¿Cómo hablar sobre sexo con los adolescentes en un mundo de pornografía?
El contenido en línea actual es sádico y extremo, dice la activista Gail Dines. Foto: Olga Gimaeva/Getty Images

La violencia contra las mujeres nunca está lejos de las noticias, pero actualmente ocupa un lugar destacado en la agenda, y la pornografía aparece una y otra vez como un factor. Desde el asesinato de Sarah Everard hasta la insignificante condena impuesta a Sam Pybus, el último hombre que recurrió a la llamada “defensa del sexo duro”, parece que el mundo está desgarrado por la misoginia.

El asesino de Sarah, Wayne Couzens, se sentía atraído por la “pornografía sexual brutal“, según se declaró en el juicio. Pybus, quien fue sentenciado a cuatro años y ocho meses el mes pasado por homicidio involuntario tras estrangular a una mujer vulnerable durante el sexo, también era conocido por consumir pornografía violenta. Abordar la cultura de la pornografía es claramente una parte clave para abordar la violencia sexual hacia las mujeres. Llevo décadas luchando por acabar con el tráfico sexual, y soy muy consciente de su papel en la explotación sexual de las mujeres.

El pasado fin de semana se realizó la primera conferencia internacional virtual sobre cómo enseñar educación sexual desde una perspectiva feminista y un enfoque crítico sobre la pornografía. Taking On Porn: Developing Resilience and Resistance through Sex Education estuvo organizada por Culture Reframed, una organizacion estadounidense fundada por la académica y activista antiporno Gail Dines. Una parte de ella se centró en cómo ayudar a los padres a mantener conversaciones con sus hijos sobre lo que Dines llama la “crisis de salud pública de la era digital“.

Inspirada en parte por la demanda del mundo educativo de Reino Unido, la conferencia responde a la preocupación de muchos padres sobre los programas “pro-pornografía” que se imparten en algunas escuelas desde que la educación sobre relaciones y sexo se volvió obligatoria en septiembre de 2020.

Dines destaca una guía para profesores que expone el siguiente argumento: “La pornografía es un entretenimiento, como una película, no una guía de ‘cómo hacer’. Sin embargo, eso no significa que la gente no pueda aprender cosas de la pornografía que no podría aprender en otros lugares. Al igual que las películas pueden contener en ocasiones conocimientos valiosos, la pornografía también puede hacerlo”.

En esta guía, el consumo de pornografía se asemeja a ser goloso: “La pornografía es un poco como un pastel de chocolate, es agradable disfrutarlo de vez en cuando, pero si lo comes todos los días deja de ser un antojo y se convierte en la norma, entonces solo te encuentras en un ciclo de comer pastel de chocolate porque estás demasiado ocupado comiéndolo para hacer cualquier otra cosa”.

Pero, como señala Dines, el contenido en línea de la actualidad no se parece en nada a la desaparecida revista Playboy. En resumen, se ha convertido en algo más sádico y extremo. Un influyente estudio descubrió que aproximadamente el 90% de las escenas de pornografía heterosexual más vistas contenían agresiones y violencia hacia mujeres y niñas.

La pornografía en línea se ha convertido en la principal forma de educación sexual para los jóvenes, y la edad promedio en la que los niños comienzan a acceder a ella es de 11 años. Los sitios de pornografía reciben más visitas al mes que Amazon, Twitter y Netflix juntos.

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Fred Hechinger, a la izquierda, en el papel del adicto a la pornografía Quinn con su padre Mark (Steve Zahn) en el drama televisivo The White Lotus. Foto: HBO

Muchos profesores de educación sexual sienten que no están bien equipados para abordar el tema del consumo de pornografía entre sus alumnos“, dice Dines, autora de Pornland: How Porn Has Hijacked Our Sexuality. Para Dines, ya que la pornografía se ha convertido en la principal forma de educación sexual a nivel mundial, la conferencia es una parte esencial para actualizar la educación sexual. Ella cree que la pornografía actúa como una especie de guion cultural, que explota a las mujeres y al mismo tiempo limita su libre expresión sexual y su placer.

Los padres han contado a Culture Reframed lo preocupados que se sienten por el hecho de que sus hijos vean pornografía, y uno de ellos dijo: “El novio de mi hija la intimidó para que le enviara un sex text y él lo envió a sus amigos. Los recursos en línea de Culture Reframed no solo nos dieron la posibilidad de ayudarla, sino que también nos permitieron comprender las formas en que nuestra cultura hipersexualizada victimiza a las chicas“.

Tom Farr, activista contra la violencia masculina radicado en el Reino Unido y que se centra especialmente en los daños causados por la pornografía, participó en la conferencia. Su charla analizó los vínculos entre el consumo de pornografía y la probabilidad de cometer actos de violencia sexual, así como problemas de salud como la depresión, el TEPT e incluso la disfunción eréctil.

La pornografía se ha convertido en la forma de educación sexual de facto para muchos jóvenes y niños“, señala Farr. “Tienen acceso sin restricciones a los contenidos más degradantes, violentos y abusivos imaginables con solo hacer clic en un botón”. ¿Cuáles son las implicaciones individuales y sociales de una generación de jóvenes preparados por la exposición a la pornografía extrema?”

Otra de las ponentes fue la Dra. Carolyn West, teórica crítica de la raza y feminista, experta en la violencia contra las mujeres y niñas afroamericanas, que condenó la sexualización racista de las mujeres de color en la pornografía.

La académica británica Fiona Vera-Gray, cuyo trabajo sobre la experiencia de las mujeres con la pornografía convencional en línea se ha incluido en la elaboración del plan de estudios sobre relaciones y educación sexual del Ministerio de Educación, habló sobre las mujeres y el uso de la pornografía. Las mujeres consumen pornografía, pero con frecuencia para explorar lo que se espera de ellas en el plano sexual.

Lilith y Savannah, presentadoras y productoras del podcast Female Dating Strategy analizaron cómo construir relaciones saludables.

Hablé con Adam*, de 17 años, quien está escribiendo un ensayo sobre su antiguo consumo de pornografía. Adam, que se considera a sí mismo “libre de pornografía”, dice que se sintió presionado por sus amigos para consumirla. “Se convirtió en un hábito que no podía dejar”, cuenta, “y empecé a mirar a las chicas y a imaginarlas haciendo las cosas que veía en los videos. Dejé de verlas como seres humanos“.

Sarah*, de 18 años, cuenta que está intentando crear un grupo de “Chicas contra la pornografía” para mayores de 16 años porque le “repugna que los chicos enfermos de pornografía envíen fotos no deseadas de sus penes” a su hermana menor y a sus amigas de la escuela.

Al igual que otros activistas feministas contra el tráfico sexual, Dines ha sido acusada de ser una moralista antisexo que desea censurar la expresión sexual, pero, dice ella, nada podría estar más lejos de la realidad. “Cualquier enfoque progresista y humanitario debería centrarse en el desmantelamiento de la industria pornográfica”, dice Dines, “y no en la continuación de su insidiosa comercialización del abuso y la miseria”.

*Algunos nombres fueron cambiados.

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