La exposición que cuenta la historia de los niños españoles usados como ‘refrigeradores’ de vacunas en 1803
Francisco Javier de Balmis dirigió una expedición para vacunar contra la viruela en América Latina y Filipinas. Foto: Prisma Archivo/Alamy

Cuando Francisco Javier de Balmis partió de España en 1803 para vacunar a la población de las colonias españolas contra la viruela, no tenía los medios para mantener la vacuna fresca, así que utilizó niños como sus “refrigeradores”.

En el Archivo General de Indias de Sevilla se inauguró una exposición de documentos relacionados con el viaje de Balmis, que será exhibida hasta el 15 de septiembre.

Gracias a los documentos, ahora conocemos por primera vez los nombres y las edades de los niños que hicieron posible la que quizá fue la primera misión humanitaria internacional.

Manuel Álvarez, quien fue el curador de la exposición, la describió como “un homenaje para todos los trabajadores sanitarios que han luchado contra el Covid-19“.

La viruela mataba a millones de personas en la Europa del siglo XVIII, pero en 1796 el médico inglés Edward Jenner descubrió que una versión bovina de la enfermedad funcionaba como vacuna.

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El médico militar español Francisco Javier Balmis (1753-1819). Foto: Ejército español

Balmis, quien era médico militar y del tribunal, persuadió al rey Carlos IV de España, cuya hija había muerto de viruela, para que financiara la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna para las colonias de España.

El objetivo, adelantado en su momento, no solo era vacunar a la población sino crear centros de vacunación para controlar cualquier futuro brote de la enfermedad.

La expedición partió de A Coruña en el noroeste de España con 22 huérfanos a bordo. El hijo de nueve años de Isabel Zendal, quien dirigía el orfanato local, se encontraba entre ellos. Zendal actuó como enfermera y cuidadora durante el viaje.

La vacuna solo sobrevivió 12 días in vitro, así que la técnica de Balmis consistió en contagiar a dos niños cada 10 días con la versión bovina de la viruela y después tomar el suero de sus pústulas para contagiar a otros dos niños, y así sucesivamente hasta que llegaran a su destino con suero fresco con el que vacunarían a la gente.

Los niños se enfermaron pero no murieron y, aunque parece una barbaridad, en la época se consideraba bastante normal. El propio Jenner probó por primera vez su vacuna en un niño de ocho años.

Los 22 niños se quedaron en México, donde Balmis reclutó a otros 26 para el viaje de Acapulco a Filipinas. Los documentos muestran que los niños, todos varones mexicanos de entre cuatro y 14 años, fueron entregados por sus padres a cambio de un pago. Algunos son descritos como “españoles” y otros como mestizos.

Tres figuran en la lista como de origen desconocido y en el caso de otros cinco solo aparece el nombre de su madre en la documentación.

Al final de la campaña, aproximadamente 300 mil personas de las Canarias, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, México, Filipinas y China habían recibido la vacuna de forma gratuita.

“La estrategia adoptada por Balmis fue una solución económica, ingeniosa y pionera para asegurar que la vacuna llegara a América en buenas condiciones“, dijo Alberto García-Basteiro, epidemiólogo y profesor asociado de la Universidad de Barcelona.

“Es probable que hoy en día la estrategia de utilizar niños para transportar la vacuna sea criticada por motivos éticos, pero no se pueden negar el impacto y los beneficios de la expedición“.

El hospital madrileño nombrado en honor a Isabel Zendal ha desempeñado un papel clave durante la pandemia del Covid-19. En 2020, cuando el gobierno de Madrid desplegó 2 mil 500 soldados para desinfectar los centros de asistencia de la región, lo apodaron como Operación Balmis.

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