro terminan de desarrollarse a los 25 años, y aún así exponemos a los más jóvenes a sufrir daños cerebrales. Siempre he sido aficionada del rugby, en espacial de la liga, pero este es un asunto urgente. No quiero apoyar al deporte asistiendo a los partidos ni pagando por verlo a menos que lo hagan más seguro. Tiene que haber más investigaciones independientes de personas que no tengan intereses conferidos en este deporte tan lucrativo. Fiona Cassells, 67, West Lancashire.

‘Tengo etapas de ira y olvidos’

Jugué para Newport y los Newport Saracens, y he entrenando a los Wasps, London Welsh y Blackheath. Tengo síntomas muy similares a los de Alix Popham y Michael Lipman. Etapas de ira y olvidos. Mi esposa se dio cuenta hace poco de que atropello las palabras al hablar. He sufrido varias concusiones. Una vez me tuvieron que dar 20 puntadas detrás de la cabeza; volví a jugar una semana después, choqué con un rival y recibí ocho puntadas más en la frente. Tenías que seguir sin importar lo que pasara. No he vuelto con el doctor porque me avergüenzo y siento que le robo su tiempo. Me gustaría ver que el rugby de todo el mundo financie más investigaciones y forme un grupo de trabajo para resolver el problema. Deberíamos aprender de la NFL y ver qué han hecho ellos. Dai Fussell, 51, Porthcawl.

‘Los derribos, como los cigarros, pueden esperar hasta los 18’

Soy profesor en la Universidad de Winchester, y he investigado los traumatismos cerebrales en el deporte. Deberíamos estar escandalizados con los traumatismos cerebrales provocados por el rugby. El deporte no es más importante que quienes lo practican. Los niños son mi preocupación principal. Con base en las representaciones estadísticas, casi todos los jugadores son niños. El daño que causa un derribo entre niños es tan significativo, e incluso más dañino, como los derribos entre profesionales. Es cierto que se golpean con menos fuerza, pero tienen menos musculatura para absorber aquellos golpes, y sus cerebros reciben daños mientras siguen creciendo. Hasta hace unos años, había posters de la Rugby Football Union que decían: “El rugby es bueno para tí”. Los derribos, como los cigarros, pueden esperar hasta los 18. Eric Anderson, 52, Winchester.

‘Yo sé que mi personalidad ha cambiado’

Tuve 11 concusiones cuando jugaba a nivel juvenil, club, regional y semiprofesional durante 20 años. Podría haberte dicho que esto iba a pasar. He visto a los jugadores crecer y volverse más rápidos durante 20 años, y he visto las mejoras en el profesionalismo y las ciencias del deporte. Los entrenamientos son más duros y los impactos más fuertes. En mis últimos años, no me podía mover un día después de jugar. Tenía que masticar codeína antes de levantarme. Se lo oculté a mi equipo para poder seguir jugando. Yo sé que mi personalidad ha cambiado, pero si entonces me hubieras dicho que sufriría depresión, ansiedad y migrañas paralizantes, probablemente hubiera hecho lo mismo. Todavía extraño la adrenalina de los días de juego. Tal vez los jóvenes no deberían tener esa decisión en sus manos. No lo sé. RJ Bird, 42, South Wales.

‘Suelo pensar en retirarme para siempre’

Aunque el entrenador de mi equipo implementó un sistema estricto para proteger a los jugadores, las concusiones son una de las razones por las que suelo pensar en retirarme para siempre. Cuando tenía 14 años me noquearon dos veces en el mismo juego escolar. Sólo volví al partido después de la primera porque mi entrenador se molestó, y sólo teníamos 13 jugadores. Al día siguiente tenía nauseas, me sentía cansado y olvidadizo, y estaba de mal humor. Ahora, en algunas jugadas me guardo las fuerzas y me estremezco por miedo a golpearme la cabeza. Chris Macdonald, 32, Ashby de la Zouch.

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