Cómo preparar galletas de mantequilla

Aunque este año el mundo se haya vuelto loco por las galletas Speculoos con especias, para mí las Navidades siempre girarán en torno a dos galletas: galletas de jengibre, para la decoración, y galletas de mantequilla, para el consumo real.

Fácil de preparar y un auténtico favorito del público, las galletas de mantequilla se mantendrán en buen estado durante varias semanas, lo que las convierte en un regalo que se conserva bien hasta los oscuros días de enero. No es que vaya a durar tanto.

Receta de galletas de mantequilla

Preparación 15 min
Enfriar 20 min
Cocinar 30 min-1 hora
Rinde alrededor de 24 porciones

Ingredientes

230 g de mantequilla sin sal, a temperatura ambiente
110 g de azúcar extrafino (véase el paso 2)
1 buena pizca de sal
260 g de harina de trigo
80g de arroz molido (ver paso 3)
Azúcar no refinada, para terminar (opcional)

Se pueden hacer las galletas de mantequilla en un procesador de alimentos, pero es tan sencillo que yo suelo utilizar un recipiente y una cuchara de madera, para no tener que lavar tanto. Sin embargo, es necesario que la mantequilla esté a temperatura ambiente; si la habitación está fría o se te olvidó, córtala en cubos grandes, colócala en un recipiente con agua tibia durante 10 minutos y después vacíala.

Coloca la mantequilla en un recipiente grande (o en el recipiente de un procesador de alimentos), bátela hasta que esté muy blanda y a continuación añade el azúcar y la sal. A mí me gusta utilizar azúcar extrafina dorado para darle sabor, pero la blanco o la granulado también funcionan bien. (La sal, para mí, es obligatoria, como en el atole, pero son tus galletas, así que no la añadas si lo prefieres).

Tamiza la harina y el arroz molido en la mantequilla y mezcla hasta obtener una masa homogénea. El arroz molido, que es más grueso que la harina de arroz, le da a estas galletas su característico aspecto áspero; suele encontrarse junto a la sémola en los supermercados, o entre las especialidades asiáticas. Se puede sustituir por harina de maíz gruesa o, si se desea una textura más suave, se puede compensar el peso con más harina.

Si deseas hacer las tradicionales galletas de mantequilla, forra dos moldes de 15 cm para pasteles con papel para hornear. Divide la masa en dos trozos iguales, haz bolitas y pon una en cada molde. Con las manos, extiende la masa hasta que cubra la base del molde en una capa uniforme.

Para hacer galletas individuales, en una superficie ligeramente enharinada, extiende o aplasta la masa hasta que tenga un grosor de aproximadamente 1 cm y, a continuación, córtala en las formas que desees. Colócalas, bien espaciadas, en dos bandejas para hornear forradas. Vuelve a extender los restos de masa y repite la operación hasta que hayas utilizado toda la masa.

Introduce los moldes o las bandejas para hornear al refrigerador, cúbrelos y enfríalos durante 15-20 minutos, hasta que la masa esté firme: esto evitará que las galletas se extiendan demasiado en el horno (también puedes enfriarlas durante la noche, si quieres adelantarte). Cuando estés listo para hornear, calienta el horno a 170°C (150°C ventilador)/325°F/gas 3.

Hornea las galletas redondas durante una hora o las galletas individuales durante unos 30 minutos, hasta que estén cocidas, pero no doradas. Dejándolas en el molde, corta las galletas redondas en rebanadas mientras están calientes. Espolvorea con azúcar no refinada y deja que se enfríe por completo.

Intenta añadir uno o varios de los siguientes ingredientes a la masa en el paso 3: 75 g de chispas de chocolate; la ralladura de dos limones o de una naranja grande; media cucharadita de canela molida, una pizca de clavo y un cuarto de cucharadita de nuez moscada molida y de jengibre molido; tres cuartos de cucharadita de jengibre molido y 75 g de jengibre cristalizado finamente picado; 50 g de frutos secos y 25 g de cáscara confitada.

A mí me encantan las galletas solas, pero puedes sumergir la mitad de las galletas en 75 g de chocolate derretido (esto le da un acabado más bonito que sumergirlas enteras). Otra opción es cubrirlas con 225 g de azúcar glass y mezclada con suficiente agua caliente para obtener una consistencia espesa pero líquida, quizás saborizada con jugo y ralladura de limón, o esencia de vainilla o agua de flores.